Halliester Bay Academy (academia para chicos problemáticos)

11. Benditas sean las putas matemáticas.

         Cuando termino procedo a ponerme el pijama que traía en brazos, por lo que tendré que volver al cuarto a buscar mi uniforme. Bueno, no me he escapado, pero al menos he conseguido una ducha decente.

          —Será mejor que nos demos prisa —sugiere Shawn del otro lado de la pared—, ¿Estás listo?

          —Sí —respondo.

          El rodea el muro, ya se ha puesto el uniforme correctamente y ahora recoger sus cosas.

          —¿Y tu uniforme? —me pregunta.

          —En el dormitorio.

          Me mira unos segundos después de guindarse el bolso en el brazo. Me da la impresión de que está preocupado, aunque en el tiempo que llevo conociéndolo—dos horas o tres—he podido darme cuenta de que siempre trae expresión de haber chupado un limón.

           —Tú compartes dormitorio con Landon, Liam y Axton ¿no es así? —investiga, la cara le ha cambiado un poco, está muy expectante de mi respuesta.

         Frunzo el señor.

         Detrás de nosotros suena el timbre, sonido irritante que llena todo el campus. Miramos el edifico y luego nos miramos otra vez.

         —Bueno, ya hay que irnos ya o nos meteremos en un lio gordo —sugiere.

         Nos damos prisa en agarrar nuestras cosas y antes de irnos el cierra el lugar con un enorme pedazo de madera vieja, dándole un aspecto de abandono al lugar, supongo que para que nadie sepa de este sitio.

          Los corredores están llenos de muchachos caminando a las clases. Shawn sube a su dormitorio para llevar sus cosas y yo me meto como un cohete al cuarto para cambiarme, suplicando que ninguno de los psicópatas con los que duermo esté allí. No creo que les haga mucha gracia ver a su supuesto compañero de cuarto usando bragas de donas con glaseado purpura.

         Sé que los chicos ya vinieron a cambiarse porque pareciera que un tornado ha pasado por aquí, todas sus cosas están por todos lados, por poco y no encuentro ni mi cama.

           Me pongo la camisa, me abrocho los pantalones y me pregunto cómo mierda hacen para lograr el nudo de la corbata. Así que decido ponerme el bléiser y déjame la corbata colgando del cuello.

          Me miro el cabello despeluñado en el pedazo de espejo junto a la litera de Landon y Liam. No sé cómo arreglar esto, jamás me había visto tan demacrada en la vida, jamás me había hecho un nudo de corbata y en definitiva jamás había intentado ser un chico. Me acomodo los ridículos anteojos, cojo mis materiales y salgo.

         Sobre las libretas y libros que busco no se me caigan de las manos hay un cartoncito con mi horario y las aulas, los pasillos ya están limpios, así que soy solo yo corriendo despistada mientras cada monja con la que me topo me da una mirad cortante.

          Este lugar es un laberinto, eso o debo atravesar algún muro como en Harry Potter. Esas son las dos únicas teorías que se me ocurren para explicar que no logre encontrar mi salón.

          —¡Hey, Jorden! —una voz me llama a susurro al fondo del corredor.

        Shawn agita la mano.

        Me apresuro en llegar hasta donde está.

        —¿Perdido? —pregunta.

        —¿Cómo mierda organizan los cursos aquí? —pregunto, oficialmente frustrada.

        Shawn medio sonríe mientras coge el cartoncito que estoy sosteniendo y le echa un ojo.

       —Tenemos matemáticas juntos —dice—, ven.

        Después de dar vueltas llegamos a un salón en donde reina la tranquilidad. Yo esperaba algo tipo un cuarto de manicomio, con todos los locos gritando y lanzándose su propio excremento pero no es de esa manera, hasta que pongo un pie dentro y me doy cuenta de la razón.

         La monja que nos visitó la noche anterior está de pie frente al pizarrón.

         Shawn decide entrar cabizbajo y yo lo sigo igualmente.

         —Joven Prichard —dice la mujer.

         Shawn se para en seco y yo me choco contra su espalda, provocando que todo se me caiga al suelo.

         Escucho unas risitas de fondo.

         Excelente entrada, Jorden.

         —¿Si, sor Beatrice? —contesta Shawn.

        —Venga aquí —le ordena.

         Yo termino de volver a agarrar todo y me paro.

          —Su compañero también —sigue la mujer y por poco vuelvo a dejar que mis cosas regresen al suelo.

         Me doy la vuelta y camino hacia ellos. Ella y Shawn están encima de una especie de plataforma en el suelo, detrás del escritorio. Los nervios me traicionan e intentado subir por poco me tropiezo.

        Más risas de fondo, hasta a ella la veo contener una risita.

         —¿Qué horas son estas de aparecer? —Pregunta Sor Beatrice, mirando a Shawn y después a mí.

         —Perdóneme, por favor —murmura Shawn, haciendo una reverencia pero ella me mira directamente a mí.

        —Que no vuelva a pasar o tendrá que pagar por ello. —advierte con tranquilidad, aunque a mí me huele a amenaza de tortura medieval.

         Shawn vuelve asentir y se baja de la paltarforma para irse a sentar al fondo, yo pretendo hacer lo mismo.

         —Usted —habla la mujer.

         Me paro en seco antes de siquiera dar un paso. Mantengo la cabeza baja. Tal vez los chicos aquí tengan los ojos en el culo que no se dan cuenta que claramente no soy uno de ellos, pero es posible que esta monja note lo evidente y sea mi fin. Adiós Jorden de la ciudad y hola Jorden granjera.

         —Mire a los ojos cuando se le habla —exige en voz baja. Tiene una de esas voces suaves que podrían pasar por amables pero que realmente dan mala espina—, ¿Cuál es su nombre?

        Levanto un poco el rostro. Maldición, esto podría terminar muy mal. El corazón me late con fuerza.

        —Jorden —mascullo.

        Sus ojos café se mueven por toda mi cara, o al menos por el ángulo de ella que le doy.




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