Olivia
Cuando era niña, pensaba que los besos solo podían significar algo mágico y hermoso, sobre todo cuando se daban en el momento adecuado y con la persona indicada. Crecí soñando en un mundo donde las princesas y los príncipes sellaban su amor con un beso dulce, inocente y lleno de romanticismo. Eso era lo que Disney y los cuentos de hadas me habían enseñado.
Pero al llegar a la adolescencia descubrí que Disney y las hadas cometieron un error. Los besos no siempre eran mágicos ni hermosos, y muchas veces no se daban con la persona correcta. Tenía catorce años cuando di mi primer beso en un juego de la botella, con un chico de mi escuela. Hasta hoy lo considero el peor beso de mi vida: torpe, húmedo y sin gracia. Éramos solo dos niños experimentando, así que la vergüenza no faltó.
Con los años comprobé que los besos no siempre son dulces ni románticos, pero pueden ser mucho mejores… especialmente cuando la inocencia deja de tener tanto peso.
—¿Lograron detenerse luego de eso? —pregunta Antonella, alzando las cejas.
Asiento con la cabeza.
—¡Vaya! Ustedes dos sí que son valientes —opina, mientras acomoda mi cama, la cual dejé hecha un desastre.
Yo pensaba que una tarde de chicas con Antonella me distraería del caos de ayer, pero fue verla cruzar la puerta y no pude callarme. Le conté todo. Cada detalle.
—¿Valientes? —replico, rodando los ojos—. No sé dónde ves la valentía en esto. ¡Besé a un tipo con novia, Antonella! ¿Cómo no te das cuenta de eso?
El beso en el cuarto de Jazmín sigue dando vueltas en mi cabeza. No fue romántico ni mágico; fue un error con todas sus letras. La culpa no me deja dormir, y la idea de haber hecho lo mismo que mi prima me persigue.
—Cálmate, Oli. Solo fue un beso; no lo llevaron más lejos —dice ella con calma—. Además, pararon cuando se dieron cuenta.
—No fue solo un beso. Lo que hicimos estuvo mal en todas las formas posibles —suspiro, mirando por la ventana—. Juzgué tanto a Pamela por lo que hizo con Zack, y terminé haciendo lo mismo. Soy igual que ella.
Un golpe seco me hace dar un brinco.
—¿Estás hablando en serio? —Antonella me fulmina con la mirada—. No te atrevas a compararte con esa bruja. ¡Son situaciones distintas! Ella sabía perfectamente lo que hacía, y le daba igual si hería a alguien. Al igual que tu ex, que no era ningún santo. En cambio tú… —se acerca y me toma de los hombros—, tú te has pasado semanas negando lo que sientes por ese chico. Eso demuestra quién eres. Fuiste débil, sí, pero también tuviste la decencia de admitir que fue un error.
Claro. Así que fácil cometer errores, ¿no?
—Mira, no puedo hablar por Erik —continua—. No lo conozco y, sinceramente, el de la relación aquí es él, pero te conozco a ti. Tú serías incapaz de interferir en la relación de alguien. No tienes la culpa de estar enamorada.
Sus palabras me atraviesan.
¿No tengo la culpa de haberme enamorado?
¿Estoy enamorada de él?
—No sé si “enamorada” sea la palabra correcta… —murmuro.
—¡Deja de negarlo! —me interrumpe—. Nadie elige de quién se enamora, Olivia. Simplemente pasa. ¿Entendiste?
Guardo silencio.
—No.
—¡Argh! —resopla, y me lanza una almohada.
—¿Qué haces?
—Porque… —golpe—. No puedes… —golpe—. Dejar de ser… —golpe—. Tan terca.
—¡Para! ¡Ya entendí! —chillo entre risas.
Antonella deja caer la almohada, bufando.
—Más te vale. Ahora, ordena cuarto. Es un desastre.
—¿Cuándo no he tenido todo tirado?
—Tienes razón —responde, riendo mientras acomoda la cama.
Mi habitación es tan desordenada como mi vida.
—Una cosa más —dice ella—: tienes que hablar con Sebastián. Tu plan ya no está funcionando.
Asiento, aunque el nudo en mi estómago se aprieta.
Es hora de terminar con esto.
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—La resaca me está dando una lección. No vuelvo a tomar así nunca más —gruñe Sebastián, dejándose caer sobre mi cama.
Antonella sonríe con malicia.
—Eso dices siempre. Ya pareces alcohólico.
—No tengo problemas con el alcohol. No suelo tomar así, pero desde que soy amigo de Olivia todo se trata de beber.
—¿Perdón? —frunzo el ceño.
—Te perdono —responde, tapándose con una almohada.
Antonella me obligó a invitarlo para hablar sobre Arón. Dice que no hay forma que deje pasar este tema luego de lo de ayer, y tiene razón. Si sigo con esto, lo más probable es que tenga que ver a Erik y no es algo que quiera hacer. Mucho menos a Jazmín. No sé cómo mirarla sin recordar que besé a su novio.
Su novio..
Hasta ahora no puedo comprender que me empujó a hacer lo que hice.
Lo sé, yo no soy la que tiene una relación. Pero eso no me hace menos culpable.
Editado: 19.11.2025