Hace ya un buen tiempo que lo conozco, desde ese punto de mi vida hasta ahora, pasaron muchas cosas, viví muchas experiencias e innumerables emociones que me hacen plantearme lo rápido que pasa el tiempo, al principio solo pensaba en lo genial que él era para mí, pero con el tiempo le fui agarrando un cariño tan grande que ahora no puedo dejar de pensar en él, se convirtió… en mi razón de vida.
Todo comenzó aquella noche cuando el cielo entero se iluminó con luces de colores, nadie entendía que era lo que estaba pasando, parecía ser algo inofensivo, nadie le tomó la importancia debida hasta que al día siguiente, el mundo entero se despertó con una voz en su cabeza, en mi caso, me sentía tan perdida y asustada que no quería salir de mi habitación, quería saber qué mismo estaba pasando, pero a su vez no quería escuchar lo que aquella voz tenía que decir, me encontraba sumamente asustada. Ese mismo día, apareció en los noticiarios un chico joven que detuvo la locura de la gente gritando a los cuatro vientos, que por favor escuchen lo que su voz tenía que decir, ahí fue cuando le conocí por primera vez, por aquel entonces pensé que era un auténtico loco, pero tenía la corazonada de que decía la verdad, por lo que esa misma tarde decidí darle la oportunidad a mi hada para que se explicara, y eso hizo, me explicó lo esencial, para luego ignorarme completamente por mi comportamiento.
–“Los humanos son unos impulsivos, primero actúan y luego escuchan, que comportamiento más irritante”– Pensó el hada espiritual.
Pasaron los días y mi voz interior continuaba ignorándome por completo, al principio pensé que sería un alivio, pero al momento de que se cumpliera el mes, pensé que algo estaba haciendo mal, me sentía deprimida, como si estuviera olvidando algo de real importancia, decidí hablarle, no obstante, me daba tanto miedo y vergüenza acumulada a la vez, que a los pocos minutos se terminaba hartando de mí, me sentía inútil. Un mes y 1 semana después de la llegada de las hadas espirituales, llegó el día en el que debía decidir el rumbo que le daría a mi vida, esa noche mis padres estaban muy ansiosos por escuchar lo que tenía por decir, seguramente se esperaban que dijera algo asombroso como que quiero ser bombero mágico, ser parte de la policía mágica o que quiero estudiar en alguna universidad de magia, sus expectativas eran muy altas, pero para mí desgracia, fue doloroso tener que soportar sus miradas de decepción cuando viendo al suelo les respondí un “No lo sé”, aun lo recuerdo como si fuera ayer, me encerré en mi habitación llorando mientras que mis padres se mantuvieron enojados con una decepción muy grande que lidiar, lloré, grité en silencio, sentía como se me quebraba el corazón en miles de pedazos pequeños, esa noche… solo lloré hasta quedarme dormida con la almohada entre mis brazos.
Al día siguiente mis padres se habían ido a un viaje de negocios, me dejaron la casa sola por un tiempo, aunque eso me daba exactamente igual, me sentía tan deprimida que no quería hacer nada, mi hada me ignoraba y ahora me sentía culpable por decepcionar a aquellos que confiaron plenamente en mí, me sentía… una completa inútil. En el silencio de mi habitación, escuché mucho ruido proveniente de afuera, era realmente molesto, pero la curiosidad pudo conmigo, por lo que decidí salir de mi habitación para ir a echar un vistazo, fue en ese momento, cuando le vi por segunda vez… poderes de hielo, cabello negro, un cuerpo bastante cuidado con una contextura normal, nada fuera de lo común, pero lo que me llamó la atención fue sobre todo, su sonrisa alentadora, esa tarde me quede observándole todo el tiempo, quede maravillada por todo lo que podía hacer con su magia, sudaba como nunca, caía al suelo rendido, pero se volvía a levantar una y otra vez, yo… quería ser como él, quería hacer tantas cosas como él, quería demostrar que puedo ser capaz de hacer algo por mí misma.
A la mañana siguiente decidí que entrenaría por mi cuenta, entrené muy duro, pero no conseguía liberar ningún tipo de poder, probé todas las posiciones y formas de lanzar poderes posibles, sin embargo, ninguno dio un resultado satisfactorio, pensé en muchas otras cosas para poder volverme más fuerte, pensé, pensé y pensé, pero solo me llegaba a sentir impotente, una vez más solo caía al suelo demostrando lo inútil que soy.
–¡¿Por qué?! .... ¡¡¿Por qué no puedo hacer nada bien?!! – Mi voz se quiebra mientras lagrimas caen rodando por mis mejillas –¿Por qué soy tan inútil? ya no lo soporto más– Dije llorando mientras que con mis manos temblorosas me sujetaba a mí misma con fuerza.
Sentía que no servía para nada, solo era una decepción continua para el mundo entero, ese pensamiento me inundaba, pero… mientras más me hundía pensando en ello, más se me venía a la mente su sonrisa, esa sonrisa que aun estando completamente derrotado en el suelo, volvía a sacar fuerzas de su alma para poder ponerse de pie, era como si se dijera a sí mismo “No pienso quedarme estancado aquí”, si él tenía esa motivación pese a caer tantas veces al suelo, ¿Por qué yo no lo siento así?, será porque prefiero el camino fácil o será… que desde un inicio quería rendirme sin realmente intentarlo de verdad.
–Lo decidí– Me levante del suelo limpiándome las lágrimas –No me daré por vencida, mañana… ¡Le pediré que me entrene!
A partir de ahí las cosas comenzaron a pasar demasiado rápido para mí, en un inicio estaba nerviosa ya que pensé que diría que no o algo de ese estilo, pero me sorprendió ya que fue todo lo contrario, acepto entrenarme, ese fue el primer paso que di de verdad, me enseñó que incluso alguien como yo que no poseo ningún talento en particular, puede llegar a ser alguien realmente impresionante, se lo debo todo, gracias a él pude volver a reunirme con mis padres y decirles de frente que me uniría a la universidad de magia, me dio la oportunidad que necesitaba para dejar muchas de mis inseguridades atrás y avanzar junto a él, a un futuro lleno de emociones.