—Sí, muy mal, será mejor que... —suelto dos fuertes tosidos, quizás más exagerados de la cuenta, pues me llega a doler un poco la garganta—, que me quede aquí hasta mañana, me duele mucho.
Me tomo unos segundos para escuchar el discurso de Janna y sus recomendaciones para mi repentino resfriado, hasta que finalmente nos despedimos.
Cuelgo el teléfono y lo dejo a un lado de la cama. Camille me esta mirando desde el tocador, con el ceño fruncido, mientras se hace una cola alta en el cabello.
—¿Qué? —pregunto, mirándola desde la cama, enrollada de pies a cabeza con el edredón, únicamente dejando mi cara de fuera.
—¿Ahora tú qué tramas? —su cola se mueve de un lado a otro cuando ella se gira para verme.
—¿De qué hablas? —vuelvo a fingir un fuerte tosido, patético, por cierto; de pequeña era una magnifica fingidora de enfermedades para faltar a la escuela, supongo que me he oxidado—, me siento de la mierda, quizás muera hoy.
Camille me mira con escepticismo durante unos segundos antes de hablar:
—Sí, como tú digas.
Suenan dos golpes sobre la puerta y la misma se abre poco después. La cabeza rubia del tío Conall se asoma y nos ve a ambas con una sonrisa, hasta que me ve en la cama, entonces disminuye un poco la expresión.
—Jorden ¿No te ibas ya a casa? —investiga.
—¿Tantas ganas de que me vaya ya?
Él entra del todo y suelta un suspiro gracioso, negando ligeramente con la cabeza.
—No, pero tu madre me había dicho que te diera un aventón luego de llevar a Camille.
—Ah, es que me siento muy mal —más actuación de resfriado poco memorable—me quedaré por hoy.
—Bueno, entiendo, le diré a Emily que te traiga un té ¿Te parece bien?
Asiento, mientras agarro uno de los pañuelos sobre la mesita de noche y me sacudo la nariz. Ni un solo moco.
—Camille, vámonos ya, se te hará tarde —insiste amablemente mirando a Camille—Tienes examen hoy ¿no?
Justo cuando pensaba que yo era una actriz de pena, veo a Camille tiesa sobre sus pies, asintiendo con el cuerpo rígido, parece que trae un pedo atorado y hace un gran esfuerzo en no dejarlo salir.
El tío Conall se retira de la habitación y cierra la puerta detrás suyo.
—Actúas de pena —comento.
Camille se ha quedado mirando la puerta un rato luego de que él se ha ido, hasta que finalmente suelta el aire en un largo y profundo suspiro. Sus hombros vuelven a caer.
—Mira quien lo dice, tu nariz está más seca que el desierto. ¿Me explicas que pretendes?
—Nada, solo me siento mal.
—Ajá —enarca una de sus cejas perfectamente depiladas y maquilladas—¿Esto es por Miller? Algún día vas a tener que volver a la academia, no podrás fingir un resfriado eterno.
—No estoy fingiendo nada.
—¿De verdad? —el escepticismo regresa.
—Bueno ¿Y qué? Atiende tus asuntos.
—Es lo que pensé —masculla.
—¿Y tú? ¿Vas a fingir que vas a la universidad eternamente?
—Touché
Medio sonrío.
—Lo haré hasta que...
La voz del tío Conall interrumpe las palabras de Camille, la está llamando desde abajo, ella casi pega un brinco. Coge la cartera de uno de los cojines redondos frente al ventanal y se echa a corre torpemente hacia la puerta.
Sale, pero regresa dentro del cuarto al instante y me mira con los ojos entrecerrados.
—No sé qué tramas, pero no hagas nada raro mientras no estoy —me advierte antes de salir pitando del lugar.
* * *
Salgo de la ducha y me seco sin prisa, el móvil sobre la cama tiene la pantalla encendida y vibra de vez en cuando, lo que me sorprende, pues básicamente no tengo a nadie en Whatsapp de momento, aparte de Camille, Wyatt, Janna e Ivan, cuatro personas que solo podrían enviarme malas noticias.
Lo ignoro y me dispongo a vestirme. Unos vaqueros apretados, una playera negra lisa—mientras menos llame la atención hoy, mucho mejor—y la gorra de Axton. Gracias al incidente de la maldita histérica de Madison, mi peluca se llevó un buen baño de batido y posiblemente esté en el bote de basura del hotel en el que Axton se está hospedando.
Por unos segundos me quedo con la gorra entre las manos, es negra y tiene una calavera de dientes afilados pintada en líneas blancas a un lado. Medio sonrío, Axton es un pretensioso, me consta.
Me muerdo ligeramente el labio inferior, mientras que mi cuerpo se ha tensado un poco. Sacudo la cabeza. No, no puedo pensar en lo que pasó la noche anterior, porque automáticamente me tiemblan las piernas. Eso estuvo mal, y cuando vea a Axton otra vez—si es que me alcanza la fuerza para volver a verlo a la cara—le dejaré bien claro que eso no va a volver a pasar. Él y Landon se creen que pueden tomar decisiones sobre mí y hacer lo que les dé la gana conmigo, especialmente alborotarme las hormonas, ya no tengo quince, será mejor que encuentre como resolver eso.
Trago saliva.
Solo póntela de una buena vez. Me habla la voz en mi cabeza, sin embargo, siento un violento impulso de estupidez que me hace preguntarme...¿A qué olerá?
No, Jorden Jones, no vas a oler esa cosa, solo llévatela a la cabeza, hay trabajo que hacer.
La curiosidad puede mas que yo, termino acercándola a mi nariz y oliendo la tela un segundo. Huele bien, a champú y algún perfume cítrico, que no es mi favorito, vaya, pero que sin duda huele como Axton.
Felicidades, te has convertido oficialmente en una acosadora, y eso que apenas son las siete treinta de la mañana, es un récord.
El teléfono vibrando sobre el edredón me saca de mis pensamientos. Vuelvo a menear la cabeza. Finalmente me acomodo la gorra en el cabello aun húmedo y cojo el móvil.
Hay como cincuenta mensajes de un grupo al que me acaban de agregar, dos de Wyatt donde el último es preguntándome insistente que qué me pasa, pero el que llama mi atención es el chat del número desconocido con una foto de perfil de la banda Guns N' Roses, me ha enviado una imagen.