1 año antes
- ¡Claro que le gustaste amiga! Sólo le faltó babear un poco – su amiga Adriana estaba al teléfono.
- ¿Tu crees? El fue muy lindo conmigo pero no me siento lista, y él va en serio, lo dejo muy claro – puso enfasis en las dos últimas palabras, recordando las veces que insinuó ser novios y en las que Diana tuvo que rehuir con amabilidad.
Diana introdujo la llave a la puerta con una sola mano. – Amiga espérame un minuto que esta puerta no quiere abrir- Tuvo que hacer un esfuerzo, la bocallave tenía algún fallo ya que costaba mucho abrir la cerradura. Cuando por fin lo logró, cual fue su sorpresa al notar que la llave se quedó pegada- ¿Qué carajos? – susurró para ella misma.
Jaló con todas sus fuerzas, pero la llave seguía atorada, miró hacia los lados. No había nadie. "¿Será que alguien note que le dejo ahí? " se preguntó. Tenía muchas ganas de seguir charlando con su amiga de aquel chico que conoció en una reunión de amigos hace unos días. Al final se rindió y dejó la llave colgando. No había mucha gente en su vecindario, y su familia era amiga de todos los vecinos.
- Volví. La maldita puerta me estaba haciendo guerra – le explicó a Adriana – Y bueno... ¿Crees que me escriba? ¿o tendré que hacerlo yo? – le preguntó mientras dejaba su bolsa en un rincón de la casa y se soltaba el cabello.
- ¡Helouuu! Estamos en pleno siglo XXI ¿Qué es eso de esperar a que el chico hable primero? ¡Hazlo tú! Y si te dice que no, él se lo pierde.
Adriana sabía mas de esos temas que Diana, a pesar de haber salido con un par de chicos, solo habían sido eso, salidas, Diana nunca había tenido novio. Y no tenía experiencia en esos temas. Aunque le gustaba fingir que si la tenía. Las películas románticas que había visto debían servir de algo ¿no?
- Tienes razón. Pero creo que lo haré más tarde – miró a su alrededor, la casa era un desastre – tengo cosas que hacer.
- Hablamos luego. ¡Me cuentas todo eh! – le exigió Adriana.
Colgó y se dedicó a recoger las cosas que no estaban en orden.
-Agh – se quejó. Había una mancha asquerosa en el piso y no quería saber qué era, sin embargo, tenía que limpiarla. Si iba a pasar toda la tarde sola, lo haría en una casa limpia y ordenada. Le molestaba mucho tener que asear todo. Su madre lo hacía antes de irse al trabajo, pero sus hermanos al momento de salir a sus trabajos dejaban hecho un desastre todo otra vez.
El silencio no le gustaba, así que se acercó al estéreo para poner música, limpiar no era un trabajo tan tedioso si lo hacías bailando.
El rock de los ochenta sonó a todo volumen en su casa. Comenzó a mover sus pies al ritmo de la música y a contonear sus caderas mientras cantaba a toda voz.
- ¿En dónde está el desinfectante? – se preguntó.
Luego recordó que lo había visto esa mañana arriba, cuando su mamá lo había utilizado en el baño. Subió bailando a segundo piso. Le encantaba estar sola en la casa. Podía hacer cualquier bobería sin que nadie la viera. Y además no tenía a sus molestos hermanos encima. Era como sentirse libre, aunque sonara raro.
Lo recogió moviendo la cabeza alegremente.
Un sonido extraño le llamó la atención mientras salía del baño. "¿Habrá sido parte de la canción?" La música seguía a todo volumen.
Diana sintió un dolor extraño en el pecho. Algo no iba bien.
Caminó lentamente para que sus pasos no fueran escuchados. Comenzó a descartar personas. Sabía que no eran sus hermanos, primero, porque a esa hora estaban en su trabajo y segundo porque ellos hacían bullicio al momento de llegar, tampoco podía ser su mamá porque ella nunca salía temprano del trabajo. Trató de convencerse de que podía ser papá, el iba y venía todo el tiempo, porque era comerciante, no tenía un lugar de trabajo, siempre se pasaba por la casa para recoger papeles y recibos.
-¿Pa? – llamó. Mientras bajaba las escaleras.
Se detuvo.
En ese mismo segundo, en el que vió que la persona parada en su sala no era su padre, supo lo que venía. Su corazón comenzó a latir frenéticamente. No pensaba, sólo sabía que tenía que alejarse del intruso. El miedo la asfixiaba pero se movió. Corrió hacia la puerta.
Pero el desgraciado era más rápido. Chocaron al frente de la salida. Diana sintió sus asquerosas manos en su cintura.
- No te hagas la difícil - le susurró al oído, su voz era como rasposa, Diana sintió un escalofrío recorrió todo su cuerpo, su corazón seguía latiendo con fuerza y respirar le costaba. No podía pensar siquiera - Te he visto - acarició su muslo. Diana no lograba moverse. Estaba en shock. Sabía lo que venía, lo había oído, escuchado experiencias en televisión, se había vuelto real para ella, y ahora lo estaba viviendo - Te pasas todos los días al frente de mí, provocándome. Esto es lo que le gusta a las niñas fáciles como tú.
Era el hombre más horrible que había visto jamás, sus ojos la recorrieron de una forma que hizo que deseara desaparecer. Y fue entonces cuando notó su estado. Sus pupilas estaban dilatadas y las venas rojas en los ojos hacían su mirada comparable a la de un monstruo. Uno que no está en sus cabales. Esa descubrimiento, solo hacia aquel encuentro más aterrador.
No había una pizca de humanidad en su atacante. Solo estupefacientes interviniendo en su ya dañada cabeza.
Las lágrimas comenzaron a rodar mientras sus manos seguían tocandola de manera perversa. No entendía que le pasaba, era como si el miedo la inmovilizara, como un gran peso que no le permitía si quiera mover un dedo.
Y entonces reaccionó. Se acordó de lo que le habían dicho sus hermanos bromeando "Siempre ataca a la parte débil de tu oponente, si es un hombre. Mucho más fácil. No lo tienes que pensar demasiado" Diana le pegó en la entrepierna con la rodilla. El hombre se dobló del dolor.
Su respiración todavía era rápida, pero no lo pensó dos veces y corrió hacia la puerta.
Pero la cucaracha también se movió y le agarró la rodilla. Su mano la apretó con demasiada fuerza. ¿Cómo era posible que nadie supiera lo que estaba pasando? ¿Nadie vió a ese hombre entrando a la casa? Estaba totalmente sola. Y lo peor iba a pasar.
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Editado: 31.03.2024