XVIII

Dr, Prakash

Mi sesión con Halia comenzó con normalidad, estaba analizando su comportamiento mientras está inducida pero su comportamiento fue inesperado, tuve que despertarla y desconectar los cables, era la primera vez que reaccionaba de esta manera y las dudas llegaron a mí.

No dije nada, la dejé procesar cualquier cosa que estuviera pasando por su cabeza en este momento y me senté en una silla frente a ella.

-Eso fue..., raro.

Su respiración ya era más tranquila pero se notaba que estaba desconcertada.

Tomé mi libreta de apuntes y esperé a que narrara lo que vio.

-Soñé que me amenazaban con un cuchillo, luego estaba en un lugar desolado, había señores a caballo y gente hablando en un idioma que no conozco.

-Entiendo ¿Lo habías soñado antes?

Sabía la respuesta pero debía hacerlo.

-No, fue horrible, esos señores me invitaban a seguirlos, no me gustó.

Mis manos escribieron rápidamente sobre la hoja, sabía que era momento de escribir otra carta.

Vi como Halia movía sus pies de adelante y atrás tranquilamente ahora, su mirada era intensa y se veía que estaba pensando. No dije nada, esperé hasta que habló.

-¿Alguna vez has visitado a alguna chica de las que salen o conoces donde viven?

Su pregunta me tomó por supresa, me senté mejor en la silla.

-No me ha tocado ir a visitarlas, normalmente va Paty. Y sobre donde viven, pues cada chica  vive en diferente lugar, en los documentos debe de estar, de memoria no sabría decirte.

Me aclaré la garganta y fui directo a mi escritorio a sentarme.

-Entiendo, pero ¿Por qué no las dejan venir en las fiestas?

Vi cómo se acercó a una de las sillas y se sentó, dándome la idea de que preguntará mas.

-Se tiene entendido que cuando las chicas salen, están mejor de salud y se cree que si vuelven, podrían tener una recaída y queremos evitar eso.

Ella sigue con una mirada de que está analizando todo.

-¿Tú siempre me dirás la verdad?

-Claro, Halia, puedes contar con ello.

Le di una sonrisa tranquila.

-Eso espero, bueno, me voy.

Se pone de pie y camina a la puerta pero la detengo con mis palabras.

-¿Te has estado tomando tu medicina?

Me sonríe tranquilamente.

-Sí, todos los días.

Con eso se va sin más, dejándome con dudas, no se ve como la Halia de siempre, se ven ojeras bajo sus ojos, su cabello despeinado y veo que no dobla bien su pierna. Sé que le pasa algo y solo espero que no tenga que ver con el Dolch o mi trabajo estará terminado.

Mis manos escriben a todo babor, mis lentes se resbalan cada vez más sobre mi nariz, la máquina de escribir suena mientras el olor a tinta es constante y me ayuda a concentrarme.

Halia siempre ha sido una chica inteligente, desde que la conocí, siempre me ha hecho preguntas sobre la vida o el cómo se siente y aunque nuestras sesiones no son mucho de platicar, con lo que sueña, me ha dicho mucho de ella y su forma de ser.

La puerta se abrió después de horas de estar escribiendo y vi una falda larga junto con un moño mal agarrado, su blusa de dormir deja ver cosas que no se deberían de mostrar a un trabajador de este instituto.

-Mónica ¿No puedes dormir?

Dije mientras ella cierra la puerta y le pone seguro.

-Me haces falta, hace ya tiempo de la última vez.

Camina hacia mi y rápidamente recorro mi hoja con el rodilllo para que no vea lo que escribo. Me comienza a masajear de los hombros.

-Sí, ha pasado tiempo pero he estado muy ocupado, Mónica.

Hablé sinceramente, he estado trabajando tanto que he llegado a quedarme en horas extra.

-Pero ya es hora de relajarse, Nain.

Sé que antes he caído en su juego, pero ya me siento asqueado.

-No es el momento, Mónica.

-Vamos, Nain, es el momento.

-Gracias pero el cansancio me gana. 

Dije secamente.

Ella se gira y se sienta sobre el escritorio. Se agarra uno de sus mechones sueltos de cabello y me mira fríamente.

-¿Quieres por las malas?

Sabía que era una amenaza, una que hace un año no me hubiera importado, pero en estas situaciones me importa.

-No es necesario.

Dije y comencé a besarla.

Y así, entre besos y caricias, tuvimos sexo sobre mi escritorio.