Halia

XXXIII

Entramos en su oficina, el olor a café y a rosas invadieron mis fosas nasales provocando que hiciera una cara de desagrado arrugando mis narices.

Se nos dio la indicación de tomar asiento y la enfermera se retiró después de acusarnos.

-Saben que aquí las relaciones amorosas están prohibidas y más de esa manera tan descarada.

Su voz retumba en la oficina, me abstengo de decir algo y de reojo veo a Mónica que poco a poco le iba dando sueño.

-¿Están mudas?

Vi cómo guardó sus papeles dentro de uno de sus cajones del escritorio. Se movió incómoda cuando se dio cuenta que estaba observando sus movimientos.

-Sabemos que está prohibido pero mi amor por Halia es real, así que pensé qué la mejor manera de demostrarlo y vivirlo sin contagiar a las demás chicas.

Arcelia levanta una ceja.

-¿Es así señorita Halia?

Doy un trago de saliva acomodándome mejor en la silla, sabía que debía mentir, no sé en este punto cuál es la idea de Mónica pero yo no puedo tomar la culpa, no con mi listón negro.

-Así como a usted, a mí también me tomó por sorpresa aquél beso y aquella declaración de amor, yo creía que me había citado quizá para pedir alguna tarea o parecido.

Hice mi cara inocente, no puedo arriesgarme a este punto.

Aunque no tengo miedo, mi estómago se comenzó a inflamar causándome colitis nerviosa gracias al espantoso olor a café y rosas, sin contar con ese documento que me tiene intrigada, me es mas relevante que esta situación.

Arcelia, suspira, como directora tiene que tomar este tipo de decisiones que dicen ellas, no ser tan fáciles.

-¿Es eso cierto, señorita Mónica?

Veo de reojo a Mónica bostezar descaradamente.

-Sí, fui yo la de la idea, yo la besé.

La cara de Arcelia era de incrédula, aún así negó.

-Tendrás el listón amarrillo por un mes, señorita Mónica y tú Halia, estás castigada, no quiero saber que andas merodeando por las noches o muy temprano en la mañana, me encargaré de que alguien te vigile día y noche.

Asentí.

Salimos de aquella oficina y pude ver la cara de Mónica, es relajada y tiene una sonrisa como si estuviera bajo los efectos de alguna droga, sonreí.

La dejé atrás y caminé a mi habitación.

Estaba agotada, pero debía ir a mi sesión con Prakash.

Llegué y entré, esta vez no estaba escribiendo en su máquina de escribir o en su computadora, esta vez está con la mirada perdida en la pared de enfrente y un lápiz en su mano agarrando cada extremo de este.

Cerré la puerta detrás mío y solo en ese momento me vio, su mirada es penetrante.

Me recuesto en la camilla y veo cómo comienza a conectar cables y poniéndomelos en la cabeza y frente, en unos segundos, estaba todo oscuro.

Cuando desperté, desperté asustada, imágenes aparecían en mi mente como si fuera una pesadilla con pedazos de diferentes historias sangrientas.

Prakash con las manos en los bolsillos me observa mientras yo sola me desconecto todo.

Me siento sobre la camilla, mis pies colgando de esta, a pesar de ser alta, mis pies no llegan al suelo, así que los muevo de adelante hacia atrás.

-Necesito hacerte unas preguntas, Halia.

Asiento mientras toma una silla y se siente frente a mí.

-¿Has estado tomando tu medicamento? Sin mentiras.

Sé que sabe de lenguaje corporal, así que me quedo en la posición exacta en la que estoy relajo mi respiración lentamente mientras lo miro directamente a los ojos.

-Sí.

-¿Has tenido pesadillas?

-Sí.

Esta vez no tuve que mentir, desde que dejé el medicamento, tengo pesadillas y recuerdos extraños que cada vez cobran un poco más de sentido con lo que he leído.

-Cuéntame sobre ellas.

Algo me decía que no debía confiar. De nuevo hice lo mismo para que no sospechara de mí.

-Suelo soñar que un delfín quiere asesinarme, también que me caigo de un inmenso edificio, otras veces que mi cuerpo se llena de orificios y no sé cómo arreglarlo.

Aunque no son las pesadillas que he tenido últimamente, sí son algunas que he tenido en el pasado.

-Ya veo, dime qué has recordado de tu padre.

Esa pregunta sí me toma por sorpresa, no lo había pensado, suele estar en mis recuerdos más no le presto mucha atención ya que lo que pasa en esos recuerdos son más fuertes o tan lindos que lo tomo con calma o miedo.

-No he recordado más de lo que te dije, las clases y las tareas me tienen ocupada como para pensar en él, aparte de que no he podido ni pintar tanto como lo hacía antes.

-Entiendo Halia, no te quito más tu tiempo que ya es hora de descansar, seguro la medicina te duerme en cualquier momento, ten cuidado, cuídate mucho.

Sus palabras resonaron en mí, se sintió diferente.

Me puse mis zapatos y me fui directo a mi habitación el día fue agotador.

A pesar de sobre pensar, caí dormida después de unas horas.




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