El sonido de mi frente contra la mesa de la biblioteca llama la atención de los pocos que estamos en el lugar. Ha pasado casi una hora desde que estoy con Grayson y Liam tratando de aprender las malditas fórmulas de química, pero en ese tiempo lo único que he conseguido es fundirme el cerebro y ahora el golpe agrava el asunto, pero me lo merezco. Creo que hasta ahora solo puedo recordar Ácido clorhídrico, y suena como algo que me mataría si me lo como. Quiero dos, por favor.
Grayson no se golpea como yo, se rasca la cabeza con el dedo mientras mira el libro con una mueca de desdén. Aunque Grayson es un estudiante increíblemente aplicado y responsable, la química no parece ser su fuerte, lo que me hace reflexionar en que definitivamente yo estoy jodida, con una gran jota en mayúsculas y negritas.
—Si hacen eso no van a aprender nada, ya se los digo —dice Liam, que ha resultado ser muy bueno para estas cosas, tal parece que para él la química es tan sencilla como prepararse un sándwich por la mañana—las formulas huelen el miedo, así jamás les van a entrar —se burla de nosotros.
Grayson se inclina hacia adelante dispuesto a hacer un último intento, pero se rinde más rápido de lo esperado. Suelta la pluma sobre la mesa con decepción y se entelada los dedos detrás del cuello.
—Estoy jodido —suspira para sí mismo.
Luego se lleva las manos al rostro y se lo frota con frustración.
—Lo estamos —refunfuño, sin levantar la cabeza.
Liam niega lentamente, con una risita.
—Que quejones.
Los días aquí han empezado a pasar muy rápido, sin que lo notase se han convertido en meses. Los exámenes serán pronto, y digamos que ya que los chicos consumen una gran parte de mi tiempo aquí, no me he enfocado mucho en estudiar cómo debería. Supongo que a mi favor, es difícil ser quien soy, estar donde estoy, guardando el secreto que guardo y aparte ser buena para la química, pues Dios sabe que eso no va a pasar.
—Créanme, es más sencillo de lo que parece, es que ninguno de los dos me pone atención —de hecho es Liam el que no nos pone atención del todo, teclea rápidamente en el portátil que tiene en frente.
Grayson arrastra el libro más cerca de él e intenta por milésima vez entender lo que sucede. Se acaricia la barbilla con poca gentileza y le ha empezado a temblar la pierna derecha. Termino por enderezarme, también estoy angustiada por lo que vaya a pasar conmigo en estas pruebas, pero Grayson ha empezado a preocupare.
Liam me mira sin levantar la mirada y luego ve a Grayson de reojo.
—Vamos Blake, relájate —sigue tecleando.
Grayson suelta un repentino golpe en la mesa, aún tiene los nudillos marcados por la pelea de hace días, lo que me trae a la mente a Landon. En realidad, muchas cosas me traen a la mente a Landon estos días, es como un maldito mosco zumbando en mi oído todo el tiempo.
Inmediatamente suena el golpe mi cuerpo da un respingo, pero Liam se queda tan sereno como en un primer momento. Sus ojos verde aceituna ruedan una milésima de segundo.
—Me jode que me digas que me tranquilice cuando estoy tranquilo —enfatiza Grayson. No, no lo está.
Liam sonríe un poco con el labio inferior atrapado entre sus dientes.
—Como tú digas —se limita a responder.
No seguirle la discusión parece calmar a Grayson, pero no del todo, pareciera querer arrancarse los pelos.
Otra cosa me hace casi brincar de mi asiento.
—¡Mierda! —me quejo levantándome de la silla y girándome hacia el lugar de donde ha venido el pellizco en la cintura.
Mi cara queda de frente al pecho de Landon, quien me mira desde arriba con una sonrisa burlona. Me guiña un ojo. Cretino.
Lo miro con desprecio, quiero insultarlo y de paso, si está en mis posibilidades, golpearlo, pero me atraganto con mi propia saliva y mejor me giro sobre mis pies y me vuelvo a sentar de mala gana, ignorándolo.
—¿Qué hacen, nerds? —Landon arrastra la silla junto a mí y se sienta. Nos mira a cada uno a la vez, sin recibir una respuesta.
Liam levanta la mirada como antes, solo un momento, sin dejar de teclear.
—Estudiar para el examen de química —le informa.
Landon se inclina hacia adelante, poniendo los codos en la mesa, con la mirada fijamente en Grayson. Medio sonríe.
—Oh mierda —reacciona, mirando a Liam esta vez—no me digas que ya entró en su estado de histeria pre-exámenes.
Liam contiene una risa y asiente muy lentamente, como si temiera que Grayson viera su respuesta, aunque lo hace de todas formas, y no es que lo ponga muy contento.
Grayson mira a Liam como si quisiera rebanarlo con la mirada y él solo se encoje de hombros.
—Vamos Grayson, no puedes hacer esto siempre —lo aconseja Landon—vas a morir joven, amigo.
Como siempre, las palabras de Landon solo empeoran la situación, a veces me sorprende que estos dos sean mejores amigos, ¿A quién quiero mentirle? No me lo creo nunca, la comparación de agua y aceite les queda corta. Grayson se llena el pecho de aire, se levanta con firmeza, recoge sus libros y sale escopetado lejos de nosotros.
—Vamos, Blake, no seas una reinita —insiste Landon.
Una de las monjas de la biblioteca sisea en nuestra dirección.
—Ni te preocupes por él, es así todos los años —dice Landon un poco más cerca de mí, al ver que mi mirada se ha ido detrás de Grayson—, se vuelve loco hasta que casi se le caen los pelos y al final le va genial en los exámenes. Es solo que el drama lo hace feliz, creo.
—No falla —concuerda Liam.
—Entiendo —suspiro, mientras me resbalo en el asiento. Quizás Grayson tenga mucha suerte y siempre salga bien en los exámenes, pero no se puede decir lo mismo de mí.