Hagamos parpadear las estrellas

Capítulo 9 - En el cementerio, otra vez

"Y pensar que quién te trae las mejores sonrisas, tiene la posibilidad de quitarte las peores lágrimas."

En la casa Russo, New York, jueves 01 de octubre, 2015.

—Y —empieza a hablar Cecile como para romper el silencio— ¿Cuándo vuelves, papá?

Ella sonríe, pero conozco lo que hace… Se fuerza a estar bien, a intentar que todo estuviese bien, a pensar que hay una manera de que todo no volviera a pasar y a intentar olvidar todo. Conozco eso porque lo hizo luego de que Cruise me golpeara la primera vez, pero esto es diferente. Esto es más grande, y es imposible que pudiera mantener la fachada lo suficiente como para engañarse a ella misma.

—Princesa —Cruise por otro lado, no parece fingir; él sí se ve normal —, unos cuantos días. Y volveré. ¿Sí? Solo hay unos problemas con algunos suplidores de los restaurantes en Venecia. Solo eso, Cece, te lo prometo.

Todos actuan como si nada. Hasta mamá, ella solo come su desayuno y sonríe cuando debe, o cuando Cruise pone su mano sobre sus muslos.

—Pero estabas allá hace nada —Cecile hace un puchero.

—Lo sé, princesa, los restaurantes me necesitan.

La dinámica de siempre sucede, solo que sin los abuelos. Miro la ventana, ya el abuelo no está fumando su cigarro raro y grande. La abuela ya no cocina su pastel o sus panqueques. 

¿Acaso esto vale la pena sin ellos?

No.

—Subiré a mi habitación.

En silencio me paro de la mesa. Ellos ni se percatan, o no les importa. Ni Louan me mira. 

Estar aquí no es mi deseo, ni seguir tampoco; sin embargo, la única manera de escapar sería que Ingrid se interesara en mí, cosa que al parecer no hace porque no he recibido ni más mensajes, ni más llamadas. Sé que su trabajo le toma mucho tiempo… pero solo necesito un mínimo esfuerzo.

Quizás ya se siente libre del estorbo que era en su vida.

Lleguo a mi habitación, a pesar de que son las siete AM, está completamente a oscuras, debido a que todas las cortinas están cerradas. La oscuridad me abraza, siento que me absorbe.

Caigo en mi cama.

—Señorita Petra —entra una chica rubia —¿Bajará a desayunar?

En su sonrisa pude ver que ella ya sabe.

—Soy Lissy.

Al parecer también sabe que no recordaba su nombre.

—No, Lissy, estoy bien así —limpio la lágrima.

—¿Señorita? —asiento—¿Puedo pasar? —Me siento en la cama expectante —¿Se encuentra bien?

No… 

—Sí.

—¿Segura, señorita?

—Sí, estoy bien —susurro...

Es curioso, porque al intentar sonreír no pude aguantar más. Mis lagrimas empiezan a salir, a rodar por mis mejillas con total fuerza…

—Lo siento tanto —ella se acerca, lentamente—. Lamento tanto no haberla ayudado. Yo... debí ayudarla más.

—No fue tu culpa... fue mía.

—Señorita —intenta sonreír—, lo que pasó ayer no es tampoco su culpa. ¿Sí? todo está bien, está bien, ¿Sí?

—¿V-viste a los abuelos, Lissy?

—Fui a verlos ayer apenas terminé mi turno, señorita Petra.

—¿El abuelo está bien? ¿Y la abuela? —subo mi cabeza para mirarla— Dime, Lissy, ¿Qué les está pasando?

Sus ojos verdes me contemplan casi queriendo abrazarme, sus manos por otro lado se mantuvieron distantes.

—Porter los llevó al hospital inmediatamente. Ellos están bien —miente.

Lo sé, aunque fuese al final, pero mentía.

—Sé que mientes —susurro sin dejar de verla.

—Lo siento —concilia —, es lo que puedo hacer para ayudarla, señorita.

—Tenemos edades similares, no me llames así y no uses el formal conmigo. ¿Bien? —intento sonreír para variar. Me levanto.

Ya debo ir a la escuela. No debo permitirme fallar en eso.

—Pequeños pasos… grandes sensaciones —dije.

—¿Qué?

—Para recuperar el poder sobre mi vida… pequeños pasos, grandes sensaciones.

Arreglo un poco mi ropa, mi cabello y entonces, finjo una sonrisa… gracias, abuelo, este es mi primer pequeño paso para brillar otra vez. Espero que tú también puedas seguir brillando.

—Petra —me mira con compasión—, le dejé panqueques en el arbusto de la izquierda del portón —sonrie y se levanta, se dirige a la puerta y antes de salir me mira de nuevo —. Usted no es como él. Usted es una Russo buena, usted y él no se parecen en nada. Y lo de anoche no fue su culpa.

Sonrío.

+

Al llegar a la escuela, siento como si todos me miraran, o conocieran lo que sucedió, pero como ninguno intentó hablar o mostrar señas de hacerlo, entonces me obligué a tranquilizarme.

Salté la dinámica de primero hablar con mis amigas y fui directamente al aula que tocaba ahora. Matemáticas. Apoyo mi cabeza sin contemplaciones en la mesa. No tengo ganas de nada.

—Petra —ay, no… —, ¿Sabes dónde está Sophie? —ella me cuestiona mirando sus uñas —Me gustaría que buscara mis libros a la biblioteca.

Odio que creyera que podía mandar a Sophie.

—No —susurro volviendo a bajar mi cabeza.

—¿Te sientes bien? —¿Jules está preguntando eso? —Te ves obesa ¿No crees que debes comer un poco menos, querida?

—Jules... por favor, no me siento bien hoy.

Jenna intervino —¿Y crees que nos importa? Solo te hace saber que pareces una…

—¿Vaca? —completa Sofía.

Subo la mirada. Lo tengo bien sabido;  Y no necesito que ella me lo repitiera.

—Todos siéntense. Examen sorpresa. Sí, otra vez. Sean menos mensos que lo que sé que son. Tienen media hora, solo una oportunidad, examen final de tema. No me hagan estar más decepcionado de esta generación.

Todo el grupo se fue a sentar, ni ellos molestan al profesor Adam

—¡Hola! —entra bailando y gritando Clover.

—Señorita Clover —reprende cansado—, el circo está al otro lado de la ciudad.

—Qué bueno que lo sabe, profesor, así no se pierde.

Jesús, para eso está mi amiga... Hice malabares para poder aguantar la risa... El profesor susurra algo y solo le hizo una seña para que tome asiento.




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