Halia

XXIV

Beatriz estiró su mano hacia mí, con la palma hacia arriba y con una cinta negra en la otra, me puse de pie y caminé hacia ella.

No sabía qué era lo que más me tenía inquieta en este momento, si lo que acababa de leer que me ha dejado temblando o Beatriz en mi puerta con un listón negro en su mano.

-Buenos días, Halia, quítate tu cinta azul ya.

Su voz era autoritaria, apenas pude abrir la boca cuando un un gesto me hizo saber que cualquier replica mía no serviría de nada. Me quité mi moño azul y le puse la cinta en su palma. Pronto me dio la cinta negra y me hice el moño mientras ella me ve directo a los ojos.

-¿Por qué uso ahora este? He estado comportándome bien, me parece inj...

-No tienes derecho a fingir que no haces nada señorita, bien sabes que no te portas bien, tus compañeras me han dicho que te portas muy mal en clases y espero que este comportamiento se termine o el listón negro no será tu mayor problema, te expulsaremos sin oportunidad de regresar, punto.

Se va rápidamente dejándome con un nudo en la garganta del coraje. Bufé y cerré de un portazo la puerta. Decir que ya estaba harta de que me pusieran el listón negro sin ellos saber realmente lo que hago, sé que no me he portado a la altura pero ellos no lo saben, al menos hasta donde tengo entendido.

Me senté sobre la cama y veo el libro que aventé y me doy cuenta que casi olvido lo que acabo de leer, siento escalofríos en mi cuerpo, sé que es un relato pero tenía sentido para mí, sino ¿Cómo se explicaría la presencia de Dylan?

Mil dudas surgieron en mí ¿Por qué Prakash me hizo leerlo? ¿Tiene eso que ver con lo que he estado viendo en sueños? La verdad lo dudaba ya que en mis sueños era como un recuerdo donde yo veía unos rituales y aunque nunca lograba entender del todo, veía cuerpos despedazados por doquier, pero el relato habla sobre revivir gente, no asesinarla.

Sé qué debo hacer pero el miedo llega a mí, debo bajar, debo investigar todo lo que pueda.

Después de darme una ducha y vestirme sintiendo ardor al hacerlo por las heridas que aún tengo, amarro mis cuchillos en mis piernas, sentía que me faltaba el tercero pero sabía que debía estar donde me atacaron la última vez pero debo resolver cada uno de mis  problemas por separado.

Lo del ritual me sigue dando vueltas en la mente, sonaba a las locas historias de terror que me contó Andrea pero no tiene sentido lo de los asesinatos.

Bajé el último escalón y con cierta pulsación en la cabeza, prendí con miedo mi linterna.

Su luz no es mucha pero es algo, comencé a caminar lentamente hacia donde alguna vez vi los cuerpos pero entre más caminaba, menos los veía, no encontraba rastro de ellos, seguí caminando con cierto miedo pero según mis cálculos, debían de estar dónde estoy de pie ahora mismo, escalofríos y nervios me atacaban pero yo seguía mirando a mi alrededor.

-¿Qué haces aquí?

Esa voz me sacó de mis casillas grité mientras una sombra camina hacia mí lentamente y poco a poco le llega la luz de mi linterna y aunque mi cerebro reconoce su persona, no puedo parar el grito de miedo. Cuando dejé de gritar histérica, me toqué el pecho, estaba tan acelerado que sentía que se me saldría el corazón en cualquier momento, él solo me observa como si no le hubiera gritado casi rompiendo sus tímpanos.

-Maldita sea, Hassan, me matarás del susto.

Dije en modo de queja pero no se inmutó.

-Sígueme, Halia.

Comenzó a caminar y sinceramente el miedo de este lugar seguía en mí así que lo seguí, ahora sabiendo qué si los cuerpos desparecieron posiblemente él sabía sobre eso, caminamos hacia mi izquierda entrando en un túnel y después pasando por el gran hueco donde hacía un tiempo había caído y más adelante llegamos a la cueva de Hassan, ya había estado aquí aunque en este momento se sentía diferente y se veía, pues había una mesa y sillas extras como también muchos papeles y tinta sobre ellos, en la pared, un mapa que pareciera de este lugar y costales cafés. Cuando entramos Hassan fue a tomar una de sus sillas mientras yo me senté sobre el viejo sillón, cuando vio eso, caminó, poniendo su silla de espaldas frente a mí.

-Habla Halia, ya estoy cansado.

Un suspiro dio y se recargo sobre la recargadera de la silla ya que él la había puesto al revés y se sentó sobre ella poniendo sus brazos en ella y viéndome de frente.

-¿Tú cansado? ¡JA¡ Tú eres el que escondes cosas de mí al igual que todos y estoy harta que no me den la información, todo es a medias, todos me tienen secretos, me hacen leer libros que me dejan en dudas, me cuentan relatos extraños, los cuerpos que desparecen, Dylan está vivo y sin explicación lógica ¿Y por qué me dieron el listón negro? Harta estoy yo, Hassan.

Su ceño se frunce y queda sorprendido sobre lo que acabo de decir y por un momento me arrepiento de lo que dije y posiblemente no debí de compartírselo, pero ya me tenía cansada de no hablar de esto con alguien pero en este momento sentía que aunque él fuera el enemigo o quisiera hacerme algo, por lo menos ya hablaría del tema y no tener que vivir sin hablar de ello.

 -Entiendo, Halia, pero si quieres respuestas, tendrás que decirme y jurarme que no estás del lado equivocado en esto.

-Ni siquiera sé qué es "esto"

Dije y señalé a mi alrededor. Sus labios se  apretaron, en su mirada se veía que algo estaba pensando con mucha profundidad.

 -¿Cuál es tu apellido, Halia?

Vi cómo mordía su labio y me miraba fijamente, mentiría si decía que sentía conocerlo, verlo en este momento me hacía verlo como alguien mayor, más maduro y centrado, así que mi instinto es ponerme igual de seria que él.

-¿Por qué necesitas saberlo?

Levantó sus cejas.

-¿Confías en mí?

Lo pensé unos segundos y la respuesta no es posible que la quiera saber pero aún así su seriedad me hacia sentir que no le gustaría una mentira como respuesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.