Hagamos un trato

11| Jazmín.

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Olivia

Luego de tres largas horas estudiando, redactando e inventando rumores sobre Rooney, por fin hemos terminado... la introducción de nuestro trabajo.

La verdad es que por dos horas y media nos dedicamos a hablar de cualquier cosa menos del tema, solo porque podíamos. La media hora restante sí fue productiva, pero bueno, aún nos quedan tres meses para terminar la investigación, así que no me estreso.

—Tenemos que pensar cómo vamos a demostrar lo teórico en la práctica —me recuerda Sebastián.

—No hay problema con eso. De hecho, tengo el ejemplo perfecto.

Saco mi celular y busco un video guardado.

—¿Qué me vas a mostrar? —pregunta, curioso.

—No lo sabrás si no miras, Sebas.

Le doy play.

Enseguida suena “Danse des cygnes”, de El lago de los cisnes. En pantalla aparecen dos niñas con leotardos rosados, tutús y moños impecables, bailando junto a otras dos pequeñas.

—¿Por qué me estás mostrando niñas haciendo ballet? —me mira sin entender nada.

—¿No te das cuenta? Esto puede ser nuestro ejemplo práctico.

—¿Por? No creo que el ballet nos ayude mucho.

Me quedo en silencio, mirándolo con una mezcla de horror y ofensa.

—Sebastián… ¿me estás tomando el pelo o lo dices en serio?

—¿Qué? —levanta las manos—. Solo pregunto.

—Bueno, te lo dejo claro —digo, tratando de no perder la calma—: el ballet nos va a ayudar, y mucho. A ver, piensa: ¿qué se necesita para aprender algo nuevo?

—Memoria.

—¡Exacto! —aplaudo—. La danza clásica es un ejemplo clarísimo. Las bailarinas memorizan rutinas, posturas, secuencias… y todo eso requiere concentración, aprendizaje y repetición. Y como en cualquier disciplina, al principio se cometen errores.

—¿Ok...? —me contesta, dudoso. Pero no lo dejo mucho en la incertidumbre.

—Cada clase implica corregir algo: la postura, el equilibrio, el peso del cuerpo… siempre hay algo por mejorar. ¿Y qué se necesita para retener todo eso?

—Memoria —responde, pensativo.

—¡Eso mismo! Así que se aplica perfectamente lo que decimos en el trabajo: sin aprendizaje no hay memoria, y sin memoria…

—…no hay aprendizaje —completa él.

Estoy a punto de celebrar mi victoria cuando lo escucho decir:

—Entiendo tu punto, pero igual creo que podríamos buscar algo más difícil. El ballet no se ve tan complicado.

LO MATO.

—¿Estás bromeando? —exclamo—. La danza clásica es una de las disciplinas más difíciles del mundo. ¿Crees que es fácil mantenerse en punta, con el cuerpo tenso y el alma al borde del colapso, fingiendo que no te duele nada? ¡Si el ballet fuera fácil, sería fútbol!

Sebastian se echa a reír, lo que ocasiona que me hierva más la sangre.

—¡Tranquila! Era una broma. Ya entendí que no puedo jugar con eso.

Respiro hondo.

Ok, tal vez me exalté.

—Lo siento —murmuro—. Es un tema importante para mí.

Y lo es.

Sé lo que es ensayar durante horas, repetir una rutina mil veces, dejar el alma en el escenario solo para escuchar que tu fouetté no fue perfecto. Sé lo que duele, física y emocionalmente. Y aun así, lo haría todo otra vez.

Habré elegido psicología, pero la danza siempre va a ser mi primer amor.

—Ya me di cuenta —dice Sebas, todavía riendo—. Te pones igual que Jazmín cada vez que Erik y yo la molestamos con el tema.

—¿Quién es Jazmín? —pregunto, fingiendo desinterés.

—La novia de Erik —¿novia?—. También hace ballet. Ustedes dos se llevarían bien —¿dijo novia?—. Jaz anda diciendo eso de que “la danza crea amistades de por vida” y bla, bla, bla.

La danza también crea rivales, pienso. Pero no lo digo.

—Puede ser —respondo, encogiéndome de hombros.

No sé por qué me sorprende que Erik tenga novia. Supongo que simplemente… esperaba que no. Pero no debería importarme.

Mi celular vibra.

Antonella: ¡Hey Oli! Vamos a almorzar con Claire y Pablo, y luego de compras. ¿Te apuntas?

Antes de responder, llega otro mensaje:

Antonella: Por favor di que sí, estoy haciendo de mal tercio con estos tórtolos mientras toco el violín mental.

Su mensaje me da risa, pero no puedo negar que si podría estar cumpliendo ese papel.

Yo: ¡Qué exagerada! Jajaaja. Está bien, voy.

Antonella: Perfecto. Paso por ti en veinte.

Yo: No estoy en casa, estoy donde Sebastián. Vinimos a avanzar el trabajo de Rooney.

Antonella: Claro… ahora lo llaman “avanzar el trabajo”. JA, JA, JA.

Miro a Sebas, que sigue revisando su teléfono, y no puedo evitar sonreír. Ahora que sé que no le gustan las chicas, la idea de “nosotros” suena más imposible que nunca.

Yo: Te juro que solo estamos haciendo eso. Más bien, ¿puede venir él con nosotras?

Antonella: No es por ser mala, pero si con Claire y Pablo hago de mal tercio, con ustedes sería un quinteto desastroso ☹

Yo: No iremos en plan romántico, lo prometo.

Sé que ella piensa que Sebastian y yo estamos saliendo, porque es lo que aparentamos. Pero le haré creer a mis amigas que lo nuestro no funcionó y que decidimos ser solo amigos.



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En el texto hay: humor, secretos, amor

Editado: 02.11.2025

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