Para: mamá
De: La niña que siempre esperó a que la salvarás…
Hola mamá, hoy tus ojos me mostraron que estabas decepcionada de mí, hoy mis ojos mostraron una determinación que terminó por rompernos a ambas. Yo con el mentón altivo, tú con tus ojos reprobatorios.
Te pedí cambio, te pedí libertad…
La niña dentro de mí solo quería que lo entendieras, pero supongo que no tenías que hacerlo, no por mí. Tal vez también soy mala hija. Te presioné. Quería que nos salvarás, que por fin le dijeras adiós al amor que tanto daño nos hizo y lo único que probaste fue lo diferente que veíamos las cosas. Tú dijiste que no podías romper el círculo de 17 años de relación, así como si nada y yo quise mostrarte que sí. Que no lo hacíamos desde el rencor, lo hacíamos por nosotras. Pero dijiste que mi postura estaba llena de rabia y rencor. Se que me reclamaste por dentro...Tus ojos me lo dijeron. Pero también vi el quiebre en ellos, uno que te ocultaste a ti misma. ¿Qué esperas hacer con los escombros? ¿Qué hay aquí que ya no hayamos visto antes? ¿Redención? ¿Culpa? Solo son sus mentiras. Mentiras que te crees y que él sigue formulando como vagas excusas.
Creando siempre una misma sensación de ahogo, de mentiras y de fantasías. Pero dices ser pacífica…luego explotas diciendo que tal vez lo mejor es irte tú, sola…Eso me rompió, por eso solo pude dejar que el lado fuerte tomara mis movimientos y callé…callé con la frente en alto. Y eso te lastimó. Luego me arrepentí. Luego lloré. Pero a solas…porque tú sigues mintiéndote con esto. Dices que vas lento, que no puedes cortarlo como yo lo hice…tal vez mi posición no te agrada. Tal vez no te emociona la idea. Tal vez te da miedo aceptar que esto, que la familia que construiste ya no está…Me reclamaste que yo si lo hice, lo supe por cómo me mirabas. Pero no pude negar mi postura. No pude rendirme ante ti, engañarme con tus mentiras y tus fantasías. Esas me ahogaron una vez. Esas me consumieron una vez…
Perdóname, mamá. Te fallé, porque tu hija no va a esperar ser destruida para irse y sé que te decepcioné al mostrar una dureza cruda…una que usé para defenderme a mi…para encontrar mi paz.
Dijiste que ojalá algún día yo pueda comprenderte…Si supieras que lo hago también que me tiembla la voz y que callo para no lastimarte…Se que no puedo controlar mis gestos tal vez ellos te lastimaron más…Dijiste que te estaba juzgando, que te estaba apurando y yo nos vi a ambas atrapadas en el mismo patrón. Pasan los días…Las horas y sigues allí, diciendo que eres pacífica…que una relación de años no se rompe tan fácilmente…
Con el alma reconstruida, con el corazón quebrado pero funcional y con mis manos más seguras hoy te escribo mamá. Con lágrimas en el rostro, con la voz temblorosa y con la mente más clara que nunca:
El dolor está aquí, sigue latiendo bajo mi piel porque te amo a ti y lo amo a él. Pero no puedo darme la espalda a mí. No por ustedes. No por nadie.
No hay miedo aquí, papá. No hay que fingir aquí, mamá.
No hay que huir aquí. No hay que soportar hasta desfallecer aquí.
Recuerdo cuando me abrazaste, me prometiste que me protegerías y que buscarías mi comodidad…Con el alma hecha pedazos te creí. Pero luego regresé a casa y todo parecía estar normal. Lo único que te separaba de él era que dormían separados, ahora han vueltos ambos a la misma cama.
¿Cómo esperas que siga creyendo en ti?
Si no veo la fortaleza en ti, si no hay la determinación de un futuro mejor en tus ojos y lo único que encuentro es escombros.
¿Por qué sigues recogiéndolos del piso?
Duele tratar de reconstruirlos. Destrozados quedaron, pero sigues intentándolo…
Tal vez me estoy alejando, tal vez me he perdido de nuevo…Pero mi barco se ha hundido y en parte fue por las olas incesantes que no paraban de hacerme naufragiar. En otra parte fue porque ustedes rompieron algo que creyeron “Sagrado”. Muy tarde me di cuenta que no lo era…Muy tarde me di cuenta que no era lo que quería para mi vida.
Ahora te has ido con él, ambos a beber…El alcohol fue lo que destrozo nuestro hogar…Pero admito que tu cobardía y la de él fueron mucho más pesadas. Yo resistí. Lo hice sin alcohol. Ustedes vuelven a su falsa realidad. Yo me hundo en mi océano y trato de sobrevivir.
Me pregunto si toda la vida será así.
Una carta a ti, la mujer de mi vida. Quién con abrazos fuertes me reconstruyó, pero con miradas duras y palabras aún peor me destrozaron.
“Una carta olvidada, eso significo estas letras. No te las mostré, no te las conté y el mismo silencio que te di no reconstruyó nuestra relación. Construyó la mía” Verona