XIX

Sentí el cuchillo sobre mi cuello en cuestión de segundos, su mirada era diferente a la juguetona que me mostraba, sentía su respiración caliente en mi rostro, verlo de cerca me hizo darme cuenta de las pecas que adornan sus mejillas, sentí cómo mi cuello derramaba algo calientito, sabiendo que era sangre, decidí hacerme la tonta.

-¿Qué sucede?

Dije lo más inocente que pude.

-No finjas, sé quien eres y que estás de su lado.

Su voz trasmitía la seriedad de su rostro.

-Hassan, no sé de qué me hablas, me lastimas.

Puse mi mejor mirada.

Sentí que se relajó unos segundos y fue mi momento indicado, en un movimiento rápido le quité el cuchillo de su mano y lo giré, dejándolo justo como me tenía a mí, una sonrisa se formó en su rostro, puse mis manos sobre su pecho para no dejarlo escapar, fue mi turno de sonreír.

-No sé de qué mierda hablas, Hassan, pero nunca en tu vida vuelvas a lastimarme o amenazarne de esxta manera o te mataré.

Mis palabras sonaban rudas y no era una broma, no permitiría que cualquier chico intente intimidarme y quede tranquilo.

-Cómo ya ttienes práctica.

Mordí mi labio recordando a Dylan.

-Pues entonces ya sabes a qué te enfrentas.

A pesar de tener el cuchillo muy cerca de su cuello, no le importó acercarse un poco mas a mí mientras sonreía.

-Lo sabía, maldita espía, cómo te atreves a hacer lo que haces con gente inocente, te debería devolver el favor que les haces.

-No sé de qué mierda hablas pero si quieres que seamos enemigos, así será, risitos.

Quité el cuchillo de su cuello cuando escuché ruido fuera.

-No te dejaré en paz, Halia, escúchame bien, no me importa que hayas descubierto y leído las cartas, hay cosas que nunca sabrás y me encargaré de que sea así, maldita enferma.

Con eso, salió del cuarto de limpieza, dando vista a una Andrea sonriente juntos con Alan a su lado que traía bebidas frías.

Rápidamente limpié la zona en la que había sentido que la sangre escurría.

Hassan, de un momento a otro ya era el amigo juguetón del grupo, empezó a contar anécdotas de cosas que le causaban risa mientras Alan atento lo escuchaba y agregaba uno que otro dato a la historia.

Andrea que nadie le quitaba lo sonriente, comenzó a contar historias paranormales, de las cuáles no me sabía ninguna, tengo prohibido leerlas o saber de ellas, pero en este punto de la reunión me daría pena decir la recomendación que me habían dado.

-Me sé una que me contó Dylan hace tiempo, pero pongan atención.-Mencionó mientras acomoda su cabello por atrás de sus hombros el nombre que mencionó me puso incómoda pero fingí seriedad y Andrea comenzó- Resulta que dice Dylan que por la noche salen espíritus de personas buscando ayuda, personas que no quieren estar donde están y que si te los encuentras te obligan a hacerles un ritual, ya que te inducen y te convierten en uno.

-¿Cómo zombies?

Interrumpe Alan.

Andrea rueda los ojos y Hassan se pone muy serio y me da una mirada de unos segundos y vuelve a poner atención.

-Claro que no, los zombies no son fantasmas, tonto, bueno, el punto aquí es que dicen que Beatriz es una de ellos, solo que es la que los deja estar aquí.

-No creo eso, la verdad.

Dice Alan seguro de sí.

-Si fuera real, alguien los hubiera visto, todos sabemos que Dylan siempre inventaba historias.

Dijo Hassan mientras su rostro volvía a la normalidad.

-No las quiero correr pero ya es momento de regresar a nuestras habitaciones sino sospecharán que no estamos.

Fue así como íbamos de regreso a nuestra ala con cuidado de nos encontrarnos con alguien y cuando estábamos en el túnel que dirige al baño de las chicas, vimos una sombra de añguien, se veía ojeroso, con cabello desarreglado como si acabara de despeetaarse, nos sonrió, pero no se veía como una sonrisa inocente, sino, una que si la ves, correrías, cuando Andrea lo vio, me tomó de la mano y me puso detrás de ella.

Sentía que mi mente me estaba jugando una mala jugada por no tomar mi medicamento pero la reacción de Andrea me hizo darme cuenta que no estaba alucinando, era él, Dylan.