Hacia el Horizonte

Libertad

Esta vez no hay un plan. Toda mi vida ha sido regida por planes perfectamente calculados.

Planes que yo misma he creado.

Planes que me he encargado de perfeccionar.

Planes minuciosamente detallados sobre lo que hacer y lo que no.

¿Soy joven? Si lo soy, pero también he vivido en la eterna carrera de querer ser perfecta.

Cada plan tenía ese objetivo. No importaba en qué dirección iba. Solo debía ser perfecto

Si quería ser buena en clase, debía ser la mejor…

Si quería tener amigos, debía ser la más popular...

Si quería bailar, debía ser la mejor…

Si quería tener pareja, siempre pero siempre debía elegir a correcto…

Pero no pasó así. Nunca fui la mejor en nada. No tuve muchos amigos que valieran la pena y mucho menos viví una dulce historia de amor adolescente.

Nunca era lo suficiente y eso fue tan decepcionante...No era suficiente ni para mí misma. Más si embargo no entendía porque no funcionaba.

Entregaba lo mejor de mi…

Daba lo mejor de mi…

Pero todos mis intentos eran en vano y no lo entendía…

Había objetivos claros, metas trazadas, sueños por volver realidad y lo mejor de todo era que…allí estaban los pasos a seguir, cada detalle estaba allí. Pero, entonces ¿Por qué no funcionaba?

¿Por qué cada vez dejaba de ser yo misma? Si lo que hacía era tratar de seguir mis propios deseos.

Eso era lo que yo quería.

Me esforcé tanto en crear un personaje perfecto atrapado en una historia perfecta que olvidé quién era yo y todavía no lo he podido descubrir.

Pero no pude seguir con los planes…

Yo lo decidí. Me alejé de cada sueño, de cada meta y plan...Algunos de estos se cayeron no por decisión propia, sino por el suelo infértil en el que crecían.

Lo que amaba dejo de gustarme y terminé odiando aquello en lo que tanto deseé convertirme.

La mejor bailarina

La mejor estudiante

La más popular

La chica con un apasionado y divertido romance adolescente

Cada cosa llegó a parecer tan imposible de alcanzar que dejé de tener sueños... dejé de trazar metas...de contar mis pasos al caminar... de desear ser alguien de quién sentirse orgulloso...Y sobre todo deje de matarme la cabeza tratando de encontrar el camino perfecto, ese que me llevaría justo a la gloria.

Pero lo hice muy tarde...

Lo hice justo en el momento en que la vida me lazó de plano al mundo real.

Al mundo en donde ya no existe la falsa seguridad que te da la escuela y quedé solamente yo…llena de miedos e inseguridades que tracé durante años…llena de limitaciones y consejos que tomé tan a la ligera… llena de esperanzas vacías y un montón de sueños rotos guardados en una caja.

Eso me asustó más...Pero ya era libre.

Ya no había planes, tal vez uno que otro

sueño…Pero no había un camino que seguir.

No había una huella que seguir,

Ni una pista de a donde ir,

No había nada allí...

Había quedado yo y solamente yo caminado en un sendero largo. Uno incierto, desconocido y misterioso.

Por eso traté de aprender…dejándome llevar por las olas de mi barco y mirando al horizonte aun con manos temblorosas.

En ese viaje me di cuenta que para hacerlo debía dejar de lado mi tonta mascara de perfección y verme realmente.

Sin distracciones...Sin juicios o empoderamiento... Sin nada más allí que mi atención plena...

Ahí descubrí lo rota que había estado debajo de aquella máscara, lo vacía que me sentía, lo dañada y sola que me encontraba.

Pero ya no había planes y eso fue tan liberador como aterrador. Tanto que quise volver a atrás. Cuando todo en mi vida estaba regido por un plan y por una máscara que me ocultaba de todo. Y que a la vez alejaba cualquier posibilidad de cambiar las cosas. De aprender.

Esa máscara ya no está más, sin ella no hay planes, no hay sueños, incluso no hay un camino que recorrer... Por eso la persona gris en la que me había convertido debajo de ella se llenó de luz con suavidad.

La ternura cubrió suavemente su respirar

Valoró incluso la más mínima señal de que seguía con vida y cada suspiro parecía haber vuelto a la vida.

Era encantador volver a sentir que estaba viva y que era libre por fin.

Libre de reír

Libre de llorar

Libre de bailar

Libre de hacer lo que quisiera

Libre de ser feliz

Pero entonces llegó la incertidumbre tan cruel como lo es la duda y mis pasos se sintieron tambaleantes.

No había nada allí que los guiara previamente

No había nada allí que pudiera seguir para no perderme

No había nada allí realmente

Y entonces quise volver. Volver a mis rutinas, a mi control. Esa era la manera en la había aprendido a estar segura, sobre mi futuro, sobre mis pasos e incluso sobre mí misma. Porque la verdad era que mis pasos se sentían errantes, descuidados y sin razón.

Me detuve justo allí. En la delgada línea que me separaba de dos cosas que me asustaban de igual manera. Mi máscara y mi propia libertad.

Si elegía una perdía la otra y no estaba segura de dejar ir una…Pero lo hice

He decidido ser libre.

Una libertad que sé que cada día tendré que enfrentar y elegir.

Una libertad que hace que mi corazón se llene de calidez y que pueda amar cada pequeña cosa de la vida incluso cuando a veces tengo miedo sobre el futuro...




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