Hada Madrina 2

Capítulo 4

—Taika, el señor Wilson ha venido a verte. —Aquello me extrañó, no porque Dave no viniese a recogerme para ir a almorzar, eso se había convertido casi en una rutina, sino que llegase tan pronto y que se hubiese identificado en la entrada con su apellido. Yo solía recibir un aviso en mi teléfono, diciéndome que estaba abajo esperando. Él no solía subir a buscarme, a menos que estuviese muy impaciente. Y esta vez debía ser así, porque incluso había pasado el control de recepción de la entrada a la oficina. Ya saben, no es que Pulman & Clark ocupase toda la 4ª planta del edificio, pero había una recepción donde los visitantes se identificaban y alguien iba a recibirles.

—Enseguida voy. —Dudé unos segundos entre coger mi bolso o no, aunque viendo la hora que era, no podía permitirme salir de la oficina tan pronto. ¿Pero qué se había pensado? Yo no podía ausentarme de mi trabajo a las 11 de la mañana sin una buena justificación, y que mi prometido me echara de menos no lo era, al menos para mi jefe.

Caminé hasta la entrada a la oficina, buscando entre la gente que estaba allí la conocida presencia de Dave, pero lo que encontré no era lo que pensaba. Había un Wilson allí, pero no era mi Wilson.

—George, ¿ha ocurrido algo? —No debía ser así, porque estamos en pleno siglo 21, y si algo importante sucedía, existían esos pequeños aparatos llamados teléfonos con los que podíamos comunicarnos. Su visita tenía que tener otro motivo, y eso me puso nerviosa porque… una cosa es fingir estar encantado con la noticia de que tu hijo el triunfador se casaba con una chica modesta, y otra muy distinta era el aceptarlo de buena gana. Sí, vale, había visto demasiadas películas en que los padres del chico o chica extendían un cheque al novio del príncipe o princesita para librarse del problema. ¿Había llegado ese momento? Apreté el trasero, pero no dejé que mi exterior reflejara la incertidumbre que me consumía por dentro.

—Hola Tai. —Se acercó a mí para depositar un familiar y cariñoso beso en cada una de mis mejillas. ¿Sería ese el beso de Judas? —No he venido por nada malo. Es más, es un asunto de negocios. —Aquello me relajó, aunque no del todo. El problema había pasado del tema personal al profesional. ¿Habrían recibido alguna noticia del fisco? Creí haber hecho un buen trabajo con la auditoría a sus cuentas.

—De acuerdo. Dame un segundo.  —Me giré hacia la recepcionista y le pregunté. —Marcia, ¿está libre la sala de reuniones pequeña? —Ella tomó su agenda y revisó.

—En este momento está libre.

—Bien, entonces pasaremos a ocuparla el señor Wilson y yo. —Ella asintió.

—De acuerdo.  —Anotó el registro.

—¿Vamos? —Señalé a mi futuro suegro el camino y él empezó a caminar a mi lado sonriente, quizás demasiado.

Cuando entramos en la sala, le indiqué uno de los asientos para que lo tomase, mientras pensaba en cómo abordarle. Podía decirle eso de “podíamos haber charlado en su casa tomando un café, y así te habrías ahorrado la minuta que seguramente mi empresa le pasaría por aquella consulta”. Pero no podía decirle eso, porque había micrófonos en aquella sala, y quién sabía si alguien decidía activarlos en ese momento. Sí, sí, no es muy ético hacerlo sin el consentimiento del cliente, pero así la empresa se cubría las espaldas en caso de tener problemas legales. Ya se sabe, cuando hablamos del dinero y el fisco, es mejor cubrirse las espaldas.

—Espero que no tuvieseis problemas con los impuestos. —Si cumplieron con todas nuestras sugerencias, habrían pasado cualquier inspección que hacienda les hubiese hecho.

—No, todo ha ido perfecto. El motivo de mi visita es otro.

—Le escucho.

—Verás, le he estado dando vueltas hace tiempo, y ahora que vas a formar parte de la familia, creo que con más razón tengo que hacerte esta proposición. Me gustaría que vinieras a trabajar con nosotros a WW Management. —Creo que en ese momento dejé de parpadear, porque todo mi cuerpo se quedó congelado. Tragué saliva para poder hablar.

—¿En WW Management?, pero yo no tengo ni idea de inversiones ni ese tipo de gestiones a las que os dedicáis. —Vale, soy contable, y toda empresa con un volumen de negocio como la suya tenía a alguien en ese puesto, y de hecho lo tenían: Juliet. ¿Iban a despedirla a ella para que yo ocupara su puesto? Vi su nómina, y aunque cobra un sueldo jugoso para ser contable, no puede compararse al que podría alcanzar en unos años en Pulman & Clark. Aquí podía ascender, en WW Management no. Además, estaba eso de “no metas la polla donde tienes la hoya”. Lo sé, suena mal, pero simplificaba muy bien lo que no debía hacerse.

—La contabilidad no es el fuerte de Juliet, y necesitamos a alguien que esté mejor y más capacitada no solo que ella, sino que los demás. Necesitamos que alguien con tu experiencia y conocimientos supervise nuestras cuentas de empresa, que ponga todo en su lugar, realice los trámites a tiempo, en otras palabras, que se encargue de lidiar con todo lo que tiene que ver con hacienda. —Lo que suponía, Juliet sobraba. Pero no o iba a ser la causante de que la pusieran de patitas en la calle.



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En el texto hay: humor, amor, hada madrina

Editado: 16.02.2020

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