Halia

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Es noche de terapia, mi gabardina está puesta ya, el ambiente comienza a sentirse diferente, pronto será año nuevo y se espera que este año nos celebren algo.

Pasando el patio central, veo como la nieve se hace agua y se mezcla con la tierra y el pasto.

Entro a la oficina de Dr., sin tocar, él está completamente concentrado en su computadora, su cabello está un poco despeinado haciéndome recordar la vez que Mónica se agarraba de él.
Sacudo la cabeza para eliminar esos pensamientos y entro directo a sentarme sobre la camilla él se pone de pie y camina hacia la máquina y después se detiene y me ve directo a los ojos.

-Te veo diferente, Halia.
Su voz suena como si hace mucho no la usa, aún así me llega un olor a menta.

Me muerdo el labio inferior intentando procesar lo que me dice.

-¿Por qué lo dices?
Me rasco el hombro como manera de aligerar mi ansiedad.

Él deja los cables que tenía en sus manos y toma la silla mas cercana a él y se sienta frente a mí.

-¿Qué te parece si en esta sesión hablamos?

Eso me soprende ya que desde el inicio me dijo sobre el tratamiento y nunca incluyó algún tipo de terapia, no él.

-Sinceramente no sabría qué decir.
Digo nerviosamente y comienzo a mover mis pies de adelante atrás.

Él se ajusta las mangas de su camisa y me da una ligera sonrisa. Siendo la primera vez que lo veo hacer eso, me hace sentir como si realmente quisiera platicar conmigo.

-Podrías empezar por lo que me preguntaste la última vez.
Su voz se siente profunda porque bajó notablemente su tono.

Sabiendo que es un tema delicado decido moverme un poco hacia adelante.

-Simplemente fue un símbolo que soñé, no sabía que había algo tras ello o por qué tengo que investigarlo.
Solté casi susurrando.

-Dificilmente algo como eso se puede soñar Halia, pero tengo aquí algunos libros que te podrían ayudar a entender de qué se trata.

-¿Por qué no me lo explicas tú?
Solté de una, ya estaba cansada de que no me cuenten las cosas completas.

Un gesto casi de risa salió de él que no entendí.

-Tú comprensión de las cosas no es como la mía Halia, es mejor que te des el tiempo de leerlo tú. ¿Qué mas ha pasado? Te veo mas pensativa, ¿qué pasa por tu mente Halia?

Eso me hizo juntar mis manos y jugar con mis dedos, ¿será prudente confiar en él? Algo en mí me dice que no, aunque su mirada parece sincera.

-Es solo que he tenido muchas pesadillas sin sentido, nunca había soñado tanto y tan fuerte aunque no me dan miedo algunas de ellas, sino que me causan emoción.

-¿Cuáles te causan emoción?
Veo en su mirada completo interés.

Me da miedo decirlo pero siento que debo.

-Donde los asesino yo.

Él se queda en silencio.

-¿Qué es lo que te causa emoción? ¿Su sufrimiento? ¿La sangre? ¿La texturas?

Su mirada sigue fija en mí notando cada movimiento.

-Todo. Pero mas que nada, verlos sufrir.
Me asinsero pero siento que no del todo.

-¿Por qué crees que sea eso?
Junta sus manos poniendolas en dirección a mí.

-No tengo idea.
Lo digo enserio pero algo dentro de mí se siente que estoy mintiendo.

Él asiente y se pone de pie, pone los cables en mi cabeza después de que me recuesto y caigo en esa oscuridad escuchando sus palabras sobre relajarme.

Despierto gritando y cuando abro los ojos me agarro fuertemente de él, sentir su cercanía, su colonia olor a madera me hacen calmarme al recordar que estoy con él y no en eso que acabo de presenciar.

Me quedo mirándolo a los ojos y me hace sentir algo muy familiar que mi estómago se retuerce un poco, alejo esos sentir de mí y lo suelto. Me quita los cables de la cabeza y como siempre, va a su computadora y comienza a escribir lo que le narro. Esta vez le miento sobre lo que vi porque tiene que ver con lo que me pasó con Hassan.

Me da varias miradas de incredulidad pero sigue tecleando lo que digo.
Finalizo y salgo de ahí deseándole buenas noches.

Llego a mi habitación a dormir y volver a repetir pesadillas.





 

El Año Nuevo ya está aquí, el frío es intenso más que en navidad.
Todos estos días han sido llevaderos aunque un poco pesados porque nos dejaban tareas tediosas, aunque con Andrea sentía que lográbamos terminar más rápido. Su moretón desapreció y ella nunca me dijo por qué lo tenía y tampoco hice por preguntarle. Mónica tuvo varios intentos de acercarse a nosotras pero cada que salía con un comentario innecesario, hacíamos por no volver a dejarla que se acercase de nuevo.
 

Mis pies caminan con emoción, la noche cayó, la tormenta de nieve se detuvo, hoy es la noche del festejo que tanto nos dijeron y prometieron como el mejor de todos.

Soy de las últimas en llegar al patio central, que ahora está abarrotado con gente que me toma por sorpresa al sentir como un chico se acerca a mi lado.
Cuando me giro a verlo, mi estómago se retuerce de miedo, asco y desesperación.

El sonido de unos fuegos artificiales captan mi atención, al parecer ya daban las 12 y el año se ha acabado. Olvidando a quien tengo al lado, pido un deseo para el año que recién comienza.

De repente siento una mano rodear mi hombro y apretar.
Dylan, el chico que está a mi lado y había logrado ignorar, me jaló hacia él.

-Más te vale llevarme a un lugar donde podamos hablar.
Me susurra al oído, causándome asco al escucharlo.

Una sonrisa bien intencionada se refleja en mi cara, me giro a ver a las personas que están distraídas viendo los fuegos artificiales y tomando chocolate.

Comienzo a caminar cuando le suelta el hombro. Sin decirnos una palabra, abrí la puerta de mi habitación y entré haciéndome un lado para que entre él y cuando lo hace, cierro con seguro.

-Habla.
Mi voz suena grave.




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