Después de dar las cincuenta vueltas más con suerte consigo que las piernas aun me funcionen y estoy más sedienta que perro en el desierto. No contentos con eso he tenido que cargar un balde y una fregona para limpiar el desastre que se ha hecho en el dormitorio, desastre que no he hecho yo, pero les tengo noticias, la vida no es justa.
Arrastro el colchón mientras llevo las sabanas y las almohadas meadas sobre la cabeza. Voy por cada pasillo y bajo todas las escaleras hasta regresar al patio donde pretendo lavarlos y ponerlos a secar, cosa que hago más tarde.
Al chico que defendí lo vi por última vez aquí, pero a estas alturas ya lo perdí de vista, sus anteojos destrozados también se han desaparecido misteriosamente. Ni siquiera me ha dado las gracias el muy canalla, pero repito, la vida no es justa. No es que esperaba reconocimiento ni nada, yo solo me dejé llevar por el impulso de querer molestar a ese grandulón, pero un "gracias por salvarme el culo" no estaría mal, solo digo.
Olvidándome de eso y de que yo solita me sentencié a muerte suelto el aire de golpe después de tender las sabanas. Mi trabajo aquí está hecho, ahora mi prioridad es sacarme este pijama asqueroso y si es posible quemarlo en el proceso.
Subo nuevamente unas cuatro escaleras más, de aquí a que logre salir de este lugar mis bíceps van a tener bíceps.
Ninguno de los chicos está en el dormitorio, así que le pongo seguro a la puerta para evitar imprevistos y procedo a sacarme toda la ropa. Rebusco en las maletas una toalla blanca que Janna empacó para mí y envuelvo mi cuerpo en ella. Saco el uniforme lo doblo y lo cojo en brazos antes de prepararme para salir.
De camino a las duchas no dejo de fantasear con la limpieza, y eso que soy una puerca, de las que puede estar todo un fin de semana sin ducharse si no tiene que salir a algún lugar, pero, el agua cayendo sobre mi cuerpo, las burbujas de jabón con olor a almendras y los aceites para después del baño se están ganando un lugar en mis fantasías mas deseadas. Y es que a uno no se le orinan encima todos los días.
Jamás había anhelado tanto una ducha como lo hago en estos momentos. Justo como Seth me advirtió, está siendo una mañana jodida para mí, pero no hay nada que un rico baño no pueda resolver.
La ducha es y siempre será el santuario de reflexión por excelencia.
Una vez allí me lleno el pecho de aire y me preparo mentalmente para entrar, si tengo suerte, conseguiré una cabina vacía para ducharme sin que nadie me vea las nalgas y sin que yo tenga que ver las de otra persona. Jamás he compartido baño, más bien no he compartido nada, y supongo que hacerlo por primera vez con un montón de chicos no es precisamente la mejor manera de comenzar.
Suelto el aire lentamente mientras empujo la puerta con el hombro.
De inmediato me choco de cara con una nube de vapor caliente y la traspaso hasta dar con alguna imagen.
La quijada por poco y se me cae al suelo.
Es un lugar enorme, si es cierto que Axton me había mostrado en donde quedaba, pero no entramos en ningún momento así que estoy genuinamente impactada, pero no solo por el tamaño del sitio; todos los cuerpos desnudos, los vellos, los músculos, el sudor, el jabón, y por supuesto...esas cosas que prometí no volver a mencionar en un tiempo, por la poca estabilidad mental que me queda.
Solo me queda decir que jamás había visto tantos miembros en la vida, es como una jodida feria.
No todo el mundo está pendiente de que estoy parada ahí, a excepción de algunos como Landon, que tan pronto me nota sonríe y ondea la mano en el aire, eso hace que los demás que están a su lado.
La idea de darme la vuelta y salir corriendo me pasa por la cabeza más de una vez, pero mientras lo reflexiono Landon da unos saltos hasta llegar a donde estoy. Estoy nerviosa de la manera en la que trae a toalla amarrada a la cintura, si se cayera...bueno, de caerse nada pasaría, ya le vi el pajarito en todos los ángulos posibles hace poco.
Cuando está delante de mi se pone las manos detrás y se inclina a mi altura, adiós espacio personal, otra vez. Doy un paso hacia atrás, poniéndome a la defensiva.
—¿Que? No estarás enojado todavía —insinúa.
Hagamos un repaso mental:
1. Me acosaste.
2. Me llamaste perro.
3. Me bañaste en meados.
4. Por tu culpa tuve que dar cincuenta vueltas más al campus.
5. Y aunque no, no es directamente tu responsabilidad lo que pasó con el grandote, me voy a tomar la libertad de echarte la culpa de todas maneras.
—No, para nada —suelto entre dientes.
No tarda en sonreír. Lo que este tipo tiene de guapo—que es bastante—lo tiene de fastidioso.
Me envuelve del cuello con su brazo musculoso.
—¡Eso es! —dice—, somos compañeros de cuarto, eso te hace parte del grupo.
—Este...preferiría que no —intento zafarme pero no me suelta.
Me impulsa a caminar.
—¡No digas tonterías! —se ríe.
Me lleva arrastrada entre el tumulto de chicos mientras hago malabares para no restregarme de sus cuerpos, aunque mi cara está adherida a la teta pegajosa de Landon y eso no es que mejore mucho la situación.
Llegamos hasta la pared, donde hay un banco de madera que le da casi la vuelta el lugar. En el hay varios chicos sentados, pero mi atención cae en Seth y Axton, que discuten alguna cosa, mientras el chico moreno de hace rato le explica algo al castaño de la computadora.
—Eh, chicos, miren lo que me encontré, un novato perdido. —me gustaría que este tipo fuera menos escandaloso, pero supongo que soñar no cuesta nada.