Capítulo 7 Si llorar es un arte, soy un artista de primera.
"Lo malo del amor es que nos damos cuenta de que nos colonizó, cuando todas sus tropas ya han saqueado nuestras tierras."
Tercer día de clases, secundaria Seek, New York, miércoles 30 de septiembre, 2015.
Miro a mi alrededor... Muchas lápidas, gente muerta bajo tierra y yo estoy con lágrimas en los ojos. Parecería una escena muy normal, común y corriente. Solo que yo no lloro por alguien que esté aquí.
El cementerio Trueland siempre solía estar vacío, al menos a esta hora. Las clases terminaron antes hoy por motivo del recital que se acercaba. Tengo pocos días antes de que llegase mami Ingrid, de que tuviera que tocar enfrentándome a Adalia y a Seonye y demás cosas.
Limpio mis lágrimas y susurro —sin ningún efecto—que debo dejar de llorar por todo. Al parecer soy muy buena regañándome y dándome consejos, pero no para seguirlos. Nunca me hago caso a misma.
Me dirijo al mismo lugar de siempre. A aquel lugar lejano de todo, lleno de grandes árboles y que estaba totalmente despejado. Llevo en la mano mi libreta, mi lápiz, mis colores y mi celular con el audífono enganchado a la oreja; escucho "Purpose”.
De verdad, que necesito que esa persona que me hará sentirme como Purpose llegue.
Camino esquivando las lápidas. No quiero pisarlas. Irremediablemente, porque mi curiosidad es latente, las empiezo a leer.
"Amado esposo, Ethan Jilo..." Interesante apellido.
"Querido hijo, Delio Coleman..." ¿Delio?
"El amor vino y tenía tu rostro, Conrad Harrigan, el dolor lo acompañó y también lo tenía..." Conrad… ese nombre siempre me ha gustado, llamaré a mi hijo así. Por otro lado, es la dedicatoria más hermosa y triste que he visto.
Qué lindo y triste...
"Melanie Gyllenhal, amada amiga y esposa..." ¿Me pondrían algo así en mi lápida?
Casi todas tienen grandes dedicatorias llenas de amor, y me da cierta ternura. Esa persona murió, ya no sufría, pero su memoria perdura... un tipo de eternidad a mi parecer.
Aunque no todos son así.
Lápidas grisáceas, algunas llenas de moho, con letras que muchas veces se han desgastado... Los olvidados son muy notables. Algunas lápidas se ven abandonadas, casi dejadas de lado. Algunas otras se delatan contrarias al tener flores y verse limpias. Hay césped mojado en todas por la lluvia reciente, pero no como algunas que se ven tan cuidadas que su césped estaba verde a más no poder.
Da cierto miedo ver que aún en la muerte hay olvidados. ¿Sería uno de ellos? Me aterra pensar que lo sería y no encuentro una manera de evitarlo.
"Petya Russo, amado hijo, esposo, padre y hermano, ángel lleno de amor, siempre te amaremos; tu esposa, tu hija, tus padres y tu hermano" ¿Russo?
"1979-1998"
Hice los calculos.
—Solo tenías 19 años...
Su lápida se ve perfecta, casi intachable, alguien la cuida muy de cerca.
—¿Cómo moriste? Eras tan joven...
Su marco de lápida tiene un pequeño cisne. Qué lindo.
—Si eres un Russo, ¿por qué nunca oí de ti? —cuestiono a nadie en específico—¿Eres de mi Russo? ¿Qué sucede? ¿Por qué eres un olvidado? Aunque, sé de la existencia de los ellos desde hace nada, así que eso explica un poco. Pero... No estás en los álbumes de Cruise. No hay nadie llamado Petya.
Unas hermosas flores blancas y azules se detallan, recientes. Alguien había venido a ponerlas, aun están húmedas así que son recientes. Miro a mi alrededor, nadie está. ¿Quién habría sido?
¿Por qué un Russo sería enterrado en Washington? ¿Y en un cementerio público? Según tengo entendido no tenía tíos ya que Cruise y Louan eran hijos únicos, quizás era un tío lejano ¿Quién era este hombre? ¿Por qué estaba exiliado? Ningún Russo hubiese sido capaz de dejar que lo enterraran fuera de Venecia y menos en un lugar público; según he oído decir al abuelo cuando estaban comprando una parcela.
Impulso mi mano para tocar la tierra.
—¿Quién eres? —me siento frente a su lápida—¿Te han olvidado? Al parecer, al menos una persona te cuida muy de cerca ¿Te sientes solo cuando no está esa persona? Soy Petra, también soy una Russo, de parte de padre, quizás conociste a mi padre, es Cruise, —susurro sin dejar de ver aquella gran medalla al lado de las flores— ¿Qué es esto?
La tomo, tiene un grabado... "Petya, el gemelo ganador"
—Así que tenías un gemelo —siento el grabado. Es algo antiguo, se ve desgastado. El tacto es frío, estruendoso, se ve muy detallado—, que lindo... es como tener un pedazo de ti en alguien más.
¿Por qué Cecile y yo no podíamos ser así?
—Yo tengo una hermana…
Le di la vuelta.
—"Batalla por la mano del cisne negro" —leo el grabado trasero —¿Cisne negro? ¡Ganaste! —me alarmo y luego me di cuenta de que es un cementerio—Ganaste... ¿Qué es el cisne negro, Petya?
Como es obvio, no obtuve respuesta.
—Sí... al parecer ganaste la mano del cisne negro. ¿Qué es eso? ¿Un juego? ¿Un lugar? ¿Tu gemelo perdió? —rio un poco—No le digas, pero me sintiendo estoy feliz porque ganaste. Seguro tenías una buena relación con tu hermano. Yo no tengo eso con mi hermana, aunque sí me gustaría... Yo no sé cómo poder ser su amiga.
Ni siquiera sé si eso es posible.
—¿Te molesta si te hago compañía, Petya? —saco mi cuaderno — espero que no.
Tomo la medalla y la entierro junto a su tumba, así nadie se la llevaría. Y siempre estará cerca de él.
Sentada comienzo mi travesía. Delineo y trazo. Dibujo mi perspectiva, las flores, la medalla, la lápida. "Petya, el gemelo ganador".
—Quizás somos almas gemelas que nacieron en diferentes tiempos... o quizás soy tu reencarnación. ¿Creías en eso? Yo no, pero quizás sí sea cierto. No porque no crees en algo significa que estés en lo correcto.
No sabía que había gemelos en los Russo.
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Editado: 26.09.2023