¿Cómo educare a mi hijo?, es una de las preguntas que millones de madres y padres de familia de todo el mundo se hacen prácticamente a diario. Y es que, de la misma manera que los niños tienen que practicar aprendizajes de todo tipo a lo largo de la infancia, los padres también han de aprender a hacerlo.
Cada niño, cada situación, cada momento requiere una manera de actuar para la que conviene estar preparados, pero la pregunta es, ¿Cómo actuar?
La mejor forma de acertar y hacerlo bien con la educación de los hijos es que los padres reconozcan que hacen mal, en que se equivocan y que errores cometen, puesto que los padres son los referentes modelos a seguir de los niños, resulta incongruente pedirle al niño que no insulte, que sea paciente, que respete a los demás sobre todo a sus mayores o que comparta si sus progenitores no siguen esas mismas reglas.
Sobreproteger es uno de los errores más comunes hoy en día. Los padres no solo asumen las tareas y responsabilidades de sus hijos, sino que además evitan que se frustren y resuelven sus problemas, proteger en exceso solo ocasiona que el menor no desarrolle las habilidades necesarias para resolver cualquier tipo de problema.
Los niños necesitan normas en su educación para saber cómo actuar, para protegerse del peligro, para no convertirse en niño tirano, apático, o pasivo.
Crear un modelo educativo a tiempo desde la infancia es fundamental para la educación de los hijos.
Gritar a los niños sin duda no es uno de los modelos educativo, cuando la situación es habitual lo único que ocurrirá es que el niño se acostumbrara y ya no tendrá efecto, solo le causara baja autoestima, tendera a estar más nervioso y además tendrá una actitud sumamente agresiva.
Se suele castigar con gritos o de una manera desproporcionada al comportamiento del niño, ya que el menor no piensa en su actitud en esos momentos si no que en la de sus padres.
Mas sin embargo es más positivo el castigo educativo, es decir, en vez de usar la privación de algo, será mejor utilizar métodos para que el menor comprenda que lo que ha cometido tiene consecuencias.
Es común que lo padres no tengan el mismo criterio educativo y cada uno aplique el suyo, sin embargo, esto solo hará que el menor se confunda, es preferible hablar entre la pareja sobre cómo actuar antes de dar pautas dispares que hagan que el niño se sienta perdido.
Los padres suelen utilizar el “no” de manera demasiado habitual:
“no subas ahí”, “no saltes”, “no grites” … Por otro lado, si los menores lo único que reciben son frases negativas y criticas tenderán a ser ellos adultos negativos e incluso con muy baja autoestima.
Es muy normal que en un regaño el padre o la madre quiera hacer oír su voz por encima de la del niño, bloqueando cualquier comentario o defensa por su parte, sin embargo, es fundamental escuchar a los hijos y conocer por que hicieron algo, que les impulso a tener una determinada conducta o que sienten, piensan y creen sobre las cosas.
A los niños muchas de las veces se les da de todo y a tempranas edades tienen cualquier juguete que piden o incluso dispositivos tecnológicos, evitar que los menores se esfuercen o luchen por conseguir las cosas presentárselas en bandeja de plata solo crea niños perezosos y con pocas ansias de conseguir o lograr objetivos.
Los padres tienden a olvidarse que una vez fueron niños, no recuerdan lo que se siente volver a casa con un examen suspenso o sencillamente la sensación de romper el jarrón favorito de mamá o lo divertido que es saltar sobre la cama, no podemos tratar a los niños como adultos, están en pleno proceso de aprendizaje y necesitan experimentar y probar.
Es decir, solo hay que entenderles.