Olivia
16 años
A los dieciséis años una descubre muchas cosas.
Como yo.
Tenía dieciséis años y acababa de descubrir que la culpa pesa más cuando viene con olor a gasolina.
Antonella había “tomado prestado” el coche de su hermano mayor para aprender a manejar.
El plan era simple: dar una vuelta a la manzana.
El resultado: un espejo menos y un portón abollado.
—No puedo decir que fui yo —me dijo, con los ojos como platos—. Si mi hermano se entera, me mata.
—Tampoco puedo decir que fui yo, Anto. ¡Ni siquiera sé manejar!
—Por eso te van a creer —contestó, con esa lógica tan convincente que solo ella tenía.
La miré, esperando que soltara la risa y dijera "era broma", pero no lo hizo.
—Hagamos un trato —dijo al fin, bajando la voz—. Si te echas la culpa, te doy mi entrada para el concierto de Katy Perry. Primera fila.
—¿Qué? ¡Eso es sagrado!
—Lo sé —respondió, llevándose una mano al pecho—. Por eso es un trato justo.
Intenté resistirme. En serio. Pero a los dieciséis una no puede decirle que no a Katy Perry.
—Trato.
Así que ahí estaba yo, al día siguiente, frente al hermano de Antonella, que tenía cara de funeral y las llaves en la mano.
—¿Quién fue? —preguntó.
Yo levanté la mano muy despacio.
—Fui yo… creo.
Se hizo un silencio tan largo que escuché cómo me latía el corazón.
—¿Tú? ¿Pero si ni siquiera tienes carné?
—Exacto —dije—, por eso fue un accidente educativo.
No se rió. Yo tampoco. Pero Antonella, detrás de él, me hizo un corazón con las manos.
Esa tarde me sentí heroína, culpable y ligeramente tonta.
Y mientras bailaba California Gurls en el concierto, pensé que al menos valió la pena.
___________
Nota de autora:
¡Hola personitas! 💫
Si les está gustando el libro, no se olviden de votar, comentar y guardar "Hagamos un trato" en sus bibliotecas ♥️
Besos, Caro 💋
Editado: 02.11.2025