Es interesante el efecto que tenía en ella aún con un simple acto.
Lanzó el teléfono a la cama como si este quemara. Y comenzó a dar vueltas en la habitación. Era algo que hacía sólo cuando estaba sola y en su lugar seguro. Pensando. Tenía muchas preguntas en la mente. ¿Por qué se tomó la molestia de buscarla? ¿La solicitud significaba que tenía interés en ella?
"Boba te lo dijo... ¿Recuerdas? Acabas de hacer que me intereses más" lo pensó "¿Y si simplemente quiere ser mi amigo?" Dijo su lado inseguro "¡Pues descúbrelo!"
Aceptar solicitud.
Se tapó el rostro con las manos sintiendo su rostro caliente.
En ese momento su hermano Gabriel abrió la puerta. ¡Sin tocar! La imagen que le dió tal vez fue graciosa para él. Es decir, estaba mirando la pared tapándose el rostro con un dejo de desesperación.
- ¿Estás bien?
-¿EH?
- ¿Viste a alguien desnudo o qué? - bromeó entrando a la habitación con mirada divertida.
- No.. Yo solo, ya sabes... Solo estaba pensando. - trató de arreglar.
- ¿Y qué tipo de pensamientos te dejan roja como un tomate? - al parecer cada vez disfrutaba más la conversación.
Si estaba insinuando algo, Diana no lo entendió.
- Pensaba en escenarios vergonzosos. Y ya. Ahora me puedes decir ¿Por qué entraste sin tocar? Te das cuenta de que soy una mujer y pude estar cambiándome. - le reclamé.
- ¡Nah! Eres tan paranoica que te vistes en el baño.
Eso era cierto, y justamente lo hacía por eso. Sabía que sus hermanos tenían poco sentido de la privacidad personal, así que en sus pensamientos que se adelantaban a situaciones de ese tipo. A veces era bueno ser tan paranoica con todo.
-¿Y qué quieres? - de pronto se acordó que su celular estaba en la cama. Así que disimuladamente lo tomó.
- Mañana... - se rascó la cabeza - es el cumple de pa, ¿Hay forma de que le hagas un postre o algo?
Auch. Lo había olvidado. El hecho de no haberlo recordado le provocó un pinchazo en el corazón y se sintió culpable.
- Ten por hecho ese postre. ¿Mañana me van a ir a recoger al colegio entonces?
- Como todos los viernes.
Asintió con la cabeza y se fue. Dejándola con una sensación agria en en el estómago. "Un año más que cumple lejos de nosotros"
***
- Entonces... Me estás diciendo que no desayunaste, cuando te levantaste sentiste un mareo y creíste que ibas a vomitar, por eso saliste corriendo.
Sonaba muy creíble así que solo se encogió de hombros restándole importancia.
- Mi desayuno de hoy fue muy nutritivo si te sirve de algo.
Estaban esperando a que el próximo profesor entrará a dar clases, al parecer se le había hecho tarde y ya no pudo evitar más las preguntas de Samuel.
- Me alegro que estes mejor. Aunque hubiera sido más dramático si te hubieses desmayado. Yo habría salido a tu rescate agarrándote antes de que abrieras el coco.
- Lamento no haberme desmayado, pudo haber sido un gran momento para ti - respondió sarcástica.
Sonrió, en realidad parecía aliviado de verla más animada, y lo estaba, bueno, lo estaba todos los viernes. Hoy vería a su padre. Se sumergió en sus pensamientos, repasando lo que tenía que hacer, había madrugado para hacer el pastel, solo le faltaban las velitas. Esperaba que sus hermanos lo trajeran sano y salvo.
-... siento mucho, no me gusta dejarte sola, creéme ¡Pero es una gran oportunidad!
-¿Ah? Perdón me distraje.
Samuel la miró indignado porque no había escuchado nada de lo que al parecer le emocionaba tanto.
- Te decía que es ayer hablé con el profesor de música y dijo que tenía un talento innato, dijo que podría practicar con él unos días a la semana ¡Y que hasta podríamos formar una banda escolar! las prácticas serán durante el receso, sólo serán dos días a la semana.
Se alegraba por él en serio. Y el quedarse sola no era un problema, en realidad lo disfrutaba, tampoco era como si desagradara estar con él, sólo prefería la soledad. Ya encontraría un lugar en el que podría estar sin interrupciones.
-No te preocupes por mi. Y dime ¿Cuándo empiezas?
- Hoy.
Miró el reloj, al parecer el profesor no iba a llegar así que los alumnos comenzaron a salir. Diana y Samuel hicieron lo mismo. Siguieron conversando hasta que llegó la hora de que él tuvo que irse.
Lo vió corriendo emocionado hacía el salón de música. Sonrió. Podía ver el maravilloso futuro que le esperaba a su amigo.
Buscó con la mirada un lugar donde podría estar sola. Había algunos, pero Diana solo podía pensar en regresar a los bancos del día anterior. Era tranquilo. Y lo suficientemente alejado de las demás personas.
Mientras caminaba hacia allí recibió un mensaje. Era la profesora-psicóloga (la verdad Diana no sabía cómo llamarla) Martha. El día anterior le había dado su número telefónico para ponerse de acuerdo con las citas. El mensaje decía que quería hablar con ella al finalizar las clases.
Llegó al banco y se sentó.
Diana Luna: Buenos días, ¿Es posible que nos podamos reunir el lunes? O cuando usted quiera. Los viernes tengo un compromiso y tengo que salir muy rápido del colegio.
Ella respondió de inmediato diciéndole que estaba bien.
La verdad tenía mucho sueño, la madrugada de hoy hacía que se sintiera cansada. Y de pronto ese banco parecía el lugar más cómodo del mundo para descansar solo un momento. Puso su bolso a modo de almohada y cerró los ojos.
No iba a dormir por supuesto, sólo necesitaba descansar los ojos un momento. Sacó los auriculares y puso su música. Para Diana, no existía nada más relajante que los momentos así, de paz, en los que nada la abrumaba, la música la absorbía, la llevaba a otros lugares y le quitaba la oportunidad a su mente de tener pensamientos insanos.
La canción iba sobre vivir cada día como si fuera el último. La verdad, cada vez que escuchaba o leía esos mensajes motivacionales sentía que eran muy vanales. Era muy fácil decir "disfruta la vida" pero ¿Cómo se hacía eso? Era como decir "Relájate" a alguien que está teniendo un ataque de nervios ¡No era posible!.
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Editado: 31.03.2024