Halia

XX

-Halia, hace tiempo que no te veo, ¿cómo has estado?

Su voz se escucha tétrica, me causa un escalofrío.

-No le hables, maldito enfermo.

Contesta Andrea, me da miedo pero pongo mi cara más seria y lo veo a esos ojos sin vida.

-He estado mejor que tú, maldito, no te vuelvas a acercar a mí.

-¿O qué? ¿Me matarás?

Se ríe sínicamente e ignoro su comentario.

Andrea me toma nuevamente de la mano y seguimos nuestro camino pasandole por un lado a Dylan.

El día comenzó al igual que las clases, pero ahora sentía todo diferente, como lejano a mí, como si solo estuviera viendo una película, aún así, hacía mi esfuerzo por analizar mi alrededor, a las enfermeras que cuchichean entre ellas, las miradas cuando algo pasa, Beatriz que pareciera flotar en lugar de caminar.

Mi sesión con el Dr. Prakash comenzó con normalidad, desperté y vi su rostro, este se veía más cansado de lo habitual, me senté sobre la camilla mientras él en su escritorio escribía todo lo que decía, desde un tiempo no le cuento todo u omito cosas, no le puedo contar lo que realmente pasa por mi cabeza o las cosas extrañas que he estado soñando y recordando vagamente.

 

Me puse mis zapatos y me fui del lugar sin más, mis pies se mueven lentamente, recuerdos de Dylan, su mirada, su cabello despeinado, todo en él, grita peligro y aunque cargo mis cuchillos en mis muslos muy bien sujetados, no me siento tranquila, ya ni siquiera puedo ir al patio central a pintar sin sentir que me vigilan de todas partes, de que alguien piensa que sé cosas que ni siquiera entiendo y sin contar que Mónica no se me ha acercado desde lo sucedido con su herida, solo me sonríe amable, Andrea sigue con su mismo ritmo de vida, lee en los descansos o duerme.

A pesar de mi sentir, de que siento que me vigilan, todo pareciera normal, seguí mi camino hasta que sentí el típico jalón que me da Andrea cuando quiere hablar conmigo, no grité solo me dejé jalar a un salón vacío, de repente sentí como golpeaban mi cara fuertemente.

Caí al piso, resonando mi cabeza en el piso, el lugar era oscuro pero la figura era masculina, rápidamente tomé mi cuchillo de mi pierna y me puse de pie, lo segundo que pasó fue que solté una patada a su lado derecho y luego cuando iba a acercarme para sofocarlo, me tomó desprevenida y me volvió a golpear la cara pero esta vez sentí el sabor a oxido en mi boca, el coraje se apoderó de mí, Me puse de pie de un salto y justo sentí cómo me empujó contra una mesa y sentí mi cuello ser apretado con una tira delgada de cuerda, comencé a intentar respiraar, cuando con un mal aliento t voz ronca habló.

-Más te vale decirme en dónde tienes el maldito Dolch o te mataré aquí mismo.

Mis manos por inercia intentaban darme un poco de espacio para respirar, pero luego recordé que esa no es la manera, estaba frente a mí con una capucha negra donde solo se le ven los ojos, mis piernas esta´n libres, así que con un rodillaso le doy en sus partes íntimas provocando así que suelte un poco la cuerda, golpeo su cara cuando se toca sus partes y corro a juntar el cuchillo que se me había caído.

Volví a sentir que ahora me tomaban por atrás y me ponían recostada sobre la mesa donde anteriormente estaba.

-Como no hablas y tienes gusto por los cuchillos, probaremos algo hasta que digas en dónde lo tienes.

El coraje me invadió.

Ni siquiera sé qué es el Dolch pero hacerme enojar no es bueno.

-No te lo diré, maldito viejo asqueroso.

Sentí cómo con una sola mano rompió mi bata de dormir dejando mi trasero solo con ropa interior, después sentí una cortada en mi espalda, seguida otra, formando una especie de cruz a lo que podía sentir, me retorcí intentando zafarme, el miedo y la adrenalina me ganaron y no pude moverme, seguí sintiendo cotes hasta que sentí el cuchillo entre mis entrepiernas, algo dentro de mí me nubló la vista.

 

 

Desperté asustada, me senté rápidamente y estaba en mi habitación, comencé a tocarme el cuerpo cuando sentí que me dolía la espalda y estar sentada, pero lo que más me asustó fue que saliendo de mi baño salió Hassan manchado de sangre su camisa.

Mi mente me recuerda las escenas de ayer y de pronto me pongo de pie, tentando mis muslos y no siento mis cuchillos.

Me acerco a Hassan y lo golpeo en sus partes y después en la cara, escuché cómo algo crujió y lo aventé al piso.

 

-Halia, maldita sea, qué he hecho yo.

Se sostuvo la nariz en el piso mientras comienzo a buscar mis cuchillos.

-No creas que no sé que fuiste tú el que me golpeó, maldito9, te lo advertí.

Saqué el cuchillo que tengo bajo mi colchón aquel que solo lo uso poco.

Pone su mano dando a entender que me detenga.

-Dejame explicarte qué hago aquí.

-¿qué me dirás enfermo, que ahora soy tu puto rehén? No gritaré solo porque te dejaré junto a Dylan.

-Escuchame Halia- Se pone despacio retrocediendo- Después puedes golpearme, pero primero escúchame.




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