Hagamos parpadear las estrellas

Capítulo 31 - El cielo desapareció

"Los finales felices solo son ilusiones que unos usan para poder aguantar lo que saben que es inminente: el cambio. Así que nunca lo creas, luego de lo bueno, viene lo peor. Luego de peor, lo desastroso, y así una infinita cadena que te lleva a desesperar." 

Viernes 30 de octubre, 2015

Tengo la leve sensación en mi corazón de que todo esto es un mal sueño, quizás sean las largas horas de vuelo, la manera en que todo cambió. 

¿Qué pensará Thomas si supiera que mi padre es un asesino?

Mi vida es una novela barata de drama y tragedia, dónde ni siquiera Thomas puede sacarme de este momento tórrido.

Y por momento tórrido, en que mi corazón se vuelve añicos, me refiero a estar sentada aquí, luego de las escalas hasta Venecia, por primera vez estando sola en un viaje y aferrándome al bulto con el dinero y la cámara que llevo tras ir a la mansión de los Russo, mientras voy de camino a ver los cadáveres de dos de las más importantes personas para mí. 

Con el trasero en la silla veo a las personas en su ir y venir por el aeropuerto, y el cielo de Venecia no adormilece el sentirme desolada. Lo único que haría mejor sería su abrazo y su perfume.

Saco el valor para llamarlo, ¿Estará enojado por irme sin despedirme ni avisar?

—¿Petra? —dice, como tanteando el terreno.

Un problema a la vez, no puedo solucionar muchas cosas desde aquí, pero sí puedo intentar con lo nuestro. 

—Finalmente, pianito —suena aliviado —, ¿Dónde estás? Llegué a casa y escapaste, no estabas, llamé a todos, a Clover, a Sophie, a Hayes... y nadie sabe dónde estás. ¿Algo de lo que deba preocuparme? ¿Te molesté o algo...?

—Florecita, no escapé, solo estoy solucionando algo con mi familia —intento sonar poco afectada, no quiero causarle temores.

—¿Todo bien?

—Sí, florecita, yo decidí venir.

—No quiero sonar intenso —se carcajea —, pero, ha pasado un día completo, pianito, ¿Recién ahora me quitas la preocupación?

Sonrío un poco mientras juego con mis uñas —Lo siento, debí llamarte antes.

—Por un momento creí... creí que habías decidido irte...

—Nunca, solo serán unos días. Estoy resolviendo algo en Venecia, nada que tenga que ver con nosotros. Estamos bien, amor. Cuando regrese volveremos a como éramos antes.

—Sí, sabes, pianito, irte a otro país, o bueno, continente, no es buena idea, especialmente si te acabas de acostar con alguien. 

—Thomas.

Unas pequeñas carcajadas salen de mi boca; es como paz en la tormenta.

—Te amo…

—Yo también te amo. ¿Quieres hablar de eso que resuelves?

—No quiero...

—Comprendo —responde. Aún no me vienen a buscar, entonces supongo que solo me queda quedarme quieta aquí.

Amo sentir que valida el espacio de cuando no quiero hablar. ¿Omití eso al presionarlo hace dos noches?

Me siento tan respetada y valiosa cuando estoy con él, quiero hacerlo sentir así también; es la mejor sensación de todas.

—Gracias —susurro con todo el agradecimiento del mundo.

—Yo quiero hablarte de algo.

—¿De qué, florecita?

—Hay una universidad en Londres... —¿A qué viene este tema? Arrugo el entrecejo intentando comprender todo —Mamá siempre soñó con ir, yo siempre soñé con ir también. Ella consiguió la beca, pero el cáncer… 

Escucho su voz algo rasposa, como si no quisiera continuar hablando.

—El punto es que yo… la he solicitado. La he recibido.

Así que eso fue lo que vi… 

—¿La conseguiste? ¿La beca era para ti?

—Sí, amor.

—Felicidades, florecita mía, eso es magnífico —aquella universidad es maravillosa. La London Bridge es una de las más prestigiosas de New York, siempre he oído de ella, Cecile estudiará en ella tengo entendido —. Estoy muy feliz por ti, cariño.

—¿En serio? —suena tan emocionado —¿Estás... feliz por mí?

—Claro que sí, esa universidad es muy buena, y si obtuviste una beca es algo maravilloso.

—No tienes idea de cómo me hace feliz que me apoyes. Petra… amor, jamás he sentido algo tan fuerte por alguien, ni me he abierto así, y que me apoyes en mi sueño… me hace el hombre más feliz de todos. 

—Tu sueño es tu sueño, Thomas, y estoy muy feliz por ti.

—Mamá estaría tan feliz de saber que… por fin conseguí nuestro sueño… y a la persona que amo.

—¿Ese era el sueño de Nora?

—Sí, mamá quería estudiar la maestría orientada a la flora de esa universidad, desde joven; y ganó la beca, pero justo ahí le diagnosticaron cáncer…

Me puedo imaginar lo que significa para él entonces, si Nora siempre lo deseó y nunca pudo cumplir su sueño… me alegro que mi flor logre hacerlo realidad.

—Te juro que todo saldrá bien, la distancia no nos hará mella, te lo juro, te visitaré seguido y trataré de siempre llamarte, te amo lo suficiente como para quererte sin tener que tocarte siempre. Y tu me visitarás allá también, será fantástico.

—Florecita —me río por cómo él está confundiendo todo —, ¿Qué es eso de visitarme? No me quedaré a vivir en Venecia. Volveré a la ciudad contigo.

—¿Qué?

—Sí, en la London Bridge. Está bastante cerca de tu floristería.

—Amor... no es la universidad London... es... en Londres.

—¿Londres…?

El nudo en mi estómago se hace más denso y siento el impulso de mutilar cada una de mis uñas.

—¿Qué? Pero —la voz se rompe, y las lágrimas amenazan con caer —... no me habías dicho de eso.

—No creí que fuera a ganarla. Y pues la solicité antes de conocernos, el día antes de ir al cementerio —comienza a explicarme—... Por eso fui a ver a mamá... Para avisarle que cumpliría nuestro sueño o que al menos lo intentaría.

—¿Vas a abandonarme?

—¿Qué? No, claro que no... jamás. Solo habrá distancia, cariño, pero...

—Pero no estarás.

—Pianito...




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