Hagamos parpadear las estrellas

Capítulo 25 - Días malos

"Quizás la clave es que nunca deseemos quedarnos, porque cuando lo hacemos, el destino se encarga de hacerte las maletas personalmente"

New York, miércoles 28 de octubre, 2015

—Yo lavo los platos —me ofrezco, Salomé va a negar, pero me adelanto —, lo haré, no hay problema.

En esto de la ansiedad hay días buenos, había días malos... y peores... Sí, estoy en los peores. Probablemente es porque me está por llegar la menstruación; ando con deseos de llorar, con ganas de dejar todo atrás. Tantas cosas están pasando que sinceramente solo quiero dejar eso del concurso. 

De no ser porque mi madre —la verdadera— vendrá a verme en la práctica, hubiese reportado que "estaba enferma". Ya estoy hasta el tope. Nos avisaron que las eliminatorias serán en diciembre, pero ¿Por qué tan lejos? ¿Por qué hacerme pasar todos estos meses de ansiedad?

Siento una sobrecarga emocional gigante. ¿No que esta es la mejor etapa de mi vida? Parece como si la fuera a pasar llorando y con ansiedad; al menos estoy sintiendo mi vida otra vez, ¿Así es ser la protagonista de tu propia historia?

Para esta fecha ya se supone que mami Ingrid estuviese aquí, pero su vuelo se canceló, otra vez. Así que en nuestra llamada matutina ella me aseguró que pasado mañana en la noche estará aquí. Me dijo que tomó el vuelo que nadie quería, el que salía a medio día, pero llegaba a eso de las tres A.M. Normalmente estaría segura de que mis padres la irían a buscar, pero teniendo en cuenta la situación lo dudo. Ellos, específicamente él, no me han vuelto a hablar, ella, hace unas horas, me mandó un mensaje diciendo que me amaba y que por favor volviera a casa, ¿Qué casa?

No puedo permitirme traerle problemas a Salomé y a Sophie. Han pasado alrededor de tres semanas desde que vine aquí. Actualmente lavo los platos del desayuno y termino de alistarme tras terminar esto.

—¿Estás bien, Salomé?

—Sí, Soph, estoy bien, solo necesito dormir.

—Tienes ojeras, Sally.

—Estoy bien, pequeña, solo necesito dormir —repite—. Ya sabes que harán recorte de personal en la empresa, así que debo dar horas extras, no quiero que me despidan.

Y es cierto, Salomé se ve ciertamente agotada. Noto sus ojos un poco rojos y últimamente se ve un poco triste también. Salomé es la madre que siempre quise, y me da miedo ver que algo la estuviese lastimando. 

—Creo que debemos ir a la escuela —informo en un susurro yendo a la mesa de la cocina.

—Sí, cierto —Sophie sonríe de manera genuina—, Thomas, nuestro amigo, dijo que nos vendría a recoger. Así que supongo hoy también viene.

Sonrío un poco preocupada.

—¿Quién es Thomas?

—Es el hermano mayor de Demien.

—¿El lindo, caballeroso y varonil madurito de la vez?

Un poco son celos, un poco era risa, un poco de todo.

—Sí, el madurito lindo.

—Nunca creí que esas palabras saldrían de la boca de Petra —sentenció con risa Salomé.

Sophie me mira un poco extraño, con el entrecejo arrugado y con muchas dudas. Sí, creo que la incómoda conversación se acerca y sinceramente no me veo con la capacidad para eso. No aguanto un problema más, lo último que quiero es perder a mi amiga; no puedo con eso.

+

—¡Thomas! —grita la rubia menor. Mientras corre por el jardín hasta el auto de mi... chico.

Él dijo que era mío, así que es mío... ¿Por qué suena tan bien? Mío...

No quiero ser una posesiva, pero ¡Cómo amaría poder decir que es mío! Estoy segura de que si fuera mi novio sentiría la paz de decir que es mío, pero sinceramente, ni sé qué somos. Casi decir, que puede estar con otras mujeres sin miedo, no es mi pareja... Eso es horrible, no quiero que esté con otras. Hasta puede ser que quizás yo sea solo un pasatiempo. ¿Por qué un chico como él, estaría con alguien como yo?

—Hola, Soph. Hola, pianito.

—¿Pianito?

Simple, un pantalón claro jean y una camisa blanca, pero se ve relajado y mucho más guapo que nunca. Quiero, necesito,  e imploro que me besase, que me abrasase y me ayudase a calmarme. 

—Sí, ese es el apodo de Petra.

—¿Por qué yo no tengo un apodo? —hace un tierno puchero, y al final Thomas ríe, ese lindo hoyuelo sale y…  condenado hombre ¿Por qué tienes que ser tan lindo?

—Yo quiero un apodo, Tom.

¿Tom?

—Ya veremos.

Dijo el ciego.

Como me molesta que ella coquetea con él, y que él no la pare. 

Es que, nos besamos, nos decimos que nos interesamos, ¡Pero no soy su novia!

Cuando nos dirigimos al auto, debido a que antes me tuve que sentar detrás, voy hacia allá, pero entonces, la mano de él me toma por la muñeca, con una coqueta sonrisa y cierta picardía me susurra:

—Tu lugar es a mi lado.

Apenas logro entender lo que me dice veo que él está abriendo la puerta.

—Sube, Petra, no quiero que te marees detrás.

Asiento y sin mirar a Sophie subo al auto. Veo como ella se sube en la parte de atrás y bufa por lo bajo.

No me siento mal, y a la vez sí. ¿Es normal?

Todo el camino hablamos los tres de cuales canciones nos gustaban más de Shawn Mendes, al final quedamos en que a Thomas y a mí nos gustaban todas, y a Sophie ninguna. Ella deja muy claro que no le gustaba el cantante y que era demasiado cursi.

—¡Vacas!

—Sí, pianito, vacas —Thomas sonríe y puso su mano en mi rodilla.

No debo verme en el espejo para saber que tengo la cara roja. Solo el sentir ese pequeño gesto me ha hecho sonreír en sobre manera, ese es el poder de Thomas, y sinceramente, me encanta. Sí, creo que voy a explotar. Amo el contacto de su piel, pero hoy, por desgracia, llevo un pantalón, así que su piel y mi piel no se tocan.

No volveré a usar pantalón, siempre faldas y vestidos...

—No entiendo cuál es la victoria de la vaca, Petra —Sophie rueda los ojos...




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