Hagamos parpadear las estrellas

Capítulo 8 - Apagarse para encenderse

"Las pasiones son algo demasiado delicado, por demás personal, como para creer que tenemos el derecho de corregir o juzgar lo que hace vibrar a alguien más.

El que alguien pueda respetar eso, es una gran señal, el que no, más que una señal es una alerta."

En la casa Russo, New York, miércoles 30 de septiembre, 2015.

(En la noche)

Abri la gran puerta de entrada. Y aquí vamos otra vez.

—Amor —mi hermana llama a su novio. Termina sentada en sus piernas mientras él apretaba su trasero. Ruedo los ojos, y paso la escena, mientras me dirijo a las escaleras —Pero si es Petra, la siempre infeliz niña pródiga. 

 Solo muerdo el interior de mi mejilla intentando controlar mis sentimientos

—¿Por qué no me das una sonrisa? ¿Eh? Vamos… No eres una persona de color, no me digas que dejaste tu amabilidad con los monos  en Dominicana.

—Eso que acabas de decir… ha estado mal en todos los sentidos analizables, Cecile.

—No seas tan correcta, ya no los esclavizamos —se burla Marlon—, mi gente ya dejó en paz a la tuya, podemos ser amigos, ¿No? Sin rencores.

—Marlon, los dominicanos nunca fuimos esclavizados por los estadounidenses. Fuimos intervenidos, pero…

—No quiero una clase de historia, gracias.

—Pero la necesitas —le respondo por lo bajo.

Sucede que el primer día que estuve aquí, conocí a Marlon, quién se burló de dónde venía, y le dije que las personas como él, hombres supremacistas habían hecho de americalatina y el mundo su campo de juego, y que no debería regodearse de serlo. Ahora era su manera de fastidiarme.

—Que pasen buen tiempo —sigo caminando.

—Oh, vamos, tus antepasados son hombres blancos supremacistas también, Petra, quizás te criaron los monos como a Tarzán, pero eres de los que esclavizaron, ¿No?

Y dale con lo de esclavizar.

—A Tarzán lo criaron gorilas.

—Petra, ¿llevas un suéter o la sábana de mi cama puesta? ¿Cómo puedes salir así a la calle? ¿Te imaginas lo que dirán las personas de nuestra familia? —Cerré los ojos e intenté ignorar lo que ella me había dicho—, que incosciente eres.

Seguí mi camino rápido.

—No la culpes, bebé —dijo Marlon—, aún no aprende la civilización.

—¿Por qué siempre anda con mala cara Petra? Es como si no agradeciera que la sacaramos de ahí.

Acabo de llegar a casa, y lo ultimo que quiero es arruinar el hermoso recuerdo que tiene mi mente de Thomas, de nosotros dos hablando y expresándonos en el cementerio, así que no les seguí el juego a ellos dos.

Desde la escalera escuché un intercambio de palabras.

—Como sea, dejemos de hablar de tu hermana. Hablemos de lo preciosa que te ves en ese vestido… aunque siento qu tanta tela está de más.

—Lo siento, amor.

—La próxima vez quiero menos ropa —asco… —¿Sí?

—Sí, amor. 

—Por cierto, no podré ir a la cita, muñeca, tengo fiesta postpartido, sabes que el equipo me necesita, no te enojas, ¿Verdad?

—No, bebé.

—Tonto —susurré subiendo las escaleras.

Desde arriba escuché la puerta principal abrirse.

—Detrix.

Papá llegó...

La voz de Marlon se escuchaba temblorosa —Señor...

—Te vas, ¿No?

—¡Pero, papá!

—No me agrada ese chico, Cecile.

—Es mi novio, ¡No puedes hacer eso!

Ruedo los ojos. Claro que puede, dejando de lado que era su padre y su casa, estaba el hecho de que se hacía lo que Cruise quería, cuando Cruise quería. 

Camino ignorando eso hasta el salón de juego de mamá, entonces abro lentamente la puerta. 

La silueta baila en el gran salón que está solo iluminado por velas. El aire de solemnidad es inminente. Ella baila, sus movimientos destellan dolor, pena, como algo llamado "Estocada al corazón". Suponía que ella es un tipo de rosa malva en la vida real. Es lindo pensar que ella tiene una manera de desahogarse.  

La canción que suene detrás es tan celestial que por alguna razón quiero tocarla en el piano...

—Matrimonio de amor —susurra ella sin dejar de bailar y dar vueltas por el salón.

—¿Ah?

—Te quedaste pendiente a la música, así que supuse que querías saber cuál era —la miro detenerse y sonreírme, su vestido negro destellaba la simpleza de su mirada—. Matrimonio de amor. Es hermosa esa pieza.

—Tenía meses sin verte bailar.

—Tenía meses sin bailar —intenta reír—, estoy un poco oxidada.

—¿Por qué no bailabas?

—Porque... —hizo un pequeño silencio—la academia Cigne Noir me toma mucho tiempo... y hay un montón de cosas que debemos resolver con los restaurantes —acaricia mi cabello mientras sus labios temblaban, la calidez reaviva todas mis grandes expectativas—. Eres idéntica a tu padre de joven.

Nunca.

—Por cierto, Cecile no ganó ningún premio, así que no iremos a Hawái.

—¿Tan rápido...?

—Por eso Marlon está ahí abajo. Consolándola.

—¿Por qué le permites eso, mamá?

—Hija, cuando tengas hijos te darás cuenta de que siempre les aconsejamos, unas veces te impondrás, pero terminas dándote cuenta de que cuando se cruza la línea, deben encontrar la manera de volver solos. Si le prohíbo verle, terminará en los callejones, ella tomó su decisión, está cegada. Así que es dejar que se caiga y estar para ella cuando eso pase, o mandarla en un internado a Italia… Sinceramente, prefiero la última, pero sé que ella saldría lastimada.

No digo nada. Quizás cuando tenga hijos lo entienda.

—Le dieron los resultados hace unos minutos —sigue mamá—. Ganó la hija del senador Pavel, Erika.

No me hace feliz que no ganara, pero sí que nos omitiremos esa situación.

—Amo esa pieza —sigue sonando la misma que ella estaba bailando—, la amo con el corazón. Es hermosa. ¿No crees, Petra?




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