Hacia el Horizonte

Muros

Muros

Construí muros y jardines de las más hermosas flores.

Un hermoso hogar al que ir cuando todo era difícil.
El paraíso era mi hogar.

Un hermoso castillo con ventanales brillantes,

con piedras blancas, hermosas y pulcras.

Pero allí, en el hermoso paraíso

la realidad se expandió y

con eso su crueldad.

Los cristales se volvieron garrotes,

Las piedras se oscurecieron y

Las grietas rompieron la hermosura del lugar.

El moho se encargó de llenar las grietas,

Las flores del jardín se marchitaron y

Los susurros de la noche

llenaron los vacíos silenciosos.

Mientras, en la soledad..

la sonriente niña solo pudo llorar.

Lágrimas gruesas, negras y cargadas bajaban

por su infantil rostro con una angustia lacerante.

Los gritos de la noche empezaron a marearla,

Los golpes rompían su inocencia y

Las promesas volvían polvo su corazón.

Eran vacías, cada una de ellas

eran simples mentiras.

Las escuchaba después del desastre y

consiente de la falsedad en estas

dejó de creer en ellas.

Todo cuanto había creído ya no existía.

Los muros a su alrededor eran tan apremiantes

que ya no resultaba cómodo estar allí.

Su alrededor se desmoronaba

y solo deseaba que aquello parase.

Que el tiempo se revelará y fuera en reversa.

Que se detuviera justo cuando ella sonreía,

Justo cuando ella estaba bien consigo misma

Y que allí permaneciera toda la vida.

En ese lugar en el que reía,

En ese lugar en el que jugaba y

En ese lugar en que su corazón no había sido roto jamás.

Pero…

Nada la devolvía,

Nada la salvaba de aquel lugar lleno de

tinieblas y se acostumbró tanto a ellas

que se convirtió en una.

Inestable,

Sola,

Danzando en la oscuridad y

Ocultando sus rotos pedazos del resto del mundo.

Inseguridades, miedos, sueños rotos

y una mente demasiado cruel

que le reclamaba,

la torturaba por la luz que había vivido.

Porque a la final

si nunca hubiese vivido la fantasía,

nunca hubiese estado tan rota.

Porque la ilusión y esperanza,

la habían llenado de una luz que ahora solo añoraba.

Como quién añora un sueño.

Como quién añora un amor.

E incluso como quién añora una estrella.

“Lo hizo sabiendo que quienes añoran de esa manera solo reciben la desesperación de un sueño hecho añicos, de un amor no correspondido y de una estrella lo suficientemente lejana como para poder tocarla o admirarla” Verona




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