Háblame sin mirarme

8. Invitaciones

- Daniel - saludó intentando mantener la compostura y que no se notara su emoción/terror por verlo de nuevo..
Diana estaba de lo más nerviosa teniéndolo así de cerca, sus anteriores interacciones no incluían contacto visual así que se encontraba fuera de su zona. Su amiga no ayudaba, quien solo presenciaba fascinada el encuentro.
- ¿Podemos hablar? - preguntó despacio.
- ¿Justo ahora? - la verdad es que conversar con él en un sitio tan abarrotado de gente no le apetecía. Tenía el estómago revuelto y las emociones a mil.
- No he podido encontrar otro momento, así que sí.
Diana miró a Adriana en busca de ayuda pero ella se limtó a encogerse de hombros, levantarse y guiñarle un ojo cuando Daniel no veía.
- Los dejo hablar. Vuelvo en un momento - le dijo como si le estuviese haciendo un gran favor. Vió con horror como desaparecía entre la gente dejándola a solas con Daniel.
- ¿Puedo? - dijo señalando la silla.
Diana asintió la cabeza antes de cambiar de opinión y salir corriendo. Esa opción se repetía en su mente con cada movimiento que él hacía sentándose al frente de ella.
- ¿Cómo has estado? - preguntó de lo más relajado a su lado.
Entonces sintió como su pierna rozaba con la de él. Fue un leve contacto pero la puso de lo más acalorada. ¿Hacía más calor? De pronto su chaqueta ya no le gustaba tanto y anhelaba quitársela.
- Supongo que bien - intentó mirarlo por primera vez directamente a los ojos. Recibió el pequeño contacto visual con una sonrisa. Ella dirigió la mirada hacia la mesa enseguida con mariposas aleteando en su estómago.
Definitivamente esa no era la reacción que se imaginó cuando pensaba en un posible reencuentro. En su mente, Diana actuaba de manera más fría y seria. Pero ahí estaba, como una niña chiquita sonriendo.
- ¿Supones? ¿Tiene que ver con mi ausencia? - bromeó poniendo el codo en la mesa y la cabeza recostada en su mano con el cuerpo dirigido hacia ella.
- No. Claro que no. ¿Cómo..?
- Demasiadas negaciones hacen una afirmación Diana. - sus rulos se movieron en un movimiento porque ahora estaba prácticamente acostado sobre la mesa intentando buscar la mirada de Diana - mírame - susurró.
De inmediato ella lo hizo casi como obedeciendo una orden.
- ¿Qué estás haciendo?
- Nada.
- Me refiero a que dijiste que querías hablar. Y lo único que has hecho es ponerme nerviosa.
Sus labios se movieron en una sonrisa casi malvada con satisfacción.
- Juro que vine con una idea en la cabeza pero lo olvidé cuando me miraste de ese modo.
- ¿Perdón?
- De ese modo tan inocente y tierno que tienes de hacerlo - Diana no sabía cómo responder a cosas así, pero Daniel lo hacía tan natural que una conversación era algo difícil de llevar a cabo.
Raspó la garganta intentando volver a la realidad.
- Te estás yendo por las ramas otra vez.
- Las personas normales dicen "gracias por el cumplido"
Imposible llegar a un punto concreto con él.
- ¿Te parezco muy normal? - sabía Dios cuanto deseaba Diana ser más como los demás y dejarse de comportar como un manojo de nervios andante.
- En realidad eres extraordinaria. - Diana lo miró con reprobación - ¡Okey! ¿De que hablábamos?
- Daniel..
- Estaba bromeando. Sólo quería disculparme por el incidente del estacionamiento. No debí involucrarme y dejarte en una posición incómoda con tus hermanos.
Diana frunció el ceño.
- No tienes que... entiendo que desde tu punto de vista, Gabriel podía estar haciéndome daño - era cierto, no se había molestado con él por eso. Ese día en la tarde hasta se rió un poco sola recordando la cara de susto que puso su hermano cuando él apareció - aunque tengo una pregunta -vaciló- ¿Cómo conoces a Tomás?
La expresión coqueta de su acompañante cambió de inmediato por una mueca de disgusto. Era extraño que se pusiera igual de tenso que Tomás cuando le preguntó sobre él.
- Su puño en mi rostro me conquistó cuando nos conocimos
- No es cierto. Ya se conocían - replicó
- ¿Podemos no hablar de eso? - pidió sinceramente. Pero no la convenció.
- ¿Por qué?
- Porque no.
- ¿Y por qué no? - replicó
- Porque no.
- ¿Estoy hablando con un niño acaso?
- Me gusta creer que llevo uno adentro.
- ¿Te lo comiste?
Daniel soltó una carcajada con el comentario, Diana sonrió y descubrió que le encantaba el sonido de su risa. Se sorprendió al comenzar a sentirse más cómoda en su presencia, ahora la invadía la curiosidad.
- Mis hermanos me prohibieron hablar contigo - comentó algo avergonzada porque ya tenía 18 años y decir que alguien todavía le prohibia algo le daba pena.
- ¿Qué les dijiste? - preguntó más seriamente.
- Que ya no nos veíamos.
- ¿Qué dijo Tomás acerca de mí? - su tono cada vez la intrigaba más. ¿Cómo es que podía pasar de ser infantil a una persona tan seria de un momento a otro?
- Que no eras alguien a quien se quiere tener cerca - dijo incómoda de tener que repetir esas palabras.
Daniel parecía abstraído en sus propios pensamientos, como si ya no estuviera con ella en ese momento. Se convirtió en otra persona. Asintió la cabeza levemente. Cuando la miró ya no lo hizo de la misma forma que al principio.
- Fue un error - sonaba como si se lo dijera a él mismo y no a ella - Tiene razón - se levantó de la silla un tanto aturdido, con la cabeza en otra parte, lejos de Diana.
El siguiente acto fue sin pensar (cosa rara en en ella). Diana se quedó estupefacta viendo su propia mano sosteniendo el antebrazo de él. Daniel tenía la misma expresión que ella, y entonces, justo frente a sus ojos el anterior Daniel regresó, sin esa máscara de tormento. Su postura se relajó, sus facciones, hasta su mirada se suavizó.
- No la tienen - sonó extrañamente segura de lo que decía.
Y estaba siendo real, porque eso sentía. Lo sintió desde el primer momento, porque vió algo en él y supo que era ese tipo de persona a la que si querías tener cerca. Recordó que lo primero que pensó de él fue precisamente que era una buena persona. Y el conocerlo, no había hecho más que afirmar esa perspectiva.
Bajó la mirada y se dió cuenta que su mano seguía ahí, en contacto con su piel. De inmediato la soltó y desvío la mirada sintiéndose tímida de nuevo. Cuando regresó a verlo rápidamente, descubrió una pequeña sonrisa, de esas que tanto le gustaban a Diana.
- Como sea. Da igual, ya no importa porque tomaste tu salida - comentó indiferente volviendo a su té helado.
- También quería hablar respecto a eso... Quería dejarte algo claro porque no quiero que pienses... - se quedó callado cuando su amigo llegó y puso un su brazo en su hombro. Daniel lo volteó a ver molesto. El chico parecía contento.
- Es linda - le dijo en voz baja a Daniel pero no lo suficiente porque Diana lo escuchó. Ella por su parte, que no estaba acostumbrada a los cumplidos se removió avergonzada.
En ese momento Adriana decidió hacer acto de presencia y se sentó en el lugar en el que había estado Daniel momentos antes.
- Le estaba comentando a tu amiga que íbamos a tener una reunión de amigos... - comenzó el chico.
- Una fiesta - le susurró Adriana.
- Como prefieras llamarlo guapa - le guiñó un ojo a su amiga - ya están invitadas. Tiene la dirección - sonrió maléficamente - estoy muy seguro de que a Daniel le encantará verte.
El mencionado se tensó y se rascó atrás de la oreja. ¿Por qué ese movimiento le pareció tan encantador?
- En realidad... Diana - hizo una mueca - no es el tipo de lugar al que tipo de lugar al que te gustaría ir. Habrá personas - se dirigió a su amigo - no muy agradables.
Fue un comentario sumamente extraño que dejó a todos en silencio.
- ¿No quieres que vaya? - concluyó Diana
- No creo que sea una buena idea - ¿Que le había pasado al chico lindo que estaba sentado a lado de ella hace unos minutos? Porque era completamente diferente. Nuevamente. ¡Qué habilidad que tenía para cambiar de personalidad tan rápidamente!
Se miraron.
Entonces lo entendió.
A pesar de la coincidencia al encontrarse ahí, Daniel no tenía intenciones de volver a acercarse a ella.
- No te preocupes. Igual yo no voy a fiestas - se sentía ofendida. No podía evitarlo. - Nos vemos.
Recogió su bolsa, se levantó y caminó hacia la salida con Adriana pisandole los talones.
Ya afuera sintió que ahora él el que la detenía sosteniendo su brazo.
- No es lo que estás pensando créeme. Sólo quería evitarte ratos incómodos. - se excusó - No te enfades conmigo - casi rogó
Diana tomó la mano que la tocaba y suavemente la apartó.
- Entendí todo perfectamente. ¿Tomaste tu salida recuerdas? Yo te la di. No estoy enojada, sólo te doy tu espacio porque eso fue lo que tú quisiste. - aunque su respuesta sonaba a reproche, en realidad estaba siendo sincera.
Se dió la vuelta y siguió caminando. Buscó en su bolso su celular para llamar a sus hermanos y que la vinieran a recoger. Adriana estaba a su lado en silencio seguramente preguntándose un montón de cosas.
- Hice lo mejor para ti. A pesar de que quería quedarme.
"Hice lo mejor para ti" escucharlo decir precisamente eso la molestó aún más. ¿Por qué todos querían hacer lo mejor para ella? ¿Qué era? ¿Una persona que no puede decidir por ella misma? Estaba realmente cansada de escuchar a los que la rodeaban decir eso. La hacían sentir como una inútil que no podía dirigir su propia vida.
- No quiero seguir esta conversación - terminó sin parar de caminar y sin dirigirle la mirada.
- Ve a la fiesta.
Diana se detuvo en seco.
- ¿Estás loco?
Escuchó a Adriana a su lado que ahogaba una risita.
- Solo ve.
- ¿No acabas de decir que estarán personas "no agradables"?
- Ya no habrán.
- Alerta de chico raro... - canturreó su amiga.
- ¿Y por qué acabas de decidir eso?
- Porque es en mi casa. Creo que eso me da algunos derechos. ¿Vas a venir?
- Lo voy a pensar - cedió para no seguir discutiendo.
Le alegró pensar que hace unos días hubiese sido un no rotundo. Y que ahora al menos lo consideraba una opción. Estaba cambiando. Estaba encontrando el camino hacia su ansiada libertad.
- Nos vemos.
- Adiós Daniel.
- Adiós Diana.
Lo vió alejarse. No lo podía creer. Acababa de tener una conversación normal con Daniel. Bueno, eso último no fue precisamente una conversación si no más bien una pequeña discusión pero algo es algo ¿No?
Le mandó un mensaje a Tomás avisándole que podía venir.
- ¿Me vas a explicar ya?
- ¿Qué cosa?
- ¡Ese bombón andante que está loquito por ti! - exclamó. Las personas a su alrededor las quedaron viendo. Diana la miró indignada. - Está bien... Hablaré más bajo.
- No hay mucho que explicar.
- ¡Hay una historia romántica por contar! - se notaba que se esforzó por no gritar nuevamente.
- Sólo somos amigos... Creo - ni siquiera lo sabía, ni quería definirlo como una amistad por el alejamiento que tuvieron durantes esas semanas. Diana encontraba demasiado significado en las definiciones de la relaciones interpersonales y no lo veía como una amistad.
- Si claro. ¡Es que si lo vieras desde otra perspectiva! Te juro que ví chispas entre ustedes dos.
- ¿Chispas?
- ¡Y de colores!
- ¿Cuáles? - intentó desvíar la conversación.
- Rosa, azul, naranja, violeta... - se detuvo - Tu no cambias ¿Eh?
- Tu tampoco, siempre caes.
Luego de eso, Adriana le siguió pidiendo explicaciones. Así que la invitó a su casa para conversar más tranquilamente en su habitación. Ella aceptó encantada.
***
- ¡Hogar dulce hogar! - exclamó Adriana entrando a la casa.
- ¿Volvió la chinche? - Gabriel estaba acostado en el sillón viendo televisión pero en cuanto escuchó la voz de la chica, se levantó como un resorte asomándose por la sala.
- También te extrañé cucaracho.- le respondió para posteriormente lanzarse encima de él. A Gabriel le encantaban los abrazos, pero cuando se trataba de Adriana parecía detestarlos como sus hermanos.
- Suéltame ya bicho - se quejó intentando zafarse de su agarre pero Adriana se aferraba aún más.
- ¿Qué...? - apareció Manuel bajando las escaleras -Ah.
Los ojos de su amiga brillaron al verlo, Manuel fue su amor platónico no correspondido de toda la vida. Le encantaba molestarlo y expresar su amor por él a los cuatro vientos. Su hermano intentaba ignorar los comentarios atrevidos que su amiga lanzaba cada vez que podía, a diferencia de los demás, que le hacían saber lo molesta que les resultaba cada vez que tenían la oportunidad. Manuel siempre era cortés con ella, la respetaba mucho y le tenía cariño como amiga de su hermana. Nada más.
Adriana era consciente de lo que Manu sentía hacia ella, pero no perdía la esperanza y le dejaba muy claros sus sentimientos hacia él cada vez que podía, en cualquier lugar, a cualquier hora y en el momento menos adecuado posible.
- Y aquí vamos otra vez...- comentó casi para él - Hola Adriana.
- Hola amor - saludó batiendo las pestañas encantada con su presencia.
Antes de que pudiera seguir fastidiando a sus hermanos, se la llevó a rastras a su habitación.
- ¡Había olvidado lo bien que se sentía estar entre tanto chicos! ¡Manuel escada vez es más lindo! - se lanzó a la cama - y lo cómodo que era tu colchón.
Diana se sentó un sillón que tenía en la esquina ya que era obvio que Adriana ya se había adueñado de toda su cama y no le dejaría espacio.
- Voy a dejar que sigas pensando que convivir con chicos se siente bien
Adriana se levantó un poco apoyándose en sus antebrazos.
- ¿Y es que a ti no te gusta? Porque estás rodeada de ellos y no hablo sólo de tus hermanos - enfatizó.
- Samuel es un buen amigo.
Le lanzó su almohada que esquivó con las justas.
- Vamos al grano chica, estoy hablando de Daniel. Necesito esa información así como necesito el aire.
- Es lindo - sólo pudo admitir.
- ¿Lindo? ¡Es más que eso! Es casi un modelo de bóxers - como siempre Adriana sin pelos en la lengua.
- ¿En serio? ¿Los modelos de bóxers son tu referencia en cuanto a chicos guapos?
Ella se encogió de hombros.
- Pues sí. Carita tierna pero facciones marcadas que lo hacen ver sexy, cuerpo bien proporcionado, no es delgaducho ni muy musculoso y bueno dado que tenía pantalón puesto no puedo juzgar si paquete, pero tengo la sensación de que está bastante bien. Créeme yo tengo un sexto sentido, sé de estás cosas. Además, a pesar de que viste sencillo tiene un aire Old Money. Te apuesto a que es rico.
- ¿Cómo puedes saber eso?
- Señales. Camina con la confianza característica de alguien que nunca se ha tenido que preocupar por llegar a fin de mes. Eso. Y la marca de su ropa.
Había olvidado que Adriana tenía habilidades que cualquier detective envidiaría.
- Me das miedo.
- ¡Ya cuéntame lo que pasó entre ustedes! - chilló sentándose y cruzando las piernas.
Sabía que su amiga insistiría toda la noche de ser posible si es que ella se atrevía a no querer contarle, así que Diana procedió a contarle todo respecto a Daniel, cómo se conocieron, lo bien que conectaron, como fue que terminaron las cosas, el incidente con Gabriel y Tomás. Decir que se sintió bien decírselo a alguien es poco. Adriana escuchó atenta como sus emociones influyeron en relación y terminó por abrazarla cuando le comentó lo frustrada que se sentía. Tener una amiga era muy diferente a hablar con la profesora Martha, la psicóloga llegaba a sus límites profesionales y le ayudaba a encontrar su propio camino pero una amiga en cambio, compartía tus sentimientos, los entendía y te apoyaba.
- Me molesta mucho que hayas estado sola todo este tiempo, lidiando con todo. No me permitiste ser tu apoyo - no fue un reclamo. Pero Diana lo lamentó porque tenía razón.
Las dos siempre habían estado juntas, desde pequeñas, se apoyaron en sus travesuras, vivieron sus primeras experiencias adolescentes juntas, eran como hermanas. Sin embargo, Diana la alejó porque estaba sumida en la victimización y no soportaba la vida "normal" de los demás, era algo que le costó aceptar y se sintió una pésima amiga y persona por ser así. No merecía la amistad incondicional de Adriana.
- Lo lamento mucho - dijo sintiéndolo demasiado.
- Ya pasó - dijo haciendo un gesto con las manos restándole importancia - Ahora me tienes y te tengo. Y no pienso volver a permitir que te alejes. Estaré pegada a ti como chicle ¿Me oíste? - la idea no le molestó en absoluto, más bien la abrazó fuertemente aliviada de tener a su amiga incondicional de vuelta - Tampoco voy a permitir que faltes a esa fiesta.
- Aún no lo he pensado bien
- ¡Y no tienes nada que pensar! Vamos y punto.
- Mis hermanos no me van a dejar ir - buscó una excusa.
Desde mucho antes de su suceso, Diana no disfrutaba de las fiestas, se sentía fuera de lugar. Todas las veces iba obligada por su amiga. Ya estando en las fiestas conocía a personas que terminaban agradandole, pero siempre prefería quedarse en casa viendo una película.
- Tienes 18. Ya no necesitas permiso - la sacudió un poco pero Diana tenía muy poco ánimos.
- No tengo ganas de salir. Aún no estoy lista. Además, estoy agotada mentalmente. Lo último que quiero es convivir con más gente.
Sin hacerle mucho caso a lo que decía, Adriana se levantó a buscar en su guardarropa algún atuendo para salir, fue descartando toda la ropa que usaba actualmente hasta que llegó a la antigua. Sacó un vestido negro ajustado al cuerpo distraídamente.
- Siempre me gustó este. Póntelo - le ordenó.
-¿No me estás escuchando? No quiero ir. Y si lo hiciera, ni loca saldría con ese.
- Te lo ponías antes...
- Si vamos a ponernos a enlistar la lista de cosas que hacía hace un año, y que no volvería hacer. Nos quedaríamos aquí toda la noche. ¿Empezamos?
- ¿Y este? No es de mi gusto pero creo que te sentirás más cómoda - tenía alzado un vestido blanco muy suelto que le llegaba hasta las rodillas. Era bonito, casi se entristeció al recordar que ese vestido, se lo había comprado su papá al gusto de él en su cumpleaños 16.
Diana no supo cómo lo hizo pero de pronto se encontraba con el vestido puesto, con un poco de maquillaje y peinada frente al espejo.
- El primer paso para superar tus miedos es diciéndole si a lo que por lo general le dices no - la aconsejó su amiga poniéndole las manos en sus hombros viéndola desde su reflejo - luces maravillosa.
Diana se miró tímidamente. No era fea, antes era demasiado consciente de eso pero en esos últimos tiempos ni siquiera se miraba mucho al espejo y su aspecto era lo último en lo que pensaba. Le gustó esa sensación reconfortante de se sentirse bella. Dentro de ella sintió que poco a poco el hielo se iba rompiendo. Sonrió.
Estaba orgullosa de si misma.
Ahora venía lo bueno.
Comunicarle a sus hermanos que iría a una fiesta y obviamente omitir la presencia de cierta persona en el lugar.
- Ya estás muy mayor para esto - renegó Adriana - a tu edad deberías salir sin avisarles
A pesar de tener dieciocho años, Diana no se sentía como una persona de su edad. Se había estancado y todavía era una chica de dieciséis años en su mente. Pero ya era hora de que eso cambiara. Bajó las escaleras. Estaba nerviosa por la reacción de los chicos.
- ¿Diana?
Manuel estaba más que sorprendido.
- ¿A dónde vas?
Adriana pasó a su lado muy rápido y empujándola para que la siguiera.
- A una fiesta, me gustaría quedarme charlando pero vamos tarde. Adiós amorcito.- ya estaban en la puerta cuando escuchó la voz de su hermano, se detuvo como si con una pared invisible se hubiese chocado.
- ¿Qué le hiciste a mi hermana? - Tomás estaba de brazos cruzados en la puerta de la cocina - Hizo falta un día y ya la estás llevando al lado oscuro - le reclamó a la chica que estaba a su lado.
A Tomás nunca le había agradado mucho su amiga, ni ella a él, a su hermano no le gustaban las personas tan parlanchinas y a Adriana no le gustaban "zombies vivientes" como lo llamaba ella.
- ¡Y muy oscuro va estar! ¡Nos vamos! - jalandola otra vez hacia la salida.
- Diana - la llamó con su voz autoritaria, sin alzar la voz pero con decisión - ¿Me explicas que está pasando? Si solo ayer no podías ni ir a la tienda.
- ¡El Uber espera! - se impacientó Adriana.
- Necesito hacer esto. Te prometo que te voy a llamar en el momento en que no me sienta cómoda. Ya no puedo seguir viviendo así.
Tomás reflexionó unos segundos hasta que asintió la cabeza.
- Yo te voy a recoger.
Diana se emocionó, Tomás le estaba demostrando que confiaba en ella y que de algún modo la apoyaba en cada paso que daba. Eso era justo lo que le había pedido. El sentimiento que la llenó fue tal que corrió a darle un breve abrazo antes de irse.
Ya en el automóvil, con su amiga a lado fue plenamente consciente de todo lo que estaba sucediendo en su vida y una sensación de felicidad la embargó hasta los huesos.
La vida no era gris. Estaba llena de colores vibrantes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.