Hagamos parpadear las estrellas

Especial #1

Respiro hondo. Sé miles de cosas, entre ellas que solo habían sido un par de semanas. Es totalmente ilógico que ya no sepa como seguir mi vida ahora.

Según expertos creas un hábito en veinticinco días de repetición; ¿Ahora cómo hago para quitarme esto?

En mi mente destrozada he llegado a pensar que lo mejor es no sentir nada, porque terminamos igual de rotos que si jamás tuviesemos el amor en frente.

Maldigo al destino por ser así, ¿Por qué fuimos fugaces? ¿Por qué otras personas y sus mediocres maneras de amar sí funcionan, pero nosotros tenemos que perder el brillo y los matices de nuestra manera de parpadear? 

Éramos el brillo de las estrellas, solo que no pensé jamás que de las fugaces.

¿Lo olvidaré en algún momento? ¿Qué me pasará si lo olvido? ¿Es posible siquiera? ¿Se puede olvidar a alguien tan maravilloso? 

Puedo fingir y sonreír en la corte cuando veo a Cruise, pero no sé si… puedo fingir y sonreír al recordar que la única vez que alguien me hizo sentir amada en toda mi vida se terminó como una noche sin estrellas.

—Señoritas Russo —entra la persona que significa menos en mi vida en ese momento, interrumpiendo todo mi pensar—, lamento la tardanza.

Finjo una sonrisa cuando mi hermana menor me toma de la mano como signo de apoyo.  Cecile es algo que no entiendo. Esta actitud… ¿De dónde ha salido? De donde sea, para mí es un poco repugnante. Aunque no horrible.

Tengo miles de razones para estar aquí: vengar a los abuelos, vengar a mi padre, ayudar a Louan, apoyar a Cecile… Pero, la verdad, si me ponen a elegir entre cumplir esas cosas y poder irme a Londres, me iría con él. Que falta de compromiso tengo yo.

Estoy segura de que yo sí lo hubiese elegido a él.

—Para nada. Gracias por atender tan rápido —empieza Louan—, sabemos de tu apretada agenda y de todo lo que debes hacer. Apreciamos que nos ayudes.

—No se preocupe —con el aire de supremacía que lo caracteriza se sienta en la silla que le corresponde, deja el portafolio sobre la mesa y termina por sonreír vagamente—, solo devuelvo un favor.

—¿Se puede saber a quién? —cuestiona Cecile. Supongo que el sentir que puede ser Cruise haciendo una estrategia la estresa. La voz de mi hermana se escucha rasposa. No han sido buenos días para ella. 

Mamá lucha con mantenerse cuerda, pero Cecile lucha contra su amor por su padre. Yo, yo ya ni lucho.

—No —responde él de manera un poco cómica.

Lissy suspira tras de mí. La mira y me sonríe, ella se ve cansada. Por desgracia la habíamos despedido, debido a recortes de gastos. Pero ella decidió quedarse con nosotras unos días y ayudarnos.  

La verdad es que el caso contra papá… contra Cruise está casi ganado, solo con las pruebas que ya tenemos. Pero, no tenemos un abogado. Nuestras cuentas han sido congeladas, no podemos tomar el dinero de los abuelo aún y finalmente, nos podían dar un abogado público, pero Cecile dice que conoce a su papá y a su gente, y que terminaría comprándolo. 

Esto es demasiado complicado.

—Solo quiero decir, Petra —levanto la mirada—, que lamento mucho la escena y bochorno del día de la gala Bloom.

Por primera vez le sonrío a él de manera mínimamente sincera —No te preocupes, Thomathy. Me alegro de que finalmente liberes eso de ti, estoy hasta un poco orgullosa, eso no es algo que yo podría hacer…

—Petra —se acerca con las manos en su saco—, yo no soy gay —sonríe más—, pero sabía que así se caía el matrimonio. 

Espera…

—No te ofendas, te ves como un gran partido. Pero el matrimonio y las cosas serias no son lo mío. ¿Entiendes?

Mamá interviene —Petra te lo agradece.

La miro.

—Fue todo parte de un plan… —susurro.

—Plan hecho por tu madre —me dice el Cross.

Por eso me dijo que sí a que me largara… Lissy deja un par de tazas en frente mío y sin dejar de verme me da un leve apretón de hombro.

—Ya que estamos hablando de ese día… —busco la manera de decirlo—¿La chica…?

—Me viste —dijo con los ojos cerrados y un poco abochornado.

Le respondo afirmativamente.

—¿Quieren azúcar? —interrumpe Lissy.

+

—Muchas gracias, Thomathy —nos levantamos todos de la mesa de conferencias —, por todo. En cuento nuestras cuentas se descongelen te pagaremos los honorarios.

—Un placer, siempre. Ya le he dicho, no necesito que me pague. Tómelo como un regalo —él estrecha la mano con cada una de nosotras—. Será todo un placer que este sea mi último caso, cerraré con broche de oro.

—¿Te retiras de las leyes? Que pena, eres todo un prodigio, hijo.

—Sí, pero mis padres quieren retirarse, debo tomar los hoteles —se despide como todo un caballero y se retiró.

—Muy, pero muy educado —susurra mamá—. Con tan solo 26 años es todo un partidazo...

—Demasiado, ese no es el Thomathy Cross que conocí como posible cuñado… ¿Dónde está el chiquillo que terminaba con una chica diferente cada noche? 

—Se ve maduro y caballeroso, quizás es diferente —añado a lo que dijo Cecile solo porque no quiero hablar mal de él, no le odio, en fin, aceptó críticas de todos los presentes y el abucheo de muchos, para evitar el matrimonio forzado.

—Maduro y caballeroso no son palabras que utilizarías para él. 

Pasa un rato, y salgo a caminar. 

Mientras camino por las pobladas calles, que cabe destacar tienen un ambiente añejo y nostálgico que me rompe el corazón un poco más, simplemente pienso… pienso en como Thomas me suplicó que no le dejara, que no le lastimara, y al final, fue él quien me dejó.

La vida tiene ironía y no es justa, condenada vida.

—¡Petra! —grita como siempre mami Ingrid cuando me ve en frente de su hotel. 

Suspiro. No sé por qué siento que llamarle mami ya no está igual de sencillo para mí. 

No estoy con ganas de estar entre las personas, pero este no es el momento para soltarme o caerme, debo ser fuerte, resistir. 




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