Halia

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Dr.Prakash

La observé mientras poco a poco se relajaba y se abrían sus ojos acostumbrándose a la luz.

Me acerqué y le quité los cables de la cabeza y volví a mi silla.

Su mirada de confusión me da curiosidad, se sienta sobre la camilla y comienza a redactar todo lo que vio y sintió, siendo muy específica con las cosas.

Anoto cada detalle de lo que me dice hasta que se queda en silencio.

-Eso es todo.

-Bien, te puedes retirar.
Dije mientras terminaba de anotar cosas como la fecha y la hora.

Ella se quedó en silencio y después pasó a ponerse los zapatos.
Salió sin más y yo me puse de pie, acomodé mi camisa de las mangas y salí directo a buscar a la directora de esta institución, más temprano había dicho que fuer a verla.

Toqué su vieja puerta de fierro y se escuchó una voz aguada desde adentro diciendo que pasara.

Pasé y un olor a rosas combinado con olor a café y canela, me llegó. Una sonrisa falsa combinado con su falso cabello rojo fue lo que vi.
Sin más me senté frente a ella.

-Que bueno que vienes, ¿cómo está Halia?
Pregunta con falso interés.

-Ella está mejorando.

-Me alegra escuchar eso, porque tú sabes quien, pregunta por ella y quiere avances.
Presiona.

-Habrá avances cuando así se dé, no cuando alguien lo quiera.

-Entiendo eso pero tenemos que hacer felices a todos.
Sonríe falsamente.

-Perfecto, deje de presionar y hágame feliz.

Sonríe con incomodidad y salgo de la oficina sin decir algo más.

 

Halia

Caminé directo a mi habitación, esta sesión vespertina me cansó.
Cuando abrí la puerta en plena oscuridad escuché sonidos de sollozos.

Me preocupé pero seguí mi camino a mi cama, Andrea debe de estar llorando de nuevo, algo dentro de mí me hace querer abrazarla, así que camino a su cama y cuando toco su brazo, grita, haciéndome gritar.

-¿Qué haces Halia? ¡Me asustas!
Pregunta conmocionada y con una respiración pesada.

-Solo quería abrazarte.
Digo defendiéndome.

-¿Por qué me abrazarías?
Se ríe aligerando el ambiente.

Preocupada enfoqué la mirada en la oscuridad para tratar de verla.

-Porque te escuché sollozar.

-No estaba haciendo eso, Hal.

-¿Entonces?
Pregunto seriamente.

Se queda en silencio hasta que caigo en cuenta, me río y ella me secunda.

-¿Por qué te ríes?
Pregunta entre risas.

-Eres una cochina. -Digo mientras río y camino a mi cama y me siento- Y ya déjate ahí, ya llegué yo.

-Solo por hoy, porque otro día no me detengo.

Fue lo último que dijo hasta que caí dormida.

 

 




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