Hada de hielo 2

Plegarias del corazón

Mientras todos los acontecimientos de la última batalla de Even ocurrían, el comandante de las invocaciones se dirigía rápidamente a la cabaña donde se encontraba Melisa junto con Evan e Irene. Ellas se encontraban descansando dentro de la cabaña sumamente tranquilas, después de todo, no pueden sentir las presencias del exterior debido al cristal que hay debajo de la cabaña, por consecuencia no pueden sentir ninguna presencia enemiga, pero… la ventaja que tenía el comandante que se dirigía hacia allí, es que es capaz de invocar perros con la habilidad de rastrear hasta el más mínimo olor que desprenden.

Melisa andaba jugando con sus poderes para entretener a Irene, a su vez, ciertos pensamientos la atormentaban, ya que no podía evitar pensar donde pudo haber terminado Lune, él seguía con vida, después de todo, mientras el hada no muera el portador mantendrá todos sus poderes sin importar donde este, pero con una limitante, si el hada se aleja más de un kilómetro, el portador pierde gran porcentaje de su poder, lo que le imposibilita usar sus habilidades al máximo.

–Mamá, cuéntame más sobre papá, ¿Cómo se conocieron? – Observa con ternura.

–¿A Even? – Se queda pensativa con una sonrisa –Even…– Ríe ligeramente –Lo conocí cuando yo no era nada ni nadie en esta vida, literalmente con la llegada de las hadas al planeta tierra, muchos no sabíamos que hacer con aquella hada en nuestro interior, pero fue ahí cuando lo vi, sudado, cayendo y levantándose una y otra vez.

–¡¡Que genial!!

–Sin lugar a dudas lo fue– Ríe –En ese tiempo era muchísimo más tímida e insegura, pero fue gracias a él que obtuve el coraje de enfrentar mis miedos… el valor de enfrentarme al mundo entero, no solo por él, también por mí misma, para demostrar que yo también, puedo ser alguien increíble.

–¡¡Yo creo que mami es también muy genial!!, siempre está ahí ayudándome y siempre está al pendiente de todo, ¡¡Eres muy genial!!

–Gracias mi pequeña– Agarra a Irene y la abraza –También creo que eres una niña extraordinaria.

–Mami…

–¿Sí?

–Se que papi perdió a mucha gente importante… al igual que yo…– Observa con tristeza –¿Crees que era necesario perder tanto?

–Irene– Se sorprende por la pregunta –Pues…– Sonríe –No sé si lo sean o no, pero si ocurren, solo te queda hacerte más fuerte hasta aprender a vivir sin ello que tanto amamos, quizás no sea lo mejor, pero… si es el destino solo te queda afrontarlo.

(Se escuchan múltiples pasos a gran velocidad)

Melisa se percató de los múltiples pasos que se alcanzaban a escuchar fuera de la cabaña, quería creer que serían Even y los demás, pero su cuerpo le advertía de un peligro inminente en la que, si no actuaba rápido, posiblemente no tendría demasiadas posibilidades de sobrevivir.

–¡Irene, corre por Evan y escóndete en la entrada subterránea donde entramos hace unas horas!

–¿Qué ocurre mami?, tengo miedo.

–¡No hay tiempo! – Sujeta a Irene de los hombros –Eres igual de genial que papi ¿No es así?, papi y mami creen en ti mi pequeña, puedes hacerlo– Sonríe.

En eso, Irene se armó de valor y aun con miedo en su cuerpo, corrió rápidamente a la habitación del bebé para llevárselo hacia la entrada subterránea donde se encontraba el cristal, pero antes de llegar a la entrada, esta misma fue destruida por completo por una manada de perros monstruos que buscaban devorar al hijo de Celia. Irene al ver este escenario se asustó, pero Melisa con su Soul de ondas de viento mandó a volar de manera instantánea a los múltiples perros monstruos que intentaron ir a por la pequeña Irene y Evan.

–¡¡Vete Irene!!

–Pero ¿Qué hay de mami?

–¡¡Hazlo ya!!

Irene con lágrimas en los ojos y un miedo gigante se encerró en aquel espacio subterráneo, mientras que Melisa para asegurarse de que nadie entre ahí, generó una circunferencia de ondas de viento, lo que provocaba que cuando el enemigo se acerque, el mismo choque de las ondas expulsaría a los intrusos, y así fue como ocurrió, muchos perros monstruos intentaron destruir la entrada de madera para ingresar a las instalaciones subterráneas, pero el campo que hizo Melisa alrededor solo provocaba que los perros salieran disparados hacia todas las direcciones, matando a algunos de ellos en el proceso.

–Increíble, jamás había visto un poder tan peculiar como el tuyo– Dijo el comandante entrando por la entrada destruida de la casa a paso lento.

–¿Quién diablos eres tú?, acaso…– Observa con odio –¿Qué sucedió con Even y los demás?

–¿Tus amigos? – Empieza a reír con una mirada asesina –Están muertos.

–¿Qué? – Queda en shock –Imposible… ellos…– Su mirada empieza a entristecerse –Ellos…

–¿Acaso el hecho de que yo esté aquí no demuestra que yo resulté vencedor?, fueron una plaga difícil de eliminar lo admito, pero sus esfuerzos fueron en vanos y ahora solo me quedas tu… y esa niña con el bebé.

Melisa no podía creer lo que estaba escuchando, pero cuando el monstruo nombró el nombre de la pequeña Irene, Melisa se llenó de ira y con una mirada de odio extremo juró vengar la muerte de Even y los demás, sobre todo, proteger con cuerpo y alma lo último que le queda en este mundo.

–¡¡Mientras yo viva, esa niña y ese bebe vivirán!!

–¡¡Lo único que te esperará será la muerte!!

Una batalla entre el comandante y Melisa dio inicio, con una clara ventaja del comandante sobre ella puesto que Melisa no contaba con todo el poder real que puede poseer debido a que el paradero de Lune es aún desconocido, sin embargo, este no fue ningún impedimento para que ella no pudiera luchar y defenderse por el bien de sus seres amados.

–¿Por qué huyes tanto?, acaso eres de esas que tiene miedo morir.

–No soy una estúpida como para lanzarme a ti sin antes tener una abertura– Respondió Melisa saltando por el aire esquivando y alejando a los perros monstruos lo más posible de la cabaña.




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