Olivia
¿Por qué creí que traer a Sebastián con nosotros sería una buena idea? ¿En qué demonios estaba pensando?
Estamos terminando de almorzar en un restaurante italiano cerca de la casa de Claire, y durante toda la comida mis amigas no han dejado de bombardear a Sebastian con comentarios que tienen el propósito de asegurar mi futura relación con él.
—Ustedes se ven tan bien juntos… tanto como Pablo y yo, ¿no, mi amor? —dice Claire, mirando a su novio con esos ojitos de caricatura romántica.
Pablo asiente con una sonrisa tan enamorada que parece que ella le hubiera pedido matrimonio.
No dudo ni un segundo que esos dos son el uno para el otro. Son esa clase de pareja que derrochan amor y azúcar.
Sin embargo, cada vez que los veo juntos no puedo evitar pensar en cómo empezó su historia.
Conocí a Pablo en mi primer año de universidad, en la clase de Lenguaje. A pesar de estudiar Administración, compartía ese curso conmigo y con Antonella, porque la universidad tiene esa manía de obligarte a llevar estudios generales. Claire también estaba ahí, pero era de las chicas tímidas que se sentaban al fondo y no hablaban con nadie.
No era amiga nuestra.
Pablo se enamoró de su timidez. Le intrigaba esa pelirroja que se sonrojaba con solo escuchar su nombre.
Yo, que soy débil ante las historias de amor, lo animé a hablarle… pero él era igual de tímido que ella. Y ahí fue cuando me ofreció cien dólares por fingir ser amiga de Claire durante dos semanas. Solo hasta que pudiera invitarla a salir.
Obviamente acepté.
¿Quién rechazaría cien dólares en primer ciclo?
Con el tiempo, me di cuenta de que Claire no era tan distinta a mí: divertida, dulce, un poco seria al principio, pero un amor cuando se soltaba.
Así que cumplí mi parte, gané cien dólares… y una mejor amiga.
No fue un mal trato después de todo, ¿no?
—¡Sí! A mí también me parece que hacen una linda pareja —dice Antonella, señalando a Sebas y a mí—. Solo les pido que no terminen como estos dos tórtolos, porque me voy a ahogar con tanta ternura. —Pone una mano en el pecho y finge falta de aire.
Los aludidos se ríen y se sumergen en su burbuja de amor eterno.
—Bueno, ¿podemos dejar de hablar del tema? —intervengo—. Sebas y yo nos estamos conociendo, no queremos apurar las cosas.
Mentir así me estresa, pero si quiero que más adelante él se vuelva amigo de mis amigas, tengo que mantener la fachada un poco más.
—Oli tiene razón —agrega Sebastián con una sonrisa tranquila—. Por ahora solo somos amigos.
Ha respondido con paciencia a cada pregunta y hasta se ha animado a bromear con ellas. Y sí, eso les encanta.
Antonella y Claire odiaban a Zack, mi ex. Nunca le hablaban, decían que parecía un chico engreído y petulante.
Y no se equivocaron.
Solo que lo descubrí demasiado tarde.
—Creo que ya deberíamos irnos.—dice Pablo, guiñándole un ojo a Claire.
Claro, no se nota para nada que quieren dejarme a solas con Sebastián.
—Sí —responde Antonella, suspirando—. Quedé con mi compañero para estudiar en la biblioteca.
—¿Y por qué no se reunieron en casa de alguno de los dos? —pregunto.
—Porque según él no sería profesional. Dice que teme que lo seduzca en un espacio tan íntimo. —Antonella pone los ojos en blanco—. ¿Quién en su sano juicio creería que yo trataría de seducirlo?
—Tú, si con eso logras que haga todo el trabajo —lanza Claire divertida.
—¡Eso fue solo una vez! —replica la rubia, ofendida—. Además, mis dotes de seducción los reservo para causas importantes.
—Y no lo dudamos —digo, riendo mientras saco mi billetera para pagar.
Pero antes de hacerlo, Sebastián se adelanta.
Le hace una seña al camarero, pide la cuenta y paga con su tarjeta.
Mis amigas sueltan un “Owww” tan sincronizado que casi parece ensayado.
Ya lo veo venir: en sus cabezas, probablemente ya me están casando con él.
—Gracias —le susurro, un poco avergonzada—. La próxima invito yo.
—Trato hecho —responde con una sonrisa.
No puedo evitar pensar que con Zack nunca fue así. Jamás tuvo un detalle.
Salí con un idiota, y es ahora cuando por fin empiezo a admitirlo.
________________
—Tus amigas me caen bien —dice Sebastián cuando salimos del restaurante—. Se nota que te quieren mucho.
—Sí, son las mejores. Un poco entrometidas, pero las adoro. Y perdón si te incomodaron.
—Para nada. Solo se preocupan por ti, eso está bien —responde con naturalidad.
Su comentario me deja pensando.
Si esto fuera real… si de verdad estuviéramos saliendo, ¿esto sería lo que esperaría del chico con el que salgo?
—Ya que tenemos muchas cuadras por caminar, ¿jugamos algo? —propone de pronto—. Así nos conocemos mejor.
Editado: 02.11.2025