Capítulo 12 Decepción
"La manera más placentera de morir es enamorarse. La manera más dolorosa de vivir es enamorarse."
New York, viernes 02 de octubre de 2015.
¿Le habré molestado?
¿Tan despreciable soy?
No recuerdo haber hecho nada malo, pero si reaccionó de esa manera, es mi culpa. ¿Por qué tengo que destruir todo?
Juego con mis dedos, reposándolos en mi regazo. Vi como él me mira disimuladamente cada vez que puede. Quizás pregunté demasiado. ¿O será que hablé muy fuerte? Comencé a repasar cada palabra que salió de mi boca, cada risa, cada mueca, analicé todo… pero aún no encuentro donde fallé.
¿Y si no fue algo que hice, sino lo que soy?
Sé que en parte tiene razón, pero eso no quita… que me sienta como si sangrara cada vez que miro su cara.
—¿Dónde te llevo, pianito?
Este fue mi primer pequeño paso y mi primer grande sensación, fue mi primera manera de volver a ser la protagnista de mi vida…
He llevado toda mi vida con reglas y miedo a muchas cosas.
Esta fue mi emancipación, mi escape del mundo de sombras que Cruise había construido alrededor de aquello que ya de por sí se desmoronaba en mí.
—¿Puedes llevarme a casa de mi amiga Sophie? —pregunto.
—¿Dónde queda eso?
Le indico dónde llevarme. Asiente y conduce hasta allá. Algunas veces me he cuestionado qué clase de vida quiero llevar; no deseo ser simplemente una persona más, no deseo ser como tía Karenina, mucho menos quiero no haber tomado riesgos. Sin planificarlo, uno de mis sueños se había hecho realidad.
Y es porque mi sueño no es la cosa más grande del mundo, pues finalmente veo lo que me hace sentir, no lo que es en sí.
Me sentí libre y feliz, de gritar y cantar, de ser y no pensar. Soy inmadura por pensar así, lo sé, sin embargo, eso no evita que siga sintiéndolo.
Me sentí bien solo gritando al ver las vacas, al cantar y escucharlo cantar... pero todo eso se ve ahora nublado por mis pensamientos; quizás Cecile tiene razón y yo solo soy una añadida, un estorbo donde quiera que fuera, en mi casa, en mi familia, hasta mis amigas, todos sienten que soy un estorbo, soy una mala compañía, lo arruino todo. ¿Por qué no puedo ser más amada? ¿Por qué tengo que ser un desastre?
—Gracias, por traerme.
—Pianito...
No dejo que terminara, solo le sonrío y salgo.
Al llegar a casa de Sophie siento como me mira desde el auto. Cuando la puerta es abierta, él entonces se va… Al menos esperó a dejarme a salvo.
No me despedí, él tampoco...
—Petra, nena —me recibe con un abrazo la hermana mayor de Sophie, se aleja de mí y prosigue—, bienvenida.
—Gracias... Salomé —no logro terminar de decir su nombre cuando ya estoy llorando. Salomé es como una madre para mí, más que mi madre biológica y como Ingrid no está aquí ella era la primera en la lista. La rubia solo sonríe compasiva y me abraza. Entierro mi cabeza en su pecho y lloro más fuerte.
Ya ni sé por qué lloraba, quizás porque me siento como un desastre andante y porque espero en unos años entender por qué todo lo que toco se rompe.
—Ya... nena, ya pasó, estoy aquí... ¿Sí?
Acaricia mi cabeza y lloro como no quería. Las lágrimas comienzan a salir y quemar mis mejillas en su paso; soy una niña inmadura, ¿Por qué estoy llorando? Él no me hizo daño y ya estaba destrozada.
—¿Alguien te ha lastimado, nena?
Lloro más, me aferro a su ropa.
—¿Qué sucede, Petra?
Muevo mi cabeza cuando noto que no puedo hablar, de esa manera le digo que no tengo idea de por qué mis sollozos salen tan profundos o por qué estoy llenando su ropa de lágrimas.
—¿No sabes, nena? Esas son las mejores, nena, son las mejores.
Me conduce hasta el sofá de la sala, me abraza y se aleja para cerrar la puerta. Sus manos volvieron a mí con una taza de chocolate y una manta.
+
—Sophie no está en casa, aún está en la escuela —asiento dando pequeños sorbos del chocolate con gengibre que me había dado; con la cara así de hinchada por llorar claro que no podía volver a casa, así que tendré que quedarme—. ¿Me quieres decir por qué no fuiste a la escuela?
—No...
—Bien —dijo mientras mordía su labio—, confío en ti. Eres una buena chica, si hubiese sido Clover sí pensaría que se fue con algún extraño a sabrá Dios donde y ahora tiene un tatuaje y está drogada.
—Bueno...
—¿Estás drogada y tienes un tatuaje?
—¿Qué? No, Salomé... solo...
—Petra... —me avisa seria —Cuando tus padres me llamaron, dije que te desmayaste y estabas en el cuarto de Sophie, si apareces con algo raro me mataran ¿Qué hiciste?
—Déjame adivinar —río en burla a mí misma—, no les importó.
—No, nena, tu madre sí estaba preocupada, me dijo que te cuidara.
—Uhu.
Sí, claro.
—Ahora, volviendo a lo importante... ¿¡Te tatuaste y drogaste?!
—No, no, no.
—¿Qué es lo que sí pasó entonces?
—Me fui con alguien... —dije apenada casi metiendo mi cara en la taza al beber— no hay tatuajes ni drogas, solo lágrimas.
—Así que con alguien...
—Con un chico…
—¿Tuviste sexo en su auto? Dime que usaste protección…
—¡Salomé! —casi me atraganto con el chocolate.
—¿Qué? Es mi prioridad que no hayas quedado embarazada, todos nos hemos escapado con alguien alguna vez, así que si solo te besaste y no fue más que toquetear no tengo mucho que decir.
—¡Yo no hice eso!
¿Eso es lo que piensan cuando te escapas con alguien?
—¿¡Esperas que me crea que andabas en ese auto que se ve es de un riquillo, con un chico, y solo hablaron de la vida y los sentimientos!? Algo hicieron, nena. Es parte de la adolescencia, no es para tanto, así que mientras eso no tronche tu presente o tu futuro está bien.
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Editado: 26.09.2023