Halia

XV

Las clases siguieron y las tareas de mediados de semestre se pusieron más intensas que teníamos horas extra de clases para poder realizarlas.

Mi mente preocupada por las tareas no me dejaba para concentrarme en las tareas que me dejaba el Dr. Prakash, así que él me dio descanso de eso para concentrarme en lo principal.

Era por la noche, extrañaba mis sesiones por la mañana, caminé mientras ese pensamiento se repetía varias veces.

Llegué a la oficina del Dr. Prakash, estaba levantando mi mano para tocar cuando escuché voces en el interior y no pude resistirme en escuchar, era una voz de una mujer mayor como de la directora.

-Así como lo oyes, se perdió y también el Dolch, ya hemos buscado por todos lados y queríamos saber de casualidad tú lo hayas tomado.

La voz del Dr., resonó.

-Yo no he tomado nada y si lo hubiera hecho hubiera pedido su permiso.

-Pues ya no sabemos qué hacer, el hecho que no esté sabes qué significa, ¿verdad?

Su tono de voz se escuchaba molesto.

-Claro que lo sé, más no es mi problema encontrarlo, si es todo, le agradecería que me deje que no tarda en llegar mi siguiente paciente.

En ese momento corrí con los nervios de punta y me escondí en la primera aula que me encontré hasta que escuché los tacones alejarse.

Cuando llegué seguía la puerta abierta el Dr., me vio y pasé cerrando la puerta detrás mío.

El Dr., se quedó viéndome intensamente mientras yo me quedo para con las manos detrás mío apretando mis dedos como una manía mía cuando estoy nerviosa.

Su mirada es penetrante, su cabello cae un poco sobre su frente, no soporté verlo a esos ojos verdes intensos que tiene, así que mi mirada fue hacia su máquina de escribir que pocas veces he visto aquí.

 -Siéntate Halia.

Su voz me sacó un pequeño susto. Pero rápidamente me senté en una de las sillas frente  a él.

-¿Cómo has estado? Patricia dice que le gustaría que volvieras con ella.

Hice una cara de disgusto que hizo reír un poco al Dr., ya que Patricia es la otra Psiquiatra del instituto pero no me cae bien, desde que me dijo que mi sentir era una exageración, le dije que no pensaba volver con ella.

-¿Crees que haya posibilidad de ello? Me ha insistido mucho en que te convenza pero prefiero preguntar.

-No volveré con esa señora, nunca.

Mi voz sonó más ruda de lo que esperaba.

-Perfecto, empecemos la sesión.

 

 

 

 

 

 

 

La sesión acabó y desperté como siempre, sintiendo ese olor  a madera y ahora a café del Dr., me senté sobre la mesa.

-Tengo una pregunta pero me gustaría que guardaras el secreto ¿Puedes?

Él no se movió de su lugar, parado frente a mí se cruzó de brazos, su cercanía me hacía sentir que le debía más respeto del que sentía que le tenía.

-Te escucho Halia, sabes que puedes contarme lo que sea y no te juzgaré.

Asentí.

-Lo sé pero es una pregunta tonta- Me reí y él negó diciendo que no hay preguntas tontas- ¿Dejan entrar hombres a éste lugar?

Su ceño se frunce y se toca la barbilla.

-No Halia, no entran hombres a éste lugar, es una regla.

Con eso caminó y se sentó en su lugar mientras se ponía sus anteojos.

 

Mordí mi labio mientras bajo y me pongo mis zapatos en silencio.

La nota que me dejaron sobre mi cama no dejaba mis pensamientos en ningún momento. Hasta que llegué a la conclusión que el único que puede entrar a mi habitación es a quién he estado evitando desde año nuevo y de quién solo he sabido por medio de Andrea.

Salgo de la oficina del Dr., y camino directo a mi habitación, cuando cierro detrás de mí, me dedico a mover mi cama para dejar la rejilla al descubierto y poder bajar.

Esta vez, tomo una lámpara mas grande y amarro un listo de varios metros a mi cama para poder usarlo de guía de regreso.

Una parte de mí no quiere regresar ahí, no después de aquél que aventé.

Bajé con cuidado las escaleras, escalón por escalón, cuando pisé la tierra bajo de mí, con nervios prendí mi linterna y alucé esperando ver un cuerpo putrefacto y lo que encontré fue solo más tierra y oscuridad, no había rastros de ningún cuerpo.

Sin esperar más, comencé a caminar hacia delante, hasta que me topé con esa cruz con cuerpos que me puso la piel chinita, tomé un trago grande de saliva y me giré, justo a mi derecha había un túnel que era por donde una vez había sido llevada a rastras.

Caminé esquivando un agujero que había a mi izquierda que al parecer era donde me caí. Traer mi linterna con baterías nuevas me estaba dejando ver mejor como es aquí abajo, caminé un poco más y llegué a la cueva de Hassan, llamé por su nombre y no estaba.

Esperé un poco mientras descansaba sobre el feo sofá roído. Cuando me di cuenta que no vendría me acerqué a su mesa, sobre ella había una manzana y unos lapiceros antiguos.

Empecé a revisar los cajones sin encontrar nada interesante, solo había velas, papel antiguo y tintas para papel, cuando me iba a rendir y a regresar a mi habitación, vi que abajo del escritorio, hay tierra suelta y algo brilla.

Me agaché tallando sobre la tierra y sentí algo frío y metálico, me di cuenta que era una caja de galletas, lo desenterré por completo y saqué la caja poniéndola sobre la mesa. 

La abrí y salieron papeles, como si estos estaban apretados entre sí.

Me senté y comencé a leer algo que me llamó la atención, al parecer lo primero que tomé era una carta pero sin remitente.

 

Ella está en peligro, no sabemos qué ha estado pasando. 

El Dolch es un peligro, es todo lo que debes saber.

Otra chica más, la impotencia me gana.

Necesitamos saber las ubicaciones, sigue recorriendo el lugar.

Prakash lo sabe todo, no confíes.

Algo malo pasará.

Me quedé paralizada con el último papel, cada hoja decía una frase. Guardé todo a prisa y volví a enterrar la caja de galletas lo más pronto posible, ahora no quería que Hassan  me encontrara en ese lugar.




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