Olivia
No soy de las personas que se vuelven locas por las fiestas.
No me malinterpreten, me gustan, sobre todo si son con mis amigas, pero hay días en los que simplemente no me apetecen para nada.
Como ahora.
Han pasado apenas veinte minutos desde que llegamos a la casa de los Campbell y ya me quiero ir.
Esto, más que una fiesta, es una pequeña reunión entre amigos. Hay música, sí, pero no tan alta.
Lo único que realmente tiene de fiesta es el alcohol.
Somos exactamente nueve personas en la sala, contando a Sebastián, su primo y a mí.
Los tres amigos de Erik vinieron con sus respectivas novias, que participan animadamente en la conversación de los chicos, riéndose de sus comentarios poco graciosos.
—¡Oigan, tengo una! —exclama uno de los presentes—. ¿Qué es un langostino?… ¡Una langosta con triple enlace!
¡JA, JA, JA, JA, JA!
Todos, excepto Sebastián y yo, estallan de risa.
¿Cuál es la gracia ahí?
Me siento como Penny escuchando a Sheldon.
El pelinegro se quedó corto al decir que los amigos de su primo eran "un poco aburridos".
Son aburridísimos.
Se la han pasado haciendo chistes que solo ellos entienden desde que llegamos. Estoy segura de que esta noche perderé el sentido del humor… y quizá también la audición.
Miro a Sebas, que está a mi lado, y tiene la misma expresión de extrañeza ante el mal chiste. Incluso las novias parecen reírse por compromiso.
Espero que no trabajen como cuentan chistes; matarían a todos sus pacientes.
Lanzo el quinto suspiro de la noche, llevando el vaso de whisky a mis labios y tomando todo el contenido de un solo trago.
Siento cómo el líquido baja por mi garganta y deja ese pequeño ardor al que, poco a poco, le he agarrado el gusto.
—Juro que si escucho otro chiste más, me van a explotar los oídos —me susurra el pelinegro.
—Te entiendo completamente. ¿Por qué no me advertiste que esto pasaba cada vez que se reúnen? —le reclamo.
—Porque no hubieras venido —responde, guiñándome un ojo.
Buena jugada.
—Da igual, voy a servirme un poco más de esto —digo, agitando el vaso vacío frente a su cara.
Dejo atrás al grupo de futuros doctores y me dirijo al pequeño bar entre el comedor y la sala. Estoy decidiendo qué servirme cuando siento la presencia de alguien a mi lado.
—¿Aburrida?
Sí.
—No, para nada —contesto, sin dejar de buscar entre las botellas.
—Vamos, Olivia, no me mientas. Vi tu cara después del chiste de Frank.
Rayos.
Dejo el vaso y lo miro, un tanto avergonzada.
—No quise ser grosera, es solo que los chistes de medicina no son lo mío.
Erik se ríe y alza los hombros despreocupadamente.
—Tampoco son lo mío.
—¿Pero no estudias medicina?
—Sí, pero me río más por la mierda que sale de la boca de Frank que por el chiste. ¿En serio crees que no tengo sentido del humor? Mis oídos están a punto de colapsar.
Erik pone las manos a los lados de sus orejas, haciendo un gesto como si le estallaran. No puedo evitar reírme.
—Me alegra que hayas venido. Así podemos conocernos mejor —dice, tomando la botella de whisky y sirviendo más en mi vaso.
—Sebas me lo comentó y me pareció una buena idea.
Claro, porque venir a una reunión con desconocidos es mucho mejor que estar echada en mi cama viendo Friends en Netflix.
—Siempre tengo que rogarle para que se quede con nosotros. No le gusta socializar mucho —comenta, sin dejar de preparar mi trago.
—¿Y tú cómo sabes que no socializa?
—Solo lo he visto salir con Arón. Después de él, no he visto a ningún otro amigo.
No sé bien por qué, pero su comentario me molesta.
—¿Y eso acaso es un problema? —levanto una ceja, cruzando los brazos—. No creo que eso deba preocuparte. Después de todo, yo soy su novia. Obviamente tuvo que socializar conmigo —eso, y un trato—. No necesita que decidas a cuántas personas debe tener cerca para considerarlo sociable.
—No estoy decidiendo por él, solo me gustaría que compartiera con alguien más que no fuera Arón.
—Bueno, me tiene a mí.
—Lo sé —responde con una media sonrisa—. Aún no puedo creer cómo logró conquistar a una chica tan linda como tú.
¿Le parezco linda?
Se queda congelado apenas termina la frase, como si cerebro recién procesara lo que dijo.
—Digo... él es muy tímido y tú, evidentemente, eres muy linda, y ya sabes, a los chicos tímidos siempre les cuesta hablar con chicas lindas. Aunque parece que se las arregló bastante bien —dice rápido, alzando las manos como si pudiera borrar lo que acababa de salir de su boca.
—Ajá… —respondo, intentando contener la sonrisa.
—No quiero decir que Sebas no pueda estar con una chica, solo que… ehm… eres la primera novia que nos presenta y… me sorprendió. Eso. Nada más —balbucea, rojo hasta las orejas.
Erik me entrega el vaso con torpeza, sin atreverse a mirarme a los ojos.
—Oye… ¿no tienes ganas de escuchar otro chiste de Frank? Porque yo me muero de ganas. Ya sabes… langostas con triple enlace. Divertidísimo, ¿no? —ironiza, dándose media vuelta antes de que pueda decir algo.
Y sin esperar respuesta, se va.
Dejándome confundida.
¿Qué acaba de pasar?
Editado: 02.11.2025