Todos los días se aprende algo nuevo, y lo que yo he aprendido hoy es que, tocar a Wyatt mientras duerme un domingo por la mañana podría terminar en alguien con el cuello y las extremidades rotas, esa podría ser yo este día.
Hace apenas unos segundos estaba tieso como un tronco, roncando como un campeón, sin embargo, ahora se mantiene sobre mí, apresando mis piernas entre las suyas, sosteniendo mis hombros con fuerza y jadeando con los ojos bien abiertos. Lo miro casi tan sorprendida como el a mí.
Después de identificarme y darse cuenta de que no soy una...bueno, de que sí que soy una amenaza, pero no una a la que tenga autorizado reventar, se deja caer a mi lado con los brazos y piernas extendidos, finalmente controlando su respiración.
Me quedo quieta al otro lado de la cama, sin mover ni un pelo. La verdad es que sí que me ha pegado un buen susto el maniático este, con el pedazo de llave que me ha metido.
Ambos miramos al tejado, pero unos segundos más tarde él gira la cabeza para verme.
—¡¿Te volviste loca?! —pregunta, alterado.
Abro los ojos más de lo normal, su voz retumba en los cimientos de la casa. Ruedo hasta donde está y ahora soy yo la que termina sobre él, sentada encima de su abdomen, cubriendo sus labios y nariz con ambas manos.
Suelto un siseo prolongado.
—¿Te volviste loco tu? ¡Baja la voz! —le exijo susurrando—si uno de esos dos salidos se despierta voy a acabar contigo.
Wyatt quita mis manos de su boca. Me recargo de su pecho para no perder el equilibrio y caer de frente.
—El cuarto de huéspedes está en el otro corredor —me recuerda, esta vez modulando su voz
—Ya lo sé, pero no me voy a arriesgar.
Suelto un suspiro al tiempo que relajo mi cuerpo.
Aun no me puedo creer que esos dos se hayan peleado para quedarse a dormir aquí. No me quiero ni imaginar cómo se la han pasado toda la noche en el mismo cuarto, coexistiendo. Yo por supuesto no me he quedado con ellos, con lo intensos que se han vuelto eso sería una locura, aunque sí que he tenido que pasar el rato hasta tarde, supuestamente matando el tiempo, aunque más que nada lo he hecho para cerciorarme de que Axton no mate a Landon o viceversa. Aunque debí dejarlos, ambos muertos y yo con las manos limpias, eso habría estado bien.
Regreso mi atención a Wyatt, quien me mira desde abajo.
—¿Que me ves? —refunfuño, está muy concentrado en mi cara y sonríe un poco, aunque percibo cierta melancolía, lo que vuelve todo más extraño. Me invade un repentino subidón y se me forma un nudo en el pecho—¿y tú que, ah? ¿eres un ex convicto o algo para que si alguien te toca en la noche creas que es para matarte?
No dice nada, continúa mirándome, pero pareciera que sus pensamientos están en otro lado y yo solo fuera un punto donde ubicar los ojos mientras eso pasa.
Suelto un manotazo sobre su pecho.
—¿Me estás oyendo? —siseo.
—¿Sabes? Estás bastante crecidita —comenta de la nada y suena muy raro que lo diga susurrando, tan raro que un choque eléctrico me recorre el espinazo.
Las mejillas se me calientan antes de que llegue a fruncir el ceño.
—T-te felicito, ese es el comentario más cerdo que has hecho hasta ahora —mascullo.
Me vuelve a atacar el subidón, justo cuando Wyatt empieza a levantar su torso debajo de mí, apoyándose en sus codos y enderezándose lo suficiente como para que su cara y la mía queden casi a la misma altura. Suelo hablar mucho de como Landon no entiende sobre espacio personal, pero yo termino montando a este tipo.
Me le quedo viendo al rostro, él sonríe de lado, entornando un poco los ojos.
—Lo que digo es...que te bajes, ya estás muy pesada y no puedo respirar —me aparta con la mano. Termino de cara en la almohada.
Eso probablemente haya arruinado un poco mi maquillaje.
Wyatt acaba poniéndose de pie y estirando el cuerpo.
—Y salte de aquí, como entre alguien y te encuentre...así —arruga el entrecejo al tiempo que señala mi culo, que ha quedado prácticamente al aire—va a creer cosas que definitivamente no son.
—¿Sabes algo? Así me voy a quedar, espero que te despidan —protesto, intentando levantarme.
—¿Despedirme? ¿Crees que esa es mi preocupación? Me preocupa más que crean que hay algo entre nosotros, temo por mi dignidad más que nada —me sonríe burlón, antes de inclinarse para coger la otra almohada, lanzármela en toda la cara y meterse a la ducha.
* * *
Convencer a Wyatt no suele ser una tarea fácil, generalmente debo usar trucos sucios y amenazas para que ceda ante mis deseos, y esta vez, me ha tocado intimidarlo asegurándole que si no me llevaba él iría conduciendo yo sola, y Dios sabe que nadie quiere eso.
Lo veo salir de la casa, mientras espero recargada de una de las puertas del coche, con los brazos cruzados.
—¿Y él? —investiga al ver a Ivan sentado en la acera, junto a su moto, bostezando y tallándose los ojos.
—Nada, préstame dinero —suelto de la nada.
—¿Qué?
Extiendo mi mano.
—Prometo que te pagaré —le muestro todos mis dientes, supuestamente sonriendo, pero más que nada logrando una extraña mueca.
Wyatt forma un mohín, mientras que rebusca en la profundidad del bolsillo de la chaqueta.
—Se que eso no va a pasar —refunfuña más para el que para mí—¿Cómo cuanto necesitas? ¿Veinte dólares está bien?