Antoine y Baptiste compraron un lote de AK-47, y varias granadas, en el mercado negro. Empacaron las armas en camionetas, y se dirigieron a Jacmel con muchos hombres.
Los guardias de Jacmel, armados con 9 mm, fueron abatidos rápidamente. Antoine, victorioso, empezó una emisión en facebook:
—Las malas políticas llevadas a cabo en este país, nos han mantenido en la miseria...
—Si el presidente de Haití -continuó Antoine- no quiere terminar acribillado puede decirlo ahora.
—¿QUIEREN NEGOCIAR? -preguntó el presidente de Haití, que siempre estaba en facebook- ¡MALDITOS FASCISTAS! ¡VAMOS A PEDIR AYUDA AL GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS PARA ELIMINARLOS!
—¿Estados Unidos? Aquí siempre me enseñaron que ellos tenían la culpa de todas nuestras desgracias.
—¡EL ENEMIGO DE MI ENEMIGO ES MI AMIGO! -finalizó diciendo el presidente de Haití, mientras cerraba su cesión en facebook.
Esa noche, como todas, me puse mi vestido mas corto y me dirigí a la discoteca. Allí un tipo, armado con un AK-47, se me acercó y me dijo:
—El comandante quiere estar con usted.
—¿Que pasará si me niego?
—Todo el dinero de esta ciudad, ahora está bajo el control de mi comandante, podría perderse de una gran recompensa.
Me quedé pensando un momento, y comprendí que era mi oportunidad, de acercarme a los tipos que se habían atrevido a hacer esta estupidez.
—Está bien iré.
—Me alegra oír eso.
El tipo me llevó en una limusina hasta la casa del alcalde. Allí aparcó el coche, y me llevó hasta el interior de la mansión.
—¿Que quieres conmigo? -pregunté al ver a Antoine.
—¿Te interesaría ser la emperatriz de Haití?
—¿ESTAS LOCO?
—Para nada, de la misma forma en la que tomé Jacmel, podría tomar Puerto Príncipe.
—Oí al presidente decir que iba a pedir ayuda.
—Nadie nunca ha hecho algo por Haití ¿Por que empezarían ahora?