Hagamos parpadear las estrellas

Capítulo 4 - Gracias, vida, por dejarme verlo otra vez

"Y al final, lo único eterno que teníamos eran el amor y los recuerdos añejos, pero esos los oculté bajo la coraza de que no me dolía y el amor se escapó junto contigo; por eso decía que nada era para siempre, todo es efímero."

Primer día de clases, lunes 28 de septiembre, 2015.

En el primer receso

¿Por qué aquel tonto mensaje había sido tan oportuno? El universo ha demostrado varias veces de que a él le gusta confabularse, pero esto era… otro nivel.

De: Ingrid Atalaya

Para: Petra Russo

Asunto: Mi chica no me avisó de su recital de piano y se las verá conmigo.

Petra... ¿Cómo no me dices estas cosas? ¿Será que se te olvido que por más que estés en gringolandia yo sigo siendo dominicana? Querida, así no se juega.  

Louan, me ha mandado un vídeo de ti tocando mi melodía favorita (Para Elisa) y de verdad que me he enamorado de tu arte... Mi amor, eres demasiado buena. ¿Por nunca tocaste para mí así?

¿Adivina, pepe grillo?

Ya he comprado un vuelo, haré un espacio de mi trabajo, África puede esperar, porque el amor de mi vida va a tocar en un hermoso recital (Eso me lo dijo Sophie). Y quiero que sepas que estoy orgullosa, no solo de tu talento, sino de la persona que sé que eres, de tu ternura, tu dedicación, tu amor por el prójimo, por tu gran corazón, tu resiliencia... Te amo, igual o más que cuando te vi aquella vez primera. Te amo, y eres el mejor regalo que he recibido, sangre o no, mi pequeña y mi ángel.

Eres mi orgullo, sigue brillando, Petra.

No sabes cuánto te extraño, amor, pero sé que es bueno para ti estar con tus padres biológicos, y sé que ellos te cuidan, así que puedo estar en paz.

Por cierto, He llamado a la floristería del hijo de una vieja amiga... hijo muy guapo... y soltero…

¡Solo digo...no insinúo nada! Pero si quieres, puedes. Es un gran chico, el hijo de mi mejor amiga... Si te puedo elegir un chico... pues elegiría ese.
Te llegarán unas magnolias; son nuestras favoritas.
 

Mi pepe grillo está creciendo...

PD: diles a tus padres que me quedaré en un hotel, así que no me guarden una habitación.

Post Posdata: Te amo, hija. Te amo como la primera vez que te vi.

Maravilloso…

+

La soledad es quizás el único regalo que se malinterpreta a tal punto, que se ignora la belleza de ella.

Es enigmático para mi el siquiera pensar que alguien pudiese odiar la soledad —pero a la vez yo misma he estado en momentos en que junto al miedo, la ansiedad y el dolor, me rompe— , cuando yo no puedo parar de anhelarla estos días; es el perfecto momento para poder desatar todo el torbellino de emociones en mí… Quizás por eso iba al cementerio; al estar ahí podía hacer lo que se me diese en ganas, y no tener que temer por lo que las personas piensen de mí.

Es horripilante que la compañía para mí sea sinónimo de miedo, jurados, verdugos, dolor e incomprensión.

Cuando me siento el banquillo frente al piano de la sala de presentaciones músicales me dió ansiedad verlo, porque, ¿Qué demonios debía hacer además de tocarlo? Cosa que no estaba haciendo porque no siento nada. Mido mis sentimentos, porque me dan miedo las teclas tersas e inmóviles; si lo hacía por mamá, entonces, ¿Cuál sería la canción que ella querría escuchar? 

Comencé fuerta de tiempo por ser muy lento, pero a su vez se sentía pacífico, así que no modifique la manera de hacerlo.

Soy toda sensaciones, ya no soy yo, soy las malodías. Siento mi pelo caer en mi espalda, sentí lágrimas caer por mis mejillas, y la convicción de que, quizás no entraba al recital... pero no existía forma en que yo perdiera esto. Jamás, ¿Así se sentía la pasión?

Al tocar no me siento imperfecta, al tocar no me siento insuficiente, ni marchita, al tocar… solo soy yo y las estrellas, que a mi alrededor no paraban de parpadear. 

Las yemas de mis dedos escuecen, así que paro sin dejar de sonreír, entonces, aún podía seguir escuchando las melodías que toqué, así que me levanto y bailo con lentitud. Muevo mis manos lentamente, dejándome llevar sin miedo ni tapujos. Pequeños pasos, pero grandes sensaciones... 

¿Existirá mayor placer que este? Jamás, la pasión no puede ser superada.

Abro mis ojos con felicidad, y justo ahí, en medio de la soledad, la oscuridad y el silencio, estaba él… con un camisa blanca y flores… ¿Que probabilidad existe de un encuentro como este, en una realidad como la mía? ¿Era una ilusión? ¿Otra vez mi imaginación volvía a jugarm pasadas de realidades positivas?

¡Rayos! Es él… mi él…

Delicado, pero imponente. Ojos muy tierno y nariz griega, labios finos. Mandíbula cuadrada, incluso leve barba. Como esos caballeros de las películas ambientadas en el siglo pasado.

Parece un ángel delicado.  Parece un sueño.

En sus manos reposaba un ramo de flores, magnolias… ¿Era para mí? ¿Era el chico que Ingrid mandó? Y... ¿aquel chico era hijo de la mejor amiga de mi madre? ¿Uh? ¿Cómo se llamaba ella? 

Destino, ¿Eres tú? Miseria, por favor… no seas tú.

—¿Hola? —le llamo, pero nada, él está mirando hacia el vacío sin prestar atención—¿Estás?

No me mira.

—Hola... ¿Estás bien? —susurro cerca, puse mi mano sobre su hombro y entonces alertó.

Tiene el pelo suave, lo sé porque al estar cerca noté cada hebra…

—¿Es usted Petra Russo? 




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