Hada de hielo

Los amo

Ni bien terminé de leer el correo le pedí a Nash que me llevara de inmediato al crematorio, tardamos en eso de una media hora en llegar, me sentía muy extraño, mi corazón volvía a latir muy rápido y mis manos no dejaban de temblar. Al llegar, observé como Melisa ya estaba esperándome en la puerta del lugar, le saludé y rápidamente entre al sitio, muchos de los trabajadores me reconocieron al instante por lo que sin pensarlo me llevaron al lugar donde estaban las cenizas.

–Aquí es… señor Even– Dijo uno de los trabajadores.

Todo ese sentimiento acelerado que tuve en todo el camino, se esfumó por completo y en su lugar, me invadió una presión muy grande en el pecho, me acerqué lentamente, pero mientras más avanzaba, más me dolía, no quería seguir, no quería aceptarlo, no quería… pero debía hacerlo.

–Esto de aquí… ¿Son mis padres verdad?

–Si… la urna decorativa es para que pueda tenerlo en casa, o si gusta, lanzar sus cenizas al mar– Respondió el trabajador con una gran tristeza en su voz.

–Comprendo… ¿Puedo llevármelo cierto?

–Si...

Tomé la urna y le pedí a Nash que me llevara al mar, tanto Lyna como Melisa decidieron acompañarme, no me opuse, solo me mantuve en silencio intentando contenerme lo más que podía. El viaje fue largo, estábamos un poco lejos de la costa por lo que fácilmente demoramos entre sus 6 a 7 horas, no estuve muy al pendiente del tiempo, solo sé, que cada minuto que pasó, se me hizo muy corto.

Llegamos al mar, eran las 6 de la tarde, pronto anochecería, pero no tenía ninguna prisa, junto con mis amigos, dimos una larga caminata por la orilla del mar, ellos solo mantenían la distancia mientras que yo, sentía como el agua salada del mar hacía contacto con mis pies, era relajante, el viento se hacía también más fuerte y cada vez más frio, retrocedí y miré mi alrededor hasta que observé unas rocas gigantes en la que las olas del mar chocaban con fuerza, me pareció un buen lugar, por lo que le pedí a mis amigos que me siguieran, ellos sin decir mucho aceptaron con una sonrisa en el rostro.

–No se separen– Dije con una voz calmada.

Puse un pie donde comenzaba la marea para que así, a medida que caminara, el agua que se encontraba en contacto con mis pies se congelara, permitiéndome ir formando un camino de hielo, caminé lentamente sin ninguna prisa hasta llegar a aquella roca.

–Even... ¿Quieres estar este momento a solas? – Preguntó Nash.

–No… pueden quedarse si quieren, al fin y al cabo, ustedes son las dos personas más cercanas a mí, si tuviera que pedirles algo… sería que se quedaran a mi lado hasta el final.

Una vez más, guardaron silencio mientras que yo, solo me senté al filo de la roca observando la luna en el cielo oscuro, escuchando las olas del mar y sintiendo como el viento levantaba mi cabello, en eso, recordé muchas cosas, como la vez que mis padres me retaban y me exigían estudiar, la vez que no me dejaban salir a jugar por mantenerme en un constante estudio y, sobre todo… la vez que me dijeron que me amaban, que todo lo que hacían era porque querían que fuera alguien importante en la vida.

–¿Quién lo iba a creer?, la vida es toda una aventura… ¿Quién iba a pensar que de verdad me convertiría en alguien importante?, soy la persona más fuerte del mundo, acabé con un señor que nos quería asesinar y ahora muchas personas me admiran– Mi voz se empieza a quebrar –Díganme… ¿Están orgullosos de mí? ... ¿Mamá?… ¿Papá? – Sostuve la urna temblando –Yo… yo… lo siento mucho… ¡¡¡De verdad perdónenme!!!, ¡¡Siempre les tuve fastidio por todas las exigencias que me hacían pasar, siempre me escapé de casa porque detestaba pasar el tiempo con ustedes, me encerraba en mi cuarto, no salía, no dialogaba, la vida en general me comenzó a parecer una auténtica basura!!, pero… siempre estuvieron ahí conmigo pese a todas las cosas que tuvieron que soportar de mí, ¡¡Siempre velaron por mi pese al poco esfuerzo que puse de mi parte, nunca me disculpé con ustedes, nunca hice caso a sus consejos y de verdad!!…. ¡¡¡¡ME ARREPIENTO!!!!– Empecé a llorar –¡¡Perdónenme por favor, nunca les dije cuanto los amaba, me arrepiento, me arrepiento demasiado, vuelvan por favor, vuelvan, quiero disculparme, quiero rectificar!!… ¡¡¡¡¡QUIERO ABRAZARLOS UNA VEZ MÁS!!!!– Grité hasta que mis pulmones no dieron más– Perdónenme… si pueden escucharme de alguna manera, quiero que sepan que los amo con mi alma, ¡¡¡Los amo!!!, ¡Nunca se los dije, pero los amo demasiado por todo lo que hicieron y aguantaron de mí!, ¡¡Los amo!!– Lloré desconsoladamente.

Mis manos temblaban mucho, sentía que en cualquier momento rompería la urna, no podía parar de llorar y de lamentarme por todos los errores que cometí, sin embargo, ya era muy tarde para rectificar, lo sabía mejor que nadie, por eso solo continué llorando ya que por más que quiera, no puedo hacer nada, por otro lado, mis amigos de fondo e incluso Lyna que estaba en mi hombro, también lloraron sin vergüenza alguna. El momento había llegado, abrí la urna y lentamente dejé que las cenizas cayeran, el viento helado hizo de las suyas y se las llevó a lo largo y ancho del gigantesco mar.

–¡¡¡¡Los amo!!!!– Grité una vez más hasta que mi garganta no dio más y caí rendido de rodillas –Yo… los amo…

(Al día siguiente)

Mis ojos comenzaron a sentir una fuerte luz muy lentamente, me dolía muchísimo la cabeza, casi no distinguía el lugar donde me encontraba, pero sentía claramente que estaba recostado en una cama, así que hice el esfuerzo de sentarme.

–¿Dónde estoy?… me duele mucho la cabeza.

Observé mi alrededor y al filo de la cama se encontraba Melisa completamente dormida, no caí en cuenta hasta que me percaté que tenía rastros de lágrimas en sus mejillas.

–Ya veo… es cierto, ayer… dejé que el viento se llevara las cenizas de mis padres.

Mientras recordaba todo lo que pasó, Melisa despertó y de inmediato me preguntó cómo me encontraba, tocándome la frente y revisándome superficialmente.




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