Olivia
Para mucha gente, un beso no significa nada.
Para otros, un beso lo es todo: atracción, pasión, amor.
Yo me encuentro en el punto medio. Para mí, un beso puede ser nada... o puede ser todo, dependiendo a quién se lo des.
Pongamos un ejemplo:
Si estás en una fiesta y conoces a un chico guapo, soltero, con quien te ríes y te la pasas bien... un beso no es nada.
Pero si ese chico tiene pareja, un beso lo es todo... y no en el buen sentido.
Mis ojos siguen sin creer lo que está a punto de pasar.
Sebastián se acerca despacio, con pasos inseguros, como si en cualquier momento fuera a arrepentirse.
Yo solo ruego con la mirada que no lo haga.
Mi corazón late más rápido, no por emoción, sino por culpa.
Sé que esto es fingido, pero no puedo evitar sentir que, de alguna u otra forma, estamos traicionando a Arón.
Me da igual si es parte del trato o si ellos dos decidieron entre bromas que podía besarme.
No lo haré.
Una cosa es ayudar a los infieles, otra muy distinta es convertirse en uno.
"Bien dicho, Lorelay. Pero quizá en lugar de hacer un discurso moral, podrías, no sé... ¡detener el beso!"
Nunca estuve tan de acuerdo con mi yo interior.
Todo ocurre en cámara lenta. Puedo sentir el calor de los labios de Sebastián a milímetros.
Ha cerrado los ojos tan fuerte que parece que reza para desaparecer.
Si no supiera que lo hace por su novio, juraría que le pidieron besar a una rana en lugar de a mí.
Así que, antes de que esto se vuelva más incómodo... hago lo primero que se me ocurre.
Estornudo.
En su cara.
Un estornudo épico, cero delicado, con un toque de saliva.
Hasta a mí me da asco.
—Lo siento tanto, mi vida —improviso, limpiándole la cara con mi manga—. Olvidé mencionar que tengo una gripe terrible.
El pobre recibe-saliva me sonríe con expresión tensa.
—No te preocupes, pichurrita. Son cosas que pasan.
¡Agh! Usó el apodo de mi ex adolescente. De pura venganza.
—Un momento —interviene uno de los amigos de Erik, con mirada analítica—. No puedes tener una gripe tan fuerte como dices. No has tosido ni una vez. No tienes congestión, ni fiebre, ni...
Perfecto. Un doctor.
—Ehh... ¿dije gripe? —me río nerviosa, sintiendo cómo la sangre se me sube a la cara—. Quise decir flipe. ¡Eso! Me dio un flipe terrible.
—¿Flipe? —repite él, frunciendo el ceño—. ¿Y qué es eso, exactamente?
—El estado nervioso más extremo del ser humano —responde Sebastián, tomándome del hombro con una sonrisa falsa—. Los psicólogos usamos otros términos para no asustar a los pacientes.
—Eso no existe. Imposible que los psicólogos hayan inventado un nombre tan estúpido —responde el tipo "engaña a tu novia que no se entera", cruzado de brazos.
—¿Acaso nosotros criticamos su langosta con triple enlace? —digo indignada.
—¡Da igual! Yo también escuché gripe, no flipe —replica la novia del tipo, uniéndose a la discusión.
¿Por qué hacen tanto drama por un estornudo?
Sebastián y yo estamos a punto de replicar, cuando una voz se impone:
—Yo sí escuché flipe. —Erik. Nuestro salvador con cara de póker—. Tal vez confundieron las palabras.
Bendito seas.
—Oye, ya son las doce —añade, mirando a Sebastián—. ¿No tienes que llevar a Olivia a su casa?
Sebas asiente enseguida.
—Sí, tienes razón. ¿Vamos, Oli?
Lo miro de reojo. Erik evita mi mirada.
Tal vez lo ofendí al decirle que no debía meterse en la vida de su primo.
¿Lo habré molestado más de lo que pensaba?
Nos despedimos rápido y salimos. El silencio se hace cómodo por unos segundos... hasta que alguien nos frena.
—Hola, Sebas.
Frente a nosotros, una chica de cabello negro y ojos azules sonríe con confianza.
—Jaz... —Sebas parece confundido—. No sabía que venías tan tarde.
—No iba a venir, pero Erik me escribió mil veces para que lo hiciera —dice ella, mirando hacia mí—. Soy Jazmín Collins. ¿Tú eres...?
—Olivia Fiori.
Le doy la mano, pero en lugar de estrecharla, me abraza.
¿Qué tienen las personas que abrazan sin conocer a la otra?
—¡Por fin te conozco! —exclama, separándose de mí—. Erik me dijo que eras la novia de Sebas. No sabes cuánto esperaba que encontrara a la chica ideal.
—Bueno, no soy tan ideal, créeme —respondo con una sonrisa incómoda.
¿Es que todos estaban tan desesperados por ver a Sebastián en una relación?
—Si te eligió Sebas, es porque sí —dice ella, apretando mi mano.
Y justo entonces, escuchamos una voz familiar acercándose:
—¿Sebas todavía no te vas?
Erik.
En cuanto llega le damos el pase para que así pueda ver a la persona parada en la puerta.
Se detiene al ver a Jazmín.
—Viniste —dice, sorprendido.
—Hola, mi amor —responde ella antes de besarlo frente a nosotros.
Sebas y yo aprovechamos para escabullirnos. Cerramos la puerta detrás de nosotros.
Silencio.
Eso fue realmente incómodo.
¿Por qué siento que esto se va a complicar más de lo que debería?
____________________
Editado: 02.11.2025