Halliester Bay Academy (academia para chicos problemáticos)

19. Donde termina todo.

          He tenido que ver la cara de Kast congelada por un rato, supongo que le fue difícil de digerir. Después de eso le he confirmado que sí, que necesitaba esa clase de tampones, los que van en...bueno, él entendió dónde y pues fue muy amable de su parte realmente no hacer preguntas, justo como se lo pedí.

         Ha estado fuera un largo rato en el que me he mantenido encerrada escuchando a los chicos entrar y salir un par de veces. Trato de no desesperarme, aunque no soy conocida por tener mucha paciencia. Debe ser complicado encontrar un producto como ese en un instituto donde solo hay rabos y que está literalmente en medio de la nada.

         Escucho que la puerta se abre nuevamente y unos pasos se acercan a donde estoy. Reconozco los zapatos de Kast, pero aunque ya ha llegado se toma unos segundos antes de hacer cualquier intervención.

         Le escucho suspirar.

        Una bolsa plástica de color negro se desliza por debajo de la puerta.

       Los pies de Kast se alejan.

         Procedo a tomar la bolsa. Un paquete de tampones, dos botellas de agua, una cajita de analgésicos de venta libre, toallas húmedas, unas bragas nuevas que no son precisamente de mi talla, unos pantalones viejos y otra bolsa. ¿Es que este hombre piensa en todo?

         Una vez lista, meto todos los desechos en la misma bolsa vacía, incluido el pantalón hecho un matadero, y lo dejo todo en el zafacón junto al inodoro. Todo lo demás lo meto en la funda extra, con la que salgo en mano.

         Kast está recargado de la meseta de mármol frente al enorme espejo rectangular en la pared. Avanzo lentamente hacia una de las llaves, mirándolo de reojo, pero él solo se cruza de brazos y mira las puntas de sus zapatos.

          Mientras lavo mis manos hecho un ojo alrededor, solo somos él y yo, la puerta está cerrada y echada con llave. No lo conozco lo suficiente como para hacer suposiciones pero no hay que ser científicos para notar que no está contento.

        Kast desenreda sus brazos, suelta un soplo de aire y se voltea hacia donde estoy, sin acercarse. Me mira mientras seco mis manos con una toalla de papel.

        De pronto, empieza a caminar en mi dirección, muy lenta y tranquilamente. En cuestión de segundos se convierte en una figura alta e imponente que me respira en el pescuezo como lobo hambriento.

      Me encojo de hombros, ni siquiera me atrevo a verlo a la cara.

       —Este... ¿gracias?

       —Tienes mucho que explicar, jovencita, y lo vas a hacer en este instante.

         Se acabó.

*     *     *

        —Entonces... eres una chica mala ¿No es así?

        Esta podría parecer una línea para dar inicio a una escena porno cutre entre una alumna y su profesor, pero no lo es, aunque eso nos gustaría a todos.

       —Algo así —murmuro.

       Kast se masajea el tabique con suavidad y me da la impresión de que busca no reírse de la tremenda historia que le he contado, después de todo eso es mi vida en general, un chiste.

        Le he contado todo. Al principio sí, he intentado crear una excusa o dos pero cada una peor que la anterior, así que no se lo ha creído, aunque yo que sé, supongo que la versión real de los hechos tampoco suena muy lógica que digamos.

        Se comienza a frotar el rostro. Sí, definitivamente está tratando de no reírse. Agarra aire y luego de contenerla un momento la suelta lentamente.

       —Es una locura —comenta.

       Asiento con la cabeza.

       —Y está muy mal —continúa. Se me quedan viendo un rato—, no puedo cubrirte, lo sabes.

       —Pero...

        —Hablaré con la directora, llamaremos a tu madre y vendrán por ti ¿Te parece?

       Sus palabras me dan el bajón de mi vida, la cabeza me da vueltas por un momento. No, no me parece, para nada. Empiezo a visualizar el campo y a mi madre sacándome de la herencia.

        —¿Y a donde iré entonces? —pregunto—, mire estas manos —tamborileo mis dedos frente a su cara—, ¿Estas le parecen las manos de alguien que pueda trabajar la tierra? La respuesta es no.

        —Este no es un lugar seguro para una niña —responde, quitando mis manos de su cara con gentileza—, tienes que irte, lo siento.

       —Por favor, no —suplico—, si me expulsan no tendré más oportunidades —le explico—, oh por Dios, no iré a la universidad —razono más para mí que para él, llevándome las manos a la cara.

       —Es que no debes estar aquí —Kast suelta un suspiro mientras niega con la cabeza—, es increíble que hayas entrado en primer lugar.

        Dejo caer los brazos a los lados. Perfecto, al final voy a fracasar frente a Janna por algo que ni siquiera ha sido culpa mía. Maldita naturaleza.

        Tomo aire.

         —Mire, sí, es una situación rara ¿está bien? Pero si me expulsan mi madre ya no tendrá consideración y me enviará lejos, a vivir con las gallinas ¿entiende eso?

         —Tu madre también podría ir a la cárcel por falsificación de documentos —él levanta una ceja,

         —¿De verdad? —pregunto.

        Esa es una idea fantástica para tener en cuenta más adelante, pero no.

         —Así es.

        —¿Y eso es lo que usted quiere? ¿Qué me envíen lejos de casa y que mi madre termine en la cárcel?

        Él rueda los ojos, y hasta haciendo eso es un semidiós.

        —No, lo que quiero es que estés a salvo, y aquí no lo estarás.

        Me pongos las manos en la cadera.

        —Muy bien, entonces hágalo, deláteme, pero cuando vea a una chica que se colgó del cuello en una granja quiero que recuerde que fue por su culpa.

         —¡Jorden! —Exclama con los ojos bien abiertos—, no digas una cosa así.

        Excelente, Jorden, definitivamente no sabes negociar.




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