Hagamos un trato

18| No me caes mal.

Han pasado veinte minutos desde que Erik me recogió, y el viaje ha sido de lo más incómodo

Olivia

Han pasado veinte minutos desde que Erik me recogió, y el viaje ha sido de lo más incómodo.

El ruido de las bocinas se escucha a través de las ventanas, pero dentro del auto reina el silencio.

Estoy segura de que en los cementerios hay más ruido que aquí.

Cansada del ambiente tenso que se creó —y resignada al saber que él no se atreverá a hablarme—, decido dar el primer paso para arreglar la situación.

—Oye, sé que tal vez no te caigo muy bien, pero...

Tengo que hacer una pausa ante la risa que escapa de la garganta del conductor. Erik mantiene la mirada fija en la carretera, con una sonrisa divertida en los labios.

¿Se está burlando de mí?

—¿Te estás burlando de mí? —reclamo—. Porque te advierto que no voy a permitir...

—Olivia, no me caes mal —dice, riendo otra vez—. ¿Por qué crees eso?

Sí, Olivia, ¿por qué crees eso?

—Pensé que algo de la conversación que tuvimos en tu casa te había incomodado —su sonrisa vacila apenas menciono ese día—. No quiero que pienses que lo que te dije sobre Sebas fue con mala intención. Al contrario, lo hice porque me preocupo por él —muerdo mi labio y continúo—. No me malinterpretes, me alegra que se preocupen por él, solo que siento que a veces exageran un poco.

—No me molestó nada de lo que dijiste, Olivia. A mí también me alegra que Sebas tenga una novia que se preocupe por él —responde—. Mi actitud fue rara porque... eh...

—No es necesario que me lo cuentes si no te sientes cómodo —lo interrumpo—. Solo quería saber si tenías algún problema conmigo.

Erik aprieta el volante y detiene el auto cuando el semáforo se pone en rojo. Luego de exhalar el aire que contenía, vuelve a hablar:

—Ese día tuve un problema con mi novia, la chica que viste cuando tú y Sebastián se estaban yendo. Actué un poco a la defensiva con todos —gira levemente el torso hacia mí—. No fue mi intención hacerte sentir mal, te pido disculpas por eso.

—No hay problema. Todos tenemos un mal día... o una mala noche, en tu caso.

El conductor me dedica una sonrisa que no llega a sus ojos y vuelve a arrancar.

Miro por la ventana los edificios que anuncian que estamos a pocas cuadras de la universidad. Ahora que aclaré las cosas con Erik, me siento mucho más tranquila.

—Olivia —me llama, y le presto atención—. Sebastián me comentó que eres bailarina de ballet.

—En realidad, lo dejé apenas entré a la universidad.

—Pero sabes mucho sobre eso, ¿verdad?

—Bueno, sí. Lo practiqué por muchos años. ¿Por?

Erik alterna la vista entre la pista y mis ojos mientras responde:

—No sé si Sebas te contó, pero Jazmín, mi novia, también hace ballet. Quiere dedicarse a eso toda su vida, y solemos tener problemas por eso.

—¿Problemas? —pregunto, arqueando una ceja.

¿Qué clase de problemas puede traerles el ballet?

—Discutimos porque, según ella, no me intereso por su carrera como bailarina.

—¿Y es así?

—¡No! No es falta de interés, es solo que... ¿cómo voy a opinar sobre algo que no entiendo?

—Sin ofender, pero un "lo hiciste increíble" al final de cada presentación es suficiente.

—Eso es lo único que le digo desde que estamos juntos, pero parece que no le basta. Quiere comentarios más constructivos.

—No eres un profesional de la danza, ¿por qué tendrías que saber sobre cosas técnicas?

—Eso es lo que ella no entiende —suspira—. Cree que después de tantos años debería haber aprendido algo. Sé que ella no hará mucho por entenderme, así que quiero ser yo quien la entienda.

Oww, eso es muy lindo de su parte.

Ninguno de mis exnovios se interesó así por mí cuando bailaba.

—Bueno, si crees que esa es la mejor solución, hazlo —respondo, aunque pienso que sería mejor si ambos cedieran un poco. Pero bueno, es su relación, no la mía.

—Llevamos cinco años juntos, y nunca habíamos tenido tantos problemas como ahora —dice.

—Ok... entonces adelante. Hazlo —respondo, algo extrañada.

¿A dónde quiere llegar contándome todo esto?

—Lo haré. Pero necesito que me ayudes.

Y justo en ese momento, junto con sus palabras, se va toda la tranquilidad que había logrado hace un rato.

—¿Yo? —me señalo—. Está bien que estudie Psicología, pero aún no estoy capacitada para dar terapias en pareja.

Erik suelta una risa ronca antes de responder:

—No necesito ayuda psicológica. Quiero que me enseñes todo lo que sepas sobre ballet. Como una profesora particular.

El auto ya está detenido. Ni cuenta me di de que habíamos llegado a la universidad.

—¿Qué quieres que te enseñe?

"Ya te dijo que todo, Olivia."

"Consciencia, ¡silencio!"

—Todo lo que sepas: los nombres de los pasos, cómo hacer una buena crítica, todo.

—No lo sé, no soy profesora de danza. —Hoy en día tendría que estudiar para poder serlo.

Erik se desabrocha el cinturón y gira hacia mí.

—Hagamos un trato —ay, no—. Tú me ayudas con esto, y a cambio te traigo a la universidad todos los miércoles.

—Tu primo y Aarón me traen todos los días —respondo enseguida.

—Lo sé, pero los miércoles Aarón trabaja y Sebas no tiene clases hasta las dos. Hoy me pidió que te trajera porque entro a la misma hora que tú. Sería más fácil para Sebas, así puede dormir un poco más. ¿No crees?

—Es que...

—Por favor, hazlo por el sueño de tu novio.



#2957 en Novela romántica
#1002 en Otros
#379 en Humor

En el texto hay: humor, secretos, amor

Editado: 02.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.