"No me culpes, simplemente vivo como puedo, construyo con lo que me dieron y destruyo con lo que me quitaron... no me culpes, hago lo que puedo, como puedo."
POV Thomas
Casa de Thomas, New York, lunes 05 de octubre, 2015
Despierto algo cansado. No pude dormir por estar viéndola fijamente, sus labios delgados, sus largas pestañas y sus mejillas sonrojadas con esparcidas pecas, solo eran el inicio de una historia que terminaba con su pelo de fuego y besos que daba en su nariz.
Esta chica me tiene demasiado hechizado. Y sinceramente no me importa que sea el siguiente terremoto que me haga llorar.
Siento cierto miedo. A que las cosas suban rápido y vegan en picada… Quizás si ella sabe lo sucio que estaba, el asco sería tan grande que se iría.
Pensando en eso me había prometido no ir tras ella, había prometido no decirle lo que estaba empezando a sentir, pero no pude aguantar; mis propias promesas se cayeron.
En mis recuerdos estaba latente la sensación de que... al preguntarle, sellé algo con ella. Al haberle preguntado si se puede sentir pasión por un ser humano, simplemente me confirmé que sí.
También, siempre supe la respuesta. Ella es lo que responde esa pregunta.
Cada parte de mí se la pasó pensando en ella esos dos días luego de lo del auto. Caí tan bajo que entré al celular de mi hermano, Demien, solo para sacar su número. Entrar al celular de ese condenado fue un error de los mayores. Esperaba encontrar mujeres desnudas, algún tipo de pornografía o cosa así, de hecho, eso iba a ser normal, no era como que yo en mi tiempo no había sentido necesidad de eso. Pero no, el idiota no tenía pornografía, de hecho, estaba limpio. Demasiado. De fondo de pantalla tenía a una chica de espaldas, no en una pose sugerente, solo sentada y mirando al cielo. Eso era preocupante, el condenado era pervertido como él solo, y no tenía nada así en su celular. Ni fotos, ni videos, ni historial incriminatorio. O era muy bueno ocultándolo o era muy santo, y conociendo a mi hermano es lo primero. Pero, cada quién a su vida.
No podía ir y decirle a mi hermano "Hey, Demien, ¿Por qué no ves porno?".
Así que simplemente lo dejé a él y a su extraña pureza fuera de lugar para buscar eso que tanto anhelaba; una manera de comunicarme con la pelirroja obsesionada con las vacas y que comparte mi gusto por la música.
Obtuve su número el mismo día que la llevé a casa de su amiga, Sophie, tras no llevarla a la escuela, pero fui cobarde y no tenía miedo de admitirlo. Fui un cobarde.
Y pensar que casi dejo de llamarla, casi me pierdo el sabor de sus labios.
Mentalmente nos imaginé en una cita, comiendo asado. Sería icónico.
No puedo siquiera describir el terremoto que tuve en mi ser, pero terminé llamándola, supongo que la noche me robó el autocontrol. Y así empieza todo, los mensajes, la llamada… el beso. Los besos.
Cada parte de mí quiso quedarse hasta tarde contemplándola, y lo hizo; casi toda la noche, de hecho. Pero ahora me está pasando factura. No puedo permitir que falte a clase otra vez, no por mi culpa al menos.
—Pianito —susurro como pude a la pelirroja que estaba en mis brazos —, pianito, la escuela —sacudo un poco tomando su brazo —. Pianito...
Anoche se quedó dormida en el piso y tuve que traerla a la cama. No es tan delgada, pero sí tampoco pesada, incluso, siento que pesaba muy poco ¿Tendría algún problema alimenticio? Esperaba que no, eso es una mierda, no lo deseo para ella.
—Cinco minutos más, Cara.
Me reí por cómo lleva una de sus manos a cubrir sus ojos.
—Claro que no me siento mal que digas el nombre de sabrá quién cuando soy yo quien está aquí, claro no.
Ella se levanta como un resorte de mi pecho.
—¿Thomas?
—Thomas —le confirmo.
Mira a su alrededor y el color de su cara se escapa al mirar la cama; cubre su cara y toma su tiempo antes de hablar.
—¿Tú y yo...?
Su voz afónica… suena muy hermosa.
—Nos besamos anoche, pianito —digo levantándome—, pero no hicimos lo que tu pervertida mente piensa.
—¿No?
—No.
Sus ojos se abrien casi como platos —Y-yo no p-pensé eso.
—Mentir no es lo tuyo, pianito. Y realmente tampoco lo mío, así que ni lo intentemos.
Sus lindos ojos de diferentes tonos se cierran casi como por vergüenza.
Estoy seguro de que mi nuevo pasatiempo es ponerla nerviosa. Me acerco y me situo cerca de la oreja. Sé que ese es un lugar muy sensible y le susurro lentamente mientras la vi tensarse y soltar un pequeño gemido:
—Cerrando los ojos no nos harás menos reales, preciosa.
Me separo por mi bien, ella huele demasiado magnífico.
No quiero más heridas en mi corazón, pero si la siguiente herida viene de ella, oliendo así de tierno y viéndose así de desaliñada… entonces, una herida más no me matará.
Le doy espacio, porque hay una delgada línea entre hacerla sentir nerviosa y hacerla sentir invadida y molesta; línea que yo jamás cruzaré.
Desde la puerta, me reclino un poco contra el marco para verla, con con ese vestido rojo ceñido a la piel y me di cuenta de que me deja ver de más en sus pechos. El vestido, que al parecer me odia y quiere matarme, se le hab movido un poco mientras dormía.
—Pianito —ella asiente y yo muevo la mirada—, ese vestido es muy hermoso —ella se ruboriza de una manera violenta—, pero de verdad... no lo uses cuando vas a quedarte sola con alguien. Es…
—¿No que me hacía ver hermosa?
—Uno, no te hace ver, eres; el vestido solo resalta lo que ya eres aunque no es algo necesario. Dos, exactamente, ese es el punto —ella se ve que no entiende —. pianito, ahora mismo mi mente va por lugares que no sé si son correctos, y no sé si estás cómoda con que vaya por ahí. Así que es una petición y sugerencia... A menos que quieras que me dé tremendo infarto, ahí puedes seguir usándolo conmigo.
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Editado: 26.09.2023