Half Brother

Capítulo IV

Abie

Uno...

¡Ahora no maldición! Sacudo el cabello de mi rostro.

Dos...

Otro estúpido mareo hace que me detenga un segundo y deje de golpear la bolsa, pero no tengo tiempo, necesito sacar de mi cuerpo lo que las lágrimas que bailan en mis mejillas, no han podido hacer.

Golpeo de nuevo la bolsa y sigo con mi conteo mental ignorando el hecho de que siento que todo da vueltas.

Tres...

Cuatro...

Una figura en la puerta hace que me detenga de nuevo y cuando estoy a punto de decirle a mamá que me deje en paz, que esta vez cumpliré mi promesa (aunque ya ardan) no golpeare la bolsa hasta que sangren mis nudillos, mis desorbitados ojos en un vago intento de focalización, notan que quien esta junto a la puerta no es mamá, es una figura masculina que me recuerda las mil emociones que intentaba desahogar y que me han vuelto a llenar con solo verlo.

¿Por qué esta aquí?

La pregunta vaga en mi cabeza, como una bailarina que va desapareciendo junto con mi conciencia; la habitación comienza a irse de lado, mi visión se va apagando y antes de que todo se vuelva mas oscuro, el corre hacia mi, mientras yo caigo al vacio.

***

Mis ojos están pesados, intento mover mi cuerpo y aunque me cuesta un poco como en otras ocasiones, encojo mis piernas desnudas y me vuelvo consciente del colchón bajo mi espalda. Aprieto los ojos antes de abrirlos, la habitación esta igual de oscura, con la poca luz que logra entrar a través de las cortinas que cubren mi ventana; esta como la deje antes de decidir ir a desahogar mi furia arriba, paso las manos por mi rostro y una ajena y pesada respiración hace que me sobresalte.

El esta recostado junto a la pared al lado de la puerta que esta cerrada; mi corazón se acelera cuando le reconoce, esta usando un chándal y una camisilla blanca y la poca luz que entra por mi ventana parece intentar a toda costa definir los músculos de sus brazos. La respiración me falla cuando el parece mirarme sin parpadear. Después de una eternidad, se acerca lentamente, respira profundo justo cuando sus rodillas rosan la orilla de mi cama y abre la boca.

—Por favor siéntate— me pide en un susurro.

Lo miro con los ojos bien  abiertos, sigo algo atolondrada y me siento muy distante de todo esto, como si una de esas fantasías de los días anteriores, en las que lo imaginaba buscándome y entrando a mi habitación, se hicieran realidad...y quizas lo hicieron, pero de esa manera extraña y morbosa que le apasiona al destino.

El parece creer que no hare caso a su pedido y me enseña la razón por la que quiere que me siente: alarga el brazo y en una mano, el empaque plateado de un dulce brilla. Sin quitar la vista de sus ojos, me siento lentamente en la cama recostándome al espaldar y el me tiende la mano para que tome el dulce y lo coma. Lo pienso dos veces antes de hacerlo, temo rozar la calidez de sus dedos, pero como si el también recordara lo que sentían nuestros cuerpos cuando se rozaban, mueve sus dedos y lo sostiene del otro extremo, para que yo tome la otra punta; con un poco de decepción tiro de el y lo aprieto en mi mano agradecida.

—Cómelo, te hará bien— su voz profunda esta tensa y recuerdo de repente que es la primera vez que le escucho hablar desde que llego a esta casa.

Su voz no tiene el tono de diversión de hace solo unos días...hace unos días cuando todo parecía correcto y normal, en un mundo muy lejos de aquí, en un mundo en el que prometimos no buscarnos.

Yo lo observo directamente a los ojos mientras el aprieta la mandíbula, las lagrimas comienzan a picar en mis ojos por la rabia que siento, quisiera decirle lo mucho que esto me esta afectando, lo mucho que quisiera que esto no fuera verdad, pero no logro articular una palabra. El pierde contacto visual conmigo, sus puños se aprietan a sus costados y se vuelve abriendo la puerta de la habitación, dejándome sola y confundida.

***

El tono de llamada de mi teléfono me despierta interrumpiendo el descanso que al fin logre, después de varias horas de insomnio. Tomo el aparato de mi mesa de noche y se que no necesito ver quien es para contestar.

—¿Por qué demonios tardas tanto en contestar?—Chilla.

—Bon, no grites— espeto.

¡Jesús! Mi cabeza.

—Son casi las once de la mañana y tu aun sigues dormida— su voz sigue igual de fuerte o tal vez es que siento como si tuviera la peor resaca del mundo.

—Me duele un mundo la cabeza Bon y si llamaste a regañarme, lo ultimo que necesito es una mejor amiga dándome sermones y horarios de descanso.

—Lo siento— se disculpa —Tienes razón, es solo que me preocupo por ti ¿sabes?, ayer que me fui estabas muy alterada y pensé que después de eso habías amanecido tirada en medio de tu habitación desangrándote y nadie te había encontrado y después tendría que ir y verte ahí, inerte en medio de ese liquido rojo que sabes que tanto odio...lo tengo en mis venas, lo se, pero no me pidas que lo vea salir de ellas, porque es la peor cosa que podría pasarme, tal vez por eso envidio a Bella, no solo por Edward, si no porque los vampiros tienen esa capacidad de...

Sangre...

Creo que la dejo de escuchar, su dramático relato me recuerda a él, entrando anoche en el gimnasio, como imponiéndose, haciendo que por unos segundos sea todo lo que vea. Después...me desmaye.

¡Estúpidos mareos!

No comí bien anoche y no es un lujo que alguien en mis condiciones se puede dar. Tendré que tener mas cuidado, si mamá se entera, volverá a querer perseguirme para asegurarse de que si coma y eso es algo que ya superamos.

Desperté en mi cama, lo que significa que el tuvo que cargarme y traerme hasta acá; la idea de el haciendo eso hace que una mezcla de sentimientos que no deberia sentir se apoderen de mi.

—Si, ¿Hay alguien ahí? —La protestante voz de Bonnie me trae de vuelta.

—Si, estoy bien Bon, tomare una ducha. Te espero mas tarde— cuelgo.



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En el texto hay: sexo, incesto, amor

Editado: 19.10.2019

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