Halia

lll

Despertamos y como de costumbre el clima estaba helado y nuestras camas calientitas, recorrimos los pasillos para ir a desayunar, las largas paredes oscuras le abran un toque tétrico al lugar, eso combinado con el uniforme de las enfermeras que era azul pálido, no se sentía un ambiente muy alegre, pero para nosotros era lo común.

Estaba junto a Andrea como de costumbre y observando a todas las chicas, algunas cuchicheaban entre susurros y otras con sus miradas perdidas como yo en este momento.
Todo eso se acabó cuando la puerta de nuestra derecha se abrió, es una puerta que casi nunca se abre, solo he visto una vez que se abrió y se rumara que es el pasillo donde vive la directora de esta institución pero nadie sabe a ciencia exacta qué hay del otro lado.
Todos mis pensamientos se dispersan cuando vemos a una chica entrar y las puertas cerrarse detrás de ellas, viste una falda que le llega arriba de los muslos que se nota que sí tan solo la más mínima corriente de aire le llega, se le vería todo, seguido de unas piernas voluminosas y unas medias que le llegan arriba de las rodillas junto con una blusa que le hace mostrar los pechos bastante grandes que parece que se saldrán.
La imagen de ella nos abruma a todas, después de habernos visto por tanto tiempo con faldas largas y camisas de manga larga.
Ella así de impresionante, desata su cabello largo y rojizo y sonríe de manera gustosa.
La enfermera más importante de esta institución nombrada Beatriz, con su semblante frío y sus ojos felinos, se aclara la garganta haciéndonos enfocarnos en lo que hacíamos.
Solo escuchamos como le pedía que la acompañara.
Cuando salió del comedor, los cuchicheos comenzaron, haciendo así que se nos castigara y se nos mandara a clases.

El día siguió como comúnmente hasta que estábamos en clase de artes y la chica nueva entró al salón de clases, supimos que era ella porque todas nos conocemos mínimo de vista, pero está chica que venía entrando no se parecía en nada a la chica que llegó, trae nuestro uniforme, una falda gris hasta los tobillos, unos zapatos bastante anchos y feos como para ser de chicas como nosotras y sin contar la camisa manga larga blanca y su cabello recogido sin dejar un cabello despeinado.

La profesora solo le hizo una señal de que pasara, casi todos los lugares estaban ocupados menos uno a la otra orilla de donde yo estaba, se sentó en silencio y la clase siguió, casi nadie prestó atención como de costumbre.

Salimos de clase y era hora libre, algunas se iban al patio cuando no llovía, algunas leían y otras simplemente no sabía a donde iban.

Por mi parte, me sentaba en un pasillo que existía entre el patio y la orilla de la escuela.
A veces Andrea me acompañaba pero ella prefería leer en el dormitorio o dormir.
Y hoy decidió que era día de dormir.

Escuchaba el murmullo de las chicas en el patio mientras yo me hacía una corona de flores que había en un arbusto. De repente escuché un silencio que llamó mi atención, la chica nueva había llegado al patio y todas la miraban de manera rara, yo por mi parte le hice una media sonrisa que ella lo tomó como señal y poco a poco se acercó a mí, cuando volteé a ver a todas, se giraron para seguir en sus cosas, conmigo no se meten.

-Hola, Halia,soy Mónica.-Me sonríe y se sienta a un lado mío sin más. Al ver mi cara de confusión se ríe- Pregunté tu nombre, no te asustes.

Mi semblante se relajó.

-Pues mucho gusto, Mónica, espero que estar aquí no te vuelva aburrida como todas nosotras.
Digo firmemente.

Estar aquí es agotador, con el tiempo te aburres tanto que ya no intentas hacer enojar a las enfermeras o contestarle a los doctores, solo asientes o ignoras. Es todo.

Andre se recarga en la pared detrás nuestra sin importarle ensuciar su camisa blanca.

-Yo nunca sería aburrida como ustedes.
Ríe y veo que lo dice sinceramente.

-Eso espero.
Le doy una media sonrisa y sigo con lo mío.

El silencio no dura mucho cuando pregunta.
-¿Acaso todas aquí son unas mojigatas aburridas que no saben qué hacer con su vida?

Sigo su mirada y veo que la mayoría de chicas de nuevo están cuchicheando.

Su pregunta me incomoda, las chicas no son malas, cada quien vive una cosa diferente y por eso son como son, así que me insulta su comentario.

-Te dire una cosa, Mónica. Eres nueva aquí, no puedes llegar y juzgar sin conocer, ellas hacen mal juzgándote pero tú haces exactamente lo mismo y las chicas así no me gustan.
Solté.
Sin más me levanté y me fui a mi habitación dejándola sola ahí, sin decir palabra.

Cuando abro la puerta de mi habitación encuentro algo que me deja muy confundida, no lo esperaba sinceramente.

 

 

 

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.