Hagamos parpadear las estrellas

Capítulo 30 - Todo lo que sube tiene el bajar

"La caricia que más extrañarás será la de la persona que más daño te hizo, porque al final, todo placer trae un dolor equivalente"

New York, jueves 29 de octubre, 2015

Hoy no iré a la escuela. Ni tengo que pensarlo dos veces, porque me he despertado sobre el pecho de la persona que amo.

Me entretengo con aquel tatuaje que tanto cuestioné. Sus brazos me hacen sentir acogida y segura, aunque aún no despierta. Las mañanas entre ellos serían mi fantasía de ahora en adelante.

Nunca he sido una persona muy segura de su propio cuerpo ni mucho menos, pero… me sentí la persona más hermosa de todas, al ser amada por él. 

Hoy… mis niveles de felicidad y plenitud suben a los pies de mismísimo Cristo.

Aquel tatuaje ahora mismo me recordaba nuestras pieles desnudas y las tiras finas  con ese color tan penitenciario me recuerda como estando descansando anoche, tras lo sucedido, él me confesó la idea principal de él.  hice a los doce. Unos meses luego de lo que pasó. Me contó que a lo hizo a los doce, un año después de aquella situación, que fue en un lugar de mala muerte y que su amigo de la infancia, Shawn lo llevó a hacerselo y que Jane casi lo mata al enterarse.

El descansa debajo de mí, completamente desnudo y las sensaciones a flor de piel me hacen querer besarle, pero resisto. Paso el borde de mis dedos por su torso, pero me detengo en el borde de las sábanas cuando escucho unas leves risas. 

—Buenos días, pianito mío.

—Buenos días, mi florecita.

(Aclaro que este libro lo escribí hace dos años, en donde no me parecía tan raro que, pues, tuvieran intimidad, no habrá detalles de esa situación, porque uno: me pongo muy nerviosa y no me sale AJAAJAJ; y dos: Petra es menor de edad. Ya no puedo cambiar eso porque tendría que eliminarlo de los siguientes libros también y mucho lore que eliminar AHAAH… entonces, sorry, sin detalles aquí)

Sus manos tomaron mi rostro entre ellas y entonces, la cercanía nos obliga a vernos a los ojos… aquella mirada se vuelve un beso y ese beso en un deseo inminente de proseguir, pero él se detiene.

—¿Cómo… estuve?

—Perfecto… —le susurro —, ¿Cómo estuve?

—Maravillosa.

La respiración agitada que tenemos se va con las sonrisas efervescente que se nos detona por la felicidad.

Mis sueños quedaron pequeños… mi realidad es tan buena que da miedo.

—Te amo.

Dos palabras nunca me han hecho tan feliz, una persona nunca me ha hecho sentir tan amada.

Anoche fue una montaña rusa de emociones, pero fue el momento preciso, se sintió como el momento preciso. Me aferro más a su cuerpo. Siempre supe que su cuerpo es un templo magnífico, pero el verlo así de cerca, el sentirlo, probarlo... Eso es algo que nunca imaginé.

Para ambos fue algo nuevo… Ambos fuimos novatos haciendo las paces con sus propios cuerpos.

—¿Me puedes pasar el celular, amor?

Me estiro para conseguirlo, ya que ha estado sonando cómo de notificiaciones. 

ASUNTO: Universidad de Londres, centro de botánica especializada, facultad de biología, sección orientada a la flora.

No alcanzo a leerlo completamente, pero sigo besando su mejilla.

—¿Qué es?

—Es sobre una beca.

—Oh... ¿Nos quedamos más en la cama o tomamos una ducha? —cuestiono.

—Ducha.

—Ducha será.

Nos desperezamos. Levantarme es una tortura, pero verlo hace que valga la pena…

—Pianito, se te sale la baba.

—¿Ah? ¿Qué? 

Bendito seas, Dios mío, por crearlo.

—No hay problema, a mí se me cae la baba viéndote.

—¿D-de verdad?

—Joder sí, ¿Segundo asalto en la ducha?

Asiento con risas y vergüenza, pero ajá, jamás desperdiciaría tremenda oferta.

—Que cierres los ojos, pianito, no hace las cosas menos reales.

Reímos y nos fuimos de la mano hasta el baño, cómo en un deja vu recuerdo cuando me curó las heridas aquella vez; ir de la mano con él para curarme es una constante que quiero en mi vida.

+

Perdida en mi mente y felicidad contesto la llamada que suena sin ver; cómo Thomas no llega de entregar unos papales estoy completamente sola en su casa. 

Espero que Demien obtenga la beca.

—Al fin contestas…

Veo el nombre de identificador, y entonces confirmo que es Cecile.

—¿Qué pasa?

—¿Petra? —se alegra —, finalmente contestas…  tenemos tanto tiempo intentando contactarte.

Mierda.

—La familia te necesita…

—Creo que se ha dejado claro varias veces que no somos una familia, o al menos yo no.

—Petra... Por favor, tienes que venir a Venecia —suplica.

—No quiero ir.

No puedo más que susurrar.

—Petra, necesitamos estar todos ahora mismo. Necesitamos ir a Venecia, por favor, es urgente. No podemos sin ti.

—No tengo ninguna razón para hacerlo —mi voz apenas se escucha —. Cecile, tú y yo sabemos que no…

La suya, desesperada, incluso rasposa: —Petra, si no vas no funciona.

—Pero...

—¡Los abuelos murieron! ¿No lo entiendes? Esto no es sobre ti, o sobre mí. Las cosas no van bien en la familia, y el negocio está pendiendo de un hilo, el funeral ya pasó, lo legal está atormentándonos, tenemos que lidiar con mucha mierda.

¿Qué...? Mientras más proceso lo que dijo mi corazón más se estruja.

—L-los abuelos... ¿Es broma? Es un juego ¿No?

—Sé qué crees que soy un monstruo —escucho sus susurros... Cara y Peter murieron, ¿Cara y Peter murieron? —, y puede que tengas razón, soy horrible, soy más que un engendro y tienes derecho a odiarme, soy escoria, lo sé. Pero esto es por los abuelos ¿Okey? Lo siento, por todo lo que te he hecho y por lo que dejé que te hicieran, pero nunca jugaría con algo así. Esto…

Aún no proceso su disculpa —Ellos, ellos...

—Sí, hermana. Y ahora necesitamos ir a Venecia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.