"Cada etapa es necesaria, incluso enamorarse tiene sus etapas... el corazón roto es una de ellas y realmente pasará; solo recuerda que no necesariamente significa un final, puede ser una nuevo comienzo.
Cuando algo se rompe, le da el espacio a la imaginación para reconstruirlo, rehacerlo, hasta renacerlo..."
En la casa Russo, Washington DC, domingo 04 de octubre, 2015.
Había una extraña sensación de hormigueo por todo mi cuerpo, todo gracias a él, todo por él. Su sonrisa hacía que valiera la pena esto. Me di otra mirada en el espejo. Tenía un vestido rojo un poco apretado en el área de los pechos —pechos casi inexistentes—, pero que era abierto después de ahí, ocultaba un poco mi abdomen, unas zapatillas de correr y un pequeño bolso con mi celular y auriculares.
Mis ojos estaban un poco hinchados y mi cara un poco roja aún. Esperaba que no lo notara, quería pensar que la noche me ayudaría en eso.
Miré hacia fuera azorada, pero al notar que no había llegado me relajé. Me daba miedo hacerlo esperar. Thomas venía a buscarme, le había dado mi dirección... Me acerqué a mi ventana, por la cual se iba a completar el paso más suicida de toda la ecuación.
—¡Señorita Petra!
Salté al escuchar el chillido —¡Lissy, casi me matas del susto!
—Bueno, ya iba a matarse —se acercó rápido y me alejó de la ventana—. No haga eso. Créame, la vida tiene tendencias suicidas, pero no por eso debemos copiarla. Ella mejorará, de verdad.
—¿Eh?
—Usted se iba a lanzar por la ventana, con complejo de Superman, pero sin capa.
—¿Qué? No, no.
—¿No?
—No. Solo... solo iba a...
—¿Por qué tiene uno de los vestidos que su hermana le confeccionó para las galas?
—Saldré —le musité con los ojos cerrados.
—¡Escaparse! —se alegró— eso es mucho mejor.
Intenté sonreír.
—No sabía que tenía pareja, señorita.
La rubia me miraba divertida y pícara. —No... no es mi...
—Aún —subió y bajó sus cejas—, algunas veces los chicos son demasiado lentos. Por algunas veces me refiero a todas ellas, así que considere dar el primer paso. O en dado caso —rebuscó en sus bolsillos hasta sacar un... condón—, abra primero.
—¡Lissy!
—¿Qué? No me la paso limpiando todo el tiempo, la mayoría sí, pero cuando no, hago cardio.
—¿Y tú por qué tienes condones? —lo tomé lo volví a poner en su bolsillo.
—Porque cuando hago cardio, me refiero a que quemo calorías de la manera más candente posible.
—¿Uh?
—Tengo sexo —dijo cansada —. Usted es demasiado inocente.
—Bueno...
—El otro me lo quitó la señorita Cecile, y por eso no le doy dos. Y bueno, tómelo, no creo que sea el momento para darle un nieto a su padre.
Me asustó la idea.
—Me voy... —caminé a la ventana.
Al mirar hacia abajo me acobardé.
—Láncese — miré hacia atrás para verla—, cuando no sepa que hacer en la vida, miré cuál de las opciones le da la oportunidad de reír más. Y vaya por ahí.
¿Y si me mataba?
—No se matará —¿Lo dije en voz alta? —No. Pero lo supe por su cara. Es justo lo que pensaría yo. Y no, créame, me he lanzado del tercer piso, para no tener que encontrarme con el señor Cruise en las escaleras, pues sigo viva.
Entendible lo de querer no encontrárselo.
Respiré hondo.
—La cubro. Vaya. Un Romeo debe estarla esperando.
Suspiré —¿Has sabido de los abuelos?
—Ellos están bien, señorita —respondió casi automático.
Intenté mantenerme a raya, no podía llorar ahora.
—Vaya, la vida también tiene tendencia a no dejar que seamos felices muy seguido, así que aproveche. Por cierto, al saltar tenga cuidado con el árbol, puede ayudarla a caer mejor o rasparle las manos bien feo.
Asentí y saqué valentía.
—Promesas, promesas —susurré—, prometo no echarlo a perder.
Mi cuarto estaba en el segundo piso y eso lo agradecí. Puse un pie fuera e hice un padrenuestro con los ojos cerrados. Salté y caí bastante bien.
Me duelen un poco las manos por el raspón, pero al final, es un pequeño dolor en comparación de estar cerca suyo unos minutos. Miré hacia arriba y la rubia movía su mano como despedida. Correspondí. Siempre le agradecería esto.
Las estrellas estaban más brillantes hoy ¿O era cosa mía? Como sea, para mí brillaban más.
Se me dificultaba ver un poco por la oscuridad de la noche, pero cuando miré hacia la sala de mi casa, en el primer piso, por la ventana logré observar a mi hermana en... esa situación. No se veía placentero... ¿Por qué él la tomaba de cuello? ¿Por qué había una cámara apuntándolos? ¿Qué coño? ¿Por qué le daba bofetadas? Ignoré todo eso, no entendía cómo pensaban los chicos ahora mismo.
Tenía mucho frío, debí haber tomado una camiseta. Miré a mi habitación deseando poder subir otra vez. La noche se sentía fría, el aire casi congelado marcaba mi respiración, y creo que era de las mejores sensaciones del mundo. No había una condenada alma en la calle, nadie pasaba y no vi autos. Entre la soledad, el frio, el éxtasis y el deseo, sentía que estaba en el cielo.
Siempre había soñado salir a caminar por la noche. Se sentía magnífico tener tantas posibilidades y sentir la paz. En la noche todo sonaba, debido a la ausencia de sonidos. El vacío era algo tan extravagante; era una sensación algo mera si lo pensabas mucho y a la vez, era la más grandiosa.
Juraba que escuchaba mi corazón latir a mil. Cada parte de mi cuerpo se erizaba ante la espera de él.
Daban ganas de caminar sin rumbo...
Le escribí desde mi celular, antes fijándome en la hora. 11:04 PM.
Ya estoy abajo, iré caminando hasta tu floristería, así ahorramos tiempo.
NO.
Es peligroso
Ya voy en camino, llego en menos de cinco. Si un imbécil se te acerca, patea en las bolas.
#292 en Joven Adulto
#4482 en Novela romántica
pasion deseo tristeza tragedia juvenil, hombre mayor mejores amigos traicion, ternura y pureza
Editado: 26.09.2023