Hagamos un trato

25| Las miradas dicen más que las palabras.

—¿Eres el nuevo novio de Olivia? —preguntan mis hermanas al unísono, como si se hubieran preparado para ello

Olivia

—¿Eres el nuevo novio de Olivia? —preguntan mis hermanas al unísono, como si se hubieran preparado para ello.

—No es mi novio, es solo un amigo —aclaro rápidamente.

—Claro, porque tú tienes tantos amigos —ironiza Emily, cruzándose de brazos.

Mocosa.

—Sí tengo amigos, Emily. Solo que no te los presento.

—Obvio, porque solo traes novios a casa —esquiva Melody con una sonrisa malvada.

—Eso no es cierto.

—Solo recordamos a Mario, el que te decía pichurrita...

—Y Alejandro, el de los tatuajes —agrega su copia diabólica.

—¡Zack! El que sigue siendo parte de la familia —remata Emily como si estuviera diciendo el nombre de un Pokémon.

—¿Parte de la familia? —repite mi padre, clavándome la mirada con el entrecejo fruncido.

Levanto los hombros y evito todo contacto visual, como si nunca hubiera visto a esos dos pequeños engendros en mi vida.

Papá nunca se enteró con quién me fue infiel mi ex, y por el bien de todos es mejor que no lo haga.

Lanzo una mirada desesperada a mi mamá.

—Nada importante, mi amor —dice ella, sonriente, antes de dar un sorbo a su vino.

Papá vuelve a mirar a Erik con desconfianza. De repente, Melody ataca de nuevo.

—Erik, solo hemos conocido a esos chicos.

—Melody, ya —siseo.

—Y todos eran novios suyos.

—Emily...

—A Olivia le encanta traer novios a casa —concluyen ambas, como el cierre de un acto dramático.

"¿De dónde sacaron tanto veneno a tan corta edad?", pienso mientras me obligo a sonreír.

Erik sonríe. Claramente está disfrutando mi desgracia.

Mi mamá interviene con voz suave pero firme:

—Niñas.

Como si hubieran ensayado, mis hermanas se reintegran a la cena en modo angelito. Erik casi se ríe en voz alta, pero se contiene.

—¿Sabes? —dice de pronto mi papá—. Obtuve mi licencia para manejar armas a los veintitrés. Ahora tengo cuarenta y siete. Soy todo un profesional. Nunca fallo.

Lo mira directamente. Silencio incómodo. Yo le lanzo dagas mentales a mi progenitor.

¿Qué diablos está mal contigo?

Erik traga saliva. Pero en vez de intimidarse, sonríe levemente.

—Es bueno saberlo, señor. Yo apenas cumpliré veintidós, pero sé lo necesario para sacar balas de un cuerpo... por si falla —dice con total calma y hasta una pequeña sonrisa—. Claro que no dudo que un gran policía como usted nunca necesitará de eso.

¿Acaba de... decir que puede sacar balas?

Este chico realmente no aprecia su vida.

Mi mamá, mis hermanas y yo miramos de Erik a papá.

—Tienes razón, pero, como dices, soy un grandioso policía y esos errores no los cometo —contesta mi padre, con una sonrisa sancarrona.

Volvemos a mirar a Erik.

—Y como ya le dije antes, yo espero ser un grandioso doctor, por lo que sacar balas será pan comido para mi, pierda cuidado — me mira, guiñándome un ojo.

Mamá suelta una risa contenida mientras papá se queda un poco desconcertado.

A diferencia mía, a ella le está resultando gracioso toda esta situación y creo intuir que su diversión se debe a que nunca antes ningún chico, sea saliente o amigo mío, se ha atrevido a pasarse de listo con su esposo.

De todas formas, el desconcierto de mi padre no dura mucho. Tras unos segundos, él relaja los hombros, levanta su vaso y dice:

—Tienes razón. Y estoy seguro que serás un gran doctor —sonríe—. Bueno, muchas gracias por la cena, yo me retiro. Erik, eres bienvenido cuando quieras.

¿QUÉ?

—Muchas gracias señor.

—No me digas señor, llámame Santiago.

¿Dónde está el ADN del tipo que amenazó a mi ex con desaparecerlo?

Mi papa se despide y se retira satisfecho. Erik y yo quedamos congelados un instante.

Hasta que Erik sonríe y me guiña un ojo.

Quiero enrollarme en la servilleta y desaparecer.

—Tu familia es muy divertida —dice Erik mientras baja las escaleras de la entrada de mi casa

—Tu familia es muy divertida —dice Erik mientras baja las escaleras de la entrada de mi casa.

—Sí... trata de sobrevivir una semana con ellos —respondo, frotándome los brazos al sentir el frío.

El viento esta noche esta mucho más fuerte de lo normal y pronto me arrepiento de no haber traído conmigo un abrigo antes de salir.

Luego de la cena, mis papás se fueron a su habitación al igual que mis hermanas. Claramente ese fue un indicativo silencioso para lavar los trastes ese día.

Para mi buena suerte, Erik decidió ayudarme.

—Agradécele a tus papás por la cena —sonríe—. Y perdón por aparecer sin avisar.

—Llámame antes la próxima vez —le digo con una media sonrisa.

Se ríe, se acerca, y me da un beso en la mejilla. Luego da media vuelta y camina hacia su auto. Lo veo alejarse hasta que desaparece.

Respiro hondo y entro a la casa.

Me dispongo a subir a mi habitación cuando mamá aparece como un fantasma desde la cocina.

—Erik parece un buen chico—comenta.

—Eso parece. No lo conozco mucho, en realidad.

—¿En serio? Él actúa como si te conociera desde hace algún tiempo.



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En el texto hay: humor, secretos, amor

Editado: 02.11.2025

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