Hagamos un trato

37| Secretos revelados.

"Todos tenemos secretos", fue lo primero que pensé cuando le oculté a mi mamá que rompí uno de sus perfumes a los ocho años

Olivia

“Todos tenemos secretos”, fue lo primero que pensé cuando le oculté a mi mamá que rompí uno de sus perfumes a los ocho años.

“Todos tenemos secretos que podemos compartir”, concluí cuando les conté a mis amigas sobre mi primer novio a los quince.

“Todos tenemos secretos que podemos guardar por un tiempo”, fue lo que le respondí a Zack cuando me preguntó si le contaría a mi prima que estábamos saliendo.

“Todos tenemos secretos que cuesta revelar”, fue lo que le dije a Claire cuando le confesé el trato que había hecho con Tomás.

Ocultar los tratos que hacía en la escuela era fácil. No me preocupaba que mis amigas se enteraran, porque hacer tareas ajenas a cambio de dinero no era la gran cosa; aun así lo mantenía en silencio para evitar que me cargaran de responsabilidades. Lo difícil fue ocultarlo en la universidad, cuando los tratos ya involucraban a chicas vengativas hacia hombres casados o a chicos que querían que fingiera ser la amiga de alguien para poder ligar, como pasó con Claire.

Ha pasado una semana desde que enfrenté a Emilia para decir la verdad sobre Octavio, y muchas cosas cambiaron desde entonces.

Luego de la charla que tuvimos en la cafetería, Claire estuvo molesta conmigo dos días. Le costó creer que mi acercamiento hacia ella había sido parte de un trato, incluso se alejó un poco del grupo para evitar verme. Pero después de muchas disculpas y una avalancha de stickers por WhatsApp, me perdonó. Me dijo que, durante esos días sin hablar, entendió que tal vez si ese trato no hubiera existido, nunca hubiéramos conversado… y probablemente jamás hubiera estado con Tomás.

Después de nuestra reconciliación, todo volvió a ser como antes.

Mi amistad con Claire no es tan larga como la que tengo con Antonella, pero vale demasiado para perderla.

Por otro lado, Sebastián terminó por fin su relación con Arón y habló con sus tíos.

Contrario a lo que temía, lo aceptaron sin prejuicios. Según me contó, lo apoyaron desde el primer instante y le agradecieron por confiar en ellos con algo tan importante.

También logramos terminar con las amenazas de Arón. Emilia y yo fuimos personalmente a hablar con él, contándole palabra por palabra lo que pasó en la oficina del rector, incluso reproduciendo un audio para probar que la reunión había sucedido realmente.

Sí, Emilia grabó todo. Así pudo demostrarle a Arón que ya no tenía poder sobre nosotras.

Desde ese día, no he vuelto a saber nada de él.

A mis padres aún no les digo nada. No tengo energías para repetir la historia ni enfrentar sus preguntas, pero sé que en algún momento tendré que hacerlo para cerrar esta etapa.

—¿Tengo que empujarte para que avances? —Antonella me mira con expresión exasperada—. Lleva un buen rato esperándote.

Sigo la dirección de su mirada hacia la persona que está sentada en una banca del parque, esperándome.

Por un momento había olvidado por completo dónde estaba y por qué.

—¿Segura que me vas a esperar? —le pregunto a mi amiga.

—Claro. Buscaré un sitio alejado de ustedes —me aprieta la mano y se va con una sonrisa de boca cerrada.

Camino hacia la banca con pasos lentos, dudando si aceptar su invitación fue realmente buena idea. Tuve apenas veinte minutos para decidir qué decirle, pero ya no tengo tiempo cuando ella levanta la vista y se sorprende al verme.

—Olivia, pensé que no ibas a venir —dice.

Jazmín, intentando recomponer su expresión, me dedica una sonrisa que no le sale natural.

—Perdón por la demora, había mucho tráfico —siempre es útil culpar al tráfico—. ¿Cómo has estado?

Se hace a un lado para dejarme espacio.

—Bien… aunque he tenido días mejores —musita, algo incómoda.

Cuando recibí una llamada en medio de mi clase, jamás imaginé que sería de ella. Desde su cumpleaños no sé nada ni de Jazmín ni de Erik. Él dejó de llamarme cuando se cansó de que no le contestara.

Lo sé, fue horrible de mi parte, pero no estaba lista para hablar con él.

—La verdad no te cité aquí para hablar sobre mí —continúa ella—. Aunque… quizá sí. En realidad no sé ni por qué te llamé.

—No te entiendo.

—Ni yo —admite, moviendo su cabello hacia un lado y mirándome avergonzada.

—Jazmín, si no quieres hablar…

—Erik y yo terminamos —me interrumpe—. Hace algunos días.

¿QUÉ?

—¿Qué pasó? —pregunto, fingiendo sorpresa para ganar tiempo y analizarla. No parece molesta. Sus facciones no muestran enojo. Está triste… pero tranquila. A menos que sea una actriz increíble.

—Creo que necesitábamos que algo o alguien nos demostrara que no éramos el uno para el otro —dice con un dejo de dolor—. Sé que tú y Erik se besaron en mi fiesta —me mira directamente—. Y antes de que lo niegues, no lo hagas. Él me lo dijo.

Estúpido Erik.

La culpa me golpea con fuerza.

—Perdón, fue culpa mía. Yo…

—Déjame terminar —dice con suavidad.

Asiento.

—Me lo contó al día siguiente de la fiesta —continúa—. También me dijo que lo estuviste ayudando para impresionarme en mis recitales. En cinco años no logré interesarlo en eso, y tú lo conseguiste en tres meses. Por un momento quise creer que era por mí, pero sabía que tenía que haber algo más.

—No digas eso, te juro que cuando me pidió ayuda lo hacía pensando en ti —aseguro.

Ella baja el rostro, tratando de controlar las lágrimas. Está herida. Nada de lo que diga la hará sentir mejor.



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En el texto hay: humor, secretos, amor

Editado: 19.11.2025

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