Hoy me enojo, lo hago al ver tu intento de sostenernos como si no nos hubieses abandonado. Hoy callo, pero no por ti, sino por mí. Mereces la maldita furia que hay en mi interior, porque me rompiste y luego preguntaste:
¿Por qué me abandonas?
Hoy mi alma grita en palabras lo que no dice por no lastimarte. Yo sí se amar, yo sí lo hice en cada oportunidad que tuve.
¿Fortaleza?
Fortaleza la mía que sobreviví a todo sin tu ayuda y manejando un corazón roto con más miedos que apoyo.
¿Cobardía?
Cobardía la tuya que preferiste huir cuando yo tuve que mantenerme fuerte para no desmoronarme.
Hoy me enveneno con esta rabia, porque es la última vez que me permito sentir culpa y más por alguien que eligió su vicio por encima de la felicidad de su familia.
Hoy escribo con fuego en mis venas, porque nunca me permití hacerlo y aquí estoy, diciendo que es por mí. Si quieres sufrir, llorar o romperte es tu decisión, no la mía.
Yo no te lastimo con palabras, yo no te lastimo con mis manos, yo no te lastimo con gritos o reclamos.
Yo he decidido lastimarte de la única forma que me enseñaste a hacerlo, dándote la espalda como tú me la diste a mí. Pero yo si soy distinta en algo. Yo no volveré rogando un perdón.
Si me quieres odiar hazlo. Si me quieres culpar hazlo. Si quieres decir que te condené, piénsalo y no te detengas. Porque hoy me enveneno con gusto, sé que eso no te dañará, pero para mí solo significará que sobreviví. Que lo hice sin tu ayuda.
Hoy me enveneno con mi rabia, sabiendo que eso matará un parte de mí y la verdad no me importa. Porque se llevará lo que por tanto tiempo quise sostener, la dulce ilusión del padre que ya no tengo.
Hoy aprieto mis puños con fuerza, con una rabia consumiendo mi ser y con un dolor que quema en el alma. Pero no por ti, es por mí. Porque he decidido que lo que me lastima solo lo decidiré yo, lo permitiré yo y lo haré sangrar yo.
La dulzura y grandeza de mi amor me lo debo a mí. Amé en la soledad, amé en las malditas cenizas y renací.
Tu capacidad de perderte fue tu cobardía, tu gran demonio no se trató del destino sino de tus pobres excusas, de tus falsas promesas y de tu propia cobardía.
Eres humano, has caído en la trampa de destruirte solo, pero no cambiaré por ti, no me hundiré a tu lado.
No me quedaré en los escombros de una familia que se cayó bajo mentiras, bajo falsas ilusiones y corazones rotos. La vida es así, pero no me permitiré hundir por algo que nunca fue mi culpa, por algo que nunca tuve que arreglar.
Entonces aquí vamos, ustedes fingirán celebrando y yo me reiré mentalmente.
¿Seguimos siendo una familia?
Ya no para mí. Quienes se mienten son ustedes, yo por fin puedo liberarme de la culpa, de los remordimientos y de las responsabilidades que no son mías. Brinden por la familia mientras yo brindo por la bendita hipocresía y sonrió sabiendo que estoy mejor por mí, no por nadie más.