Hada de hielo

Mi voz interior

Mi nombre es Even, soy un chico de 17 años y vivo en casa de mis padres, odio mi vida, no porque sufra de algún maltrato o algo por el estilo, sino más bien por la falta de emociones, en la escuela era un niño súper aplicado, pero con el paso del tiempo me fui dando cuenta que la vida a medida que avanza, se llena de responsabilidades y preocupaciones. Llegó un día en la que ya no quise avanzar, me quedé estancado y todos mis éxitos los disminuí a fracasos, llegué a graduarme por suerte del colegio y ahora tengo un dilema muy grande si ir o no a la universidad a quemarme la cabeza, pero daba igual, la vida ya me parecía un pozo sin vida, un lugar soso en la que no habitaba ninguna emoción. 

Hoy es año nuevo y a la vez mi cumpleaños, es un desmadre todo esto porque le dan más importancia a la fiesta del nuevo año que a mi cumpleaños # 17, hace que quiera encerrarme en mi habitación y no salir hasta la mañana siguiente.  

–¡¡Hijo mío, ven que estamos a punto de lanzar los fuegos artificiales!! – Gritó la madre de Even.

–¡¡Voy!!

Mi familia tiene como costumbre lanzar fuegos artificiales y pedir un deseo, todo esto supuestamente para una mayor suerte, en lo personal me parecía una estupidez ya que el desear algo no hará que tus acciones cometidas durante el año, se tornen de un color rosa mágicamente.

–Ya llegué– Respondí disgustado.

–Toma mi mano y pidamos un deseo juntos.

–Que fastidio.

–Di algo similar y veras lo que te pasa, niño malcriado, que con suerte te conseguiste graduar del colegio.

–Da igual, pidamos rápido el deseo que me quiero ir a dormir.

Se preguntarán que fue lo que deseé en ese momento donde el cielo se iluminaba con luces de colores, la respuesta es simple, pese a que no creía en esto de los deseos, esta vez sí me salió del corazón desear algo, y es que mi vida se torne emocionante, ya no quería seguir sintiéndome vacío.

En eso una luz mayor cubrió todo el cielo, nadie entendía lo que estaba pasando, era como si en medio de toda la oscura noche alguien decidió prender la luz de los cielos, todos entraron en pánico y comenzaron a gritar pensando que era nuestro fin, pero tan pronto como inició aquella luz, desapareció y la noche volvió en sí, aunque con una especie de nevada multicolor rodeándonos a todos en el planeta, pensamos que tal vez era una especie de milagro o quizás algún suceso extraño del espacio. Esa noche al irnos a dormir no le tomamos mucha importancia, la gente estaba cansada y con mayores cosas en que pensar, yo no lo entendía bien, pero al menos me sentí aliviado de que todo lo sucedido no fuera algo grave.

Al día siguiente me levanté mareado, no distinguía bien las cosas y sentía mucha pesadez en mi cuerpo. Casi al instante mi madre me llamó a desayunar, intenté caminar, pero mi cuerpo se balanceaba de un lugar a otro, aún no me recuperaba del todo así que fui apoyándome de lo que podía.

–Perdóname por ser una carga, dentro de poco te estabilizarás.

–No te preocupes por eso.

En eso me quedé pensando, "¿A quién mismo le respondí?" no había nadie a mi alrededor, no entendía nada, pensé que quizás ya me estaba volviendo loco.

–Ya estoy aquí madre– Dije intentando ocultar mi malestar.

–Siéntate que ya está listo el desayuno.

–Está bien, por cierto… ¿A ti no te duele la cabeza?

–No, ¿Por qué lo dices? ¿Te duele la cabeza?

–Un poco la verdad, lo cual es raro ya que fui a dormir temprano.

–Espera un momento, deja ver si tengo algo para el dolor.

–Está bien madre.

Interrumpen.

–¡¡Espera!! ¡No lo hagas ya que puede que te termine doliendo aún más! – Expresó una voz con preocupación. 

–¿Eh? ¿Quién me habla?

–Estoy en tu conciencia.

Me levanté de la mesa algo asustado, pensaba que me estaba volviendo loco, pero de verdad estaba escuchando voces, comencé a temblar pensando que si me respondiera otra pregunta más entraré en pánico.

–No hace falta que entres en pánico, no te pienso hacer nada raro así que no te preocupes. 

Entré en pánico inmediatamente, grité como un desquiciado hasta que ya no aguanté más y me desmayé.

Al despertarme estaba en el hospital, no había nadie a mi alrededor, pero se escuchaba todo muy ruidoso, me levanté para ver por la ventana lo que estaba pasando y me sorprendí al observar que muchas personas se estaban golpeando la cabeza contra las paredes mientras gritaban y corrían de un lugar a otro.

–¿Dónde estoy? ¿Acaso me mandaron a un loquero? – Dije sorprendido de lo que estaba observando.

Quise salir pero la puerta estaba cerrada con llave, no quería quedarme plantado allí por lo que empujé la puerta con todo lo que pude hasta que se rompió y pude salir, bajé de inmediato al primer piso donde me encontré a muchos policías intentando detener a las personas que se estaban lastimando a ellas mismas, yo en medio de toda esa gente quise escaparme, pero un policía me detuvo diciéndome que tenía que volver al hospital, no le hice caso e intenté escaparme, no obstante me presionó y me inmovilizó sin mucho esfuerzo , en eso volví a escuchar aquella voz en mi cabeza.

–No pensé que se tomarían tan mal nuestra llegada.

–¡¡¿Quién eres y por qué estás dentro de mi cabeza?!! – Pregunté de manera agresiva.

–Quizás no lo entiendas si quieres que te responda todo rápido, pero soy tu compañera a partir de ahora.

–¡¡¿Mi compañera?, no lo entiendo!!

–Lo que no comprendo es tu comportamiento y la de los demás habitantes, ¿Tan mala es la experiencia que les causamos al estar dentro de sus pensamientos?

–No entiendo nada, aún me duele la cabeza ¿Y tú vienes a decirme que vas a ser mi compañera y que estas dentro de mi cabeza ?, ¡¡¿Qué mierda está pasando aquí?!! – Grité con fuerza.

En medio de mi grito, el policía que estuvo sosteniéndome pasó a estar con la mitad de su cuerpo congelado, todos de repente se callaron y me observaron, el policía gritaba de dolor al tener la mitad del cuerpo inmóvil por el hielo, sus gritos solo me hacían desesperar y las lágrimas me comenzaron a surgir, todo era tan confuso que no quería ya saber nada. Justo al momento en que el policía gritó por ayuda fue cuando el silencio de las demás personas terminó y salieron corriendo por el miedo, pensando que era algún tipo de monstruo, se alejaban gritando mientras que yo solo me quedé allí llorando con la cabeza agachada escuchando los gritos de aquel oficial pidiendo ayuda.




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